Brivet

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El clérigo mas temido es uno que lo llaman Brivet, es mas alto que los demás clérigos y usa una especie de lanza o bastón, siempre lo lleva tras la nuca de manera horizontal, prensándola con las manos como formando una cruz.

Usa esa herramienta para golpear a los saltadores y se dice que ha matado a muchos. 

El consejo a los nuevos es: 

- si ves a Brivet, corre!... salta donde sea!... salta de hecho... si ves a quien sea!

Alguien cuenta que una vez Brivet se enamoro de una saltadora, su nombre fue Commingle, era muy hermosa, y de ojos grises, no muy alta, vestía un traje victoriano negro con un corset blanco perlado, ceñido en la cintura y su cabello negro del color de la conciencia.

Al igual que todos los saltadores, pagaba el precio de sus saltos con marcas pero las de ella aparecían formando mándalas en sus brazos, cuello y torso, no tenia muchas ciertamente, disfrutaba del "cuando" de Londres de 1896.

Su primer salto lo dio en Veracruz, 1906, y paso por lo mismo que todos los saltadores primerizos, mala suerte para ella, no hablaba el español de ese "cuando" sino gales.

Como todos los llegados, tenia una herida en la mano derecha y mientras salía del callejón donde "apareció" daba tumbos de lado y lado.

Caminaba dos pasos hacia delante y cuando tropezaba daba un pazo hacia atrás generando un salto involuntario.

Aparecía en otro "cuando", llena de miedo, con los ojos bien abiertos, trataba de saber donde estaba pero era en vano, rompió una parte de su ropa, lo envolvió en su mano y se levanto, aun mareada por su consternación dio otro paso hacia atrás, esta vez el "cuando" era las rieles del ferrocarril de la India de 1951.

El sonido estridente del tren acercándose la asusto mas y de pronto un Clérigo apareció fragmentando la realidad, la tomo de la mano sin delicadeza y la lanzo hacia un lado de las vías.

Commingle cayo de bruces y se retorcía del dolor por el golpe tratando de gritar pero solo abría la boca en una agonía sorda.

El ruido del tren se alejaba después de eternos minutos y el clérigo puso una rodilla en tierra, la toco para voltearla, sin ninguna delicadeza y mientras ella miraba llena de miedo todo y a todo. 

-opus medicus... 

Dijo Brivet.

La levanto junto con el como cuando alguien levanta un costal mientras ella se desvanecía desmayada. 

Una grieta de fragmentación se empezó a formar, una muy grande... la regla de los "saltos" en pareja, aplican para todos, así que la arrojo primero a ella buscando que caiga boca abajo, con el rostro al suelo, cerro la grieta y la volvió a abrir, también salto al mismo "cuando"...

KintsukuroiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora