Capítulo 10: Ruptura definitiva

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—Chicos, necesito hablar con ustedes un momento.

Gael y Dilan se habían sentado en el primer escalón de las escaleras que conectaban con el segundo piso del instituto. La lluvia abundante les impidió disfrutar del receso en el patio externo

El castaño buscó a Carolina con la mirada; sabía que Bitia se juntaba con ella y supuso que estaban juntas.

—¿Qué pasó?

Bitia tomó aire, no sabía ni por dónde comenzar.

—Tengo que hablar rápido. Carolina está con la profesora de química, en la clase de apoyo para las pruebas. Escuchen… ella sospecha que Dilan está con otra chica, así que planeó que yo los siguiera para averiguar si sus sospechas eran ciertas, y yo lo hice solo para que se quedara tranquila y no cometiera ninguna locura.

La cara de ambos se transformó de inmediato. Dilan tragó saliva, mirando de reojo a Gael, que se había puesto pálido como una hoja de papel.

—Bitia, no entiendo por qué tú…

La chica levantó la mano para detener las excusas anticipadas de Dilan. Se acomodó los mechones pelirrojos que insistían en cubrir su rostro pálido y pecoso, y continuó.

—No quiero que me expliquen nada. Yo… los vi, y sé lo que está sucediendo. No tengo ninguna intención de decirle absolutamente nada a Carolina porque sé que lo que ella está haciendo está mal. No puede obligarte a estar con ella, ya se lo he dicho —Suspiró—. Lo que vengo a decirles es que vayan con cuidado, el día que los vi, estaban besándose en la plaza, si ella hubiese ido conmigo, los hubiera descubierto. Yo comprendo lo que está pasando pero si no quieren verse todavía más jodidos, no se expongan.

Gael había quedado tieso. Pasó de estar blanco a estar como un semáforo en rojo. Dilan tenía la sorpresa dibujada por todo el rostro.

—Bitia… No sé qué decir, no quiero que pienses que estoy jugando con los sentimientos de Carolina, pero Gael y yo…

—Dilan, yo no soy tonta. Carolina es mi mejor amiga pero yo sé que fue demasiado lejos. Leí toda la conversación que tuvo contigo, incluso supe lo que pasó con su madre. Nada de lo que está haciendo está bien, y aunque seamos amigas…, no puedo justificarla. Lo único que les digo es que vayan con cuidado, porque si ella se entera, al final será un problema para ustedes —Les sonrió—. Dios, yo sabía que ustedes en algún momento acabarían juntos. Nunca vi una amistad como la suya, ustedes dos viven pegados.

Gael soltó una risa nerviosa al escuchar aquello.

—¿Somos tan obvios?

—Vamos, Gael, ¿es una broma?

—¡Bitia! —La voz de su amiga le hizo dar un respingo—. ¿Dónde te metiste? Te perdiste la clase de apoyo y tenemos examen en dos días.

—Me descompuse —mintió—. Tengo todos los apuntes, voy a estudiar todo lo que pueda y listo.

La muchacha bajó las escaleras y se sentó junto a Dilan. Lo tomó de la mano, entrelazando los dedos con los del chico, y cuando este se distrajo, le robó un beso.

La incomodidad se dibujó en el rostro de Dilan de inmediato. Gael no disimuló la expresión de fastidio cuando cruzó miradas con la chica, que le devolvió el gesto.

—¿Y tú qué miras? —Carolina comenzó la guerra con aquella pregunta altanera.

—Estaba pensando lo incómodo que debe ser para Dilan tener un tumor pegado al brazo —respondió Gael, afilando la mirada.

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