Capítulo 7: Entre la espada y la pared

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—Dilan, ¿podemos hablar?

Carolina llevaba dos semanas insistiendo. Gael era quién le mantenía los pies sobre la tierra cada vez que sus emociones lo hacían flaquear. No es que Dilan quisiera regresar con la muchacha, después de lo sucedido con Gael la noche de la fiesta, comenzó a replantearse la situación y a pensar las cosas con más claridad. No podía seguir pasando por alto sus sentimientos por Gael; borracho o no, se había ido de boca y en algún momento tendría que enfrentarlo, pero no podía seguir jugando a dos puntas. Además, era consciente de que la relación con Carolina se había tornado demasiado tóxica, él ya no quería seguir lidiando con eso.

—No hay mucho de qué hablar, Caro. Dejemoslo así, en serio.

La muchacha lo agarró de la muñeca cuando Dilan intentó marcharse.

—Si no quieres que haga un escándalo en frente de todos tus compañeritos, más vale que me escuches, ¿o es que el idiota de tu amiguito ya te llenó la cabeza?

Dilan resopló, molesto.

—Nadie me llenó la cabeza, no empieces con tus dramas. ¿Quieres hablar? Bien, hablemos. Pero no aquí, vayamos a otro lado.

Dilan se giró para comenzar a caminar, Carolina lo siguió en silencio. Llegaron hasta una pequeña plaza solitaria, a unas cuadras del instituto. Dilan se sentó en una banca y la muchacha lo acompañó.

—Bien, sé que la otra noche me volví un poco loca y exageré, pero tú también te pasaste, no respondiste ninguna de mis llamadas ni mis mensajes, y sé que los leíste. No tenemos que terminar de esta manera, son años de amistad y noviazgo tirados a la basura…

—Caro… —Dilan suspiró, buscando las palabras adecuadas—. Nuestra relación se fue a la mierda desde hace tiempo. Tú te volviste posesiva y controladora, y yo no quiero seguir teniendo miedo de decirte las cosas. Creo que es lo mejor para ambos terminar con esto y que cada quien siga su camino.

Cuando la chica comenzó a llorar, Dilan se sintió la peor persona del mundo. Sabía que Carolina no se lo tomaría bien, pero era lo mejor para ambos. Tampoco podía negar que, a pesar de todo, sentía aprecio por la chica.

—¿Entonces no te importa echar todo por la borda? ¡Mírame, Dilan! ¿No te importa dejarme y seguir con tu vida?, ¿es porque encontraste a otra chica?

—No, Caro, no hay ninguna chica. En este momento no quiero tener ninguna relación. Necesito tomarme mi tiempo para pensar las cosas. Los dos tenemos que madurar, y estando juntos va a ser imposible. Nos estamos haciendo daño mutuamente, entiéndelo.

—Lo único que yo entiendo es que Gael te estuvo metiendo ideas en la cabeza. Yo sé que tú me amas, y estas ideas estúpidas no son tuyas. Pero está bien, ¿sabes qué? Si tú prefieres a cualquiera antes que a mí, lo entiendo. El que necesita madurar eres tú, Dilan, solo espero que cuando lo hagas no sea demasiado tarde.

La chica se levantó de la banca y luego de colgarse la mochila al hombro, se marchó. Dilan dejó salir otro suspiro, estaba mentalmente agotado.

Su teléfono comenzó a sonar, Gael lo estaba llamando.

—Princesa, ¿dónde estás? Estoy en la puerta del instituto, te estoy esperando.

—Carolina me agarró a la salida y vinimos a la plaza a hablar —dijo con la voz apagada.

—Si me dices que volvieron, te corto las pelotas.

—No, no volvimos, le dije que lo mejor era que dejáramos las cosas así, que necesitaba tiempo para pensar. Obviamente no se lo tomó bien, se puso a llorar y se fue.

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