la leyenda

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Un domingo de noviembre en Londres, Commingle despertó en su habitación en el Metropole Hotel, un lugar donde acumulaba sus robos y donde de tiempo, llevaba sus tesoros a su cabaña.

Esa mañana mientras desayunaba en la cama se le ocurrió una idea!

Saltar un día antes y apostar en la carrera de autos en las que gano un tal Bollée... se vistió, salto y apostó, luego volvió al "cuando" antes del desayuno, se le ocurrió hacerlo de nuevo, volver y apostar... pero ¿para que? si no necesitaba nada... pura codicia, travesura y quizás aburrimiento también. 

Y justo cuando daba un paso hacia atrás, un clérigo apareció en su habitación, la tomo de la mano y no la dejo entrar en esa fragmentación, la lanzo sobre la cama con gran fuerza mientras ella gritaba asustada.

El clérigo la levanto por el cuello mientras ella pataleaba fuertemente dándole un puntapié en el mentón desde abajo, lo que hizo que la capucha se le cayera, entonces ella reconoció ese extraño ser con los ojos cubiertos con alas de mariposas.

Y empezó a gritarle mientras él aun la sostenía por el cuello.

- hey!! ...mírame, soy yo!!

Y el no reaccionaba...

- mírame, son Commingle!!.

Sin expresar ninguna reacción en su rostro, él se detuvo, y la bajo lentamente y con algo de brusquedad la sentó en la cama.

- est vetitos se reverti...

Dijo él con su voz muy rasposa pero con vestigios de una voz varonil.

Entonces ella, aun con algo de miedo, se acerca a él mientras que él inclina una rodilla al piso, ahora su rostro esta a la altura de la mirada de ella y él permite que ella, que tenia su mano extendida hacia su rostro, lo toque.

Mientras ella que con la mano izquierda apretaba su hombro derecho por causa del golpe, con su mano derecha toco el rostro de Brivet, él reaccionaba con ligeros y esquivos gestos, como cuando tratas de tocar las alas de un colibrí.

Toco su mentón, su rostro que al tacto se sentían cicatrices pero no se podían ver, toco sus finos labios casi solo rosándolo y ya con las dos manos las acercaba a los ojos cubiertos con mariposas, mientras que él reaccionaba inclinando su cabeza hacia atrás.

- solo... quiero tocar.

Susurro ella.

Al tocar las alas comenzaron a revolotear, sintió que una mariposa se pasaba hacia la palma de sus manos y cerro el puño ligeramente, como atrapándola, cuando la acerco hacia ella para ver la mariposa se dio cuenta que había cambiado de color, que ahora era una mariposa de color azul intenso con tonos turquesas, alzó el vuelo y volvió a los ojos de él, que permanecía inmóvil y sin mostrar ningún gesto.

- me llamo Commingle.... creo... ¿Cómo te llamas?

Preguntó ella mientras se sentía un poco menos asustada, los ojos de ella lo recorrían de pies a cabeza mientras el aun seguía de rodillas, inmóvil.

- ...Brivet...

Respondió, mientras se incorporaba y con su mano derecha y la parte externa de su dedo índice, trato de acariciar el rostro de Commingle. 

Ella se sonrojó mientras sonreía muy disimuladamente, le tomó la mano cuándo aun tocaba su rostro y dijo:

- no se que es esto, no se por que estoy aquí o quien soy, solo que ya no quiero estar sola.

 Y en ese momento se fragmentó toda la habitación, por todas partes, muchos clérigos aparecieron mientras ella se escondía detrás de Brivet.

- posuit et nos in periculum ... Quid facis?

Se escuchó desde una de esas sotanas, mientras Brivet se inclinaba en posición de lucha tomando su lanza con fuerza.

Uno de los clérigos aparecía desde el piso que seguía aun fragmentando la realidad y golpeó a Brivet en el estomago, mientras él con su lanza lo golpeó en el cuello, empujó a Commingle quien gritaba y salía de ese "cuando" a uno que Brivet la enviaba.

Los demás clérigos lo atacaron mientras que él se defendía con rudeza, era extraño ver esa lucha de clérigos que entraban y salían de fragmentaciones para golpearse y tirar de ellos, pues sabían que un salto en simultaneo duele y duele mucho, uno de ellos apareció por atrás de Brivet y le golpeo la nuca, las mariposas que tenia en los ojos salieron volando y el caía desvanecido en el piso que al caer por completo también lo enviaba a un cuando... a un cuando donde hasta los clérigos tenían miedo de ir.

Cayó si es que se puede describir así el lugar donde apareció, un lugar sin forma, sin arriba o abajo, sin suelo o techo solo una especie de rededor lleno de nubes negras tenues y pesadas que se fragmentaban erráticamente pero que solo sombras se asomaban, nadie entraba o salía, y en medio un agujero negro con un fino horizonte se sucesos.

Brivet se incorpora y un viento arrecio y ardiente lo despoja de sus vestiduras, casi quemando su piel, sus ojos son blancos completamente y sin expresar palabra se veía el dolor que le causaba.

frente a él, un Primas, un clérigo de mayor rango en una postura sitkari cubierto con una túnica muy grande y pesada.

- eris errorem...

Se escucho con una voz susurrante pero que retumbaba en el lugar y se mantenía en un eco.

- non poteram!

Dijo Brivet agonizando de pie mientras ese viento lo seguía quemando.

- Vos mos satus iterum autem non immemores.

Fue la sentencia de Brivet mientras el viento se hacia mas fuerte y lo empujaba a una fragmentación.

Volvió a aparecer en la habitación de Commingle justo antes del salto de esa mañana, pero en cuanto la iba a detener para que no vuelva a apostar, otros clérigos llegaron y la tomaron primero, la lanzaban contra la pared mientras daba saltos en diferentes "cuándos" y volvía al mismo lugar.

Los golpes en esos "cuándos" la herían al punto de la agonía, ella gritaba, se desmayaba, volvía en si, mientras Brivet se había vuelto mas lento, no podía siquiera tocarla, volvió de un "cuando" empapada en agua y ahogándose, como si hubiese estado en el fondo del mar, uno de los clérigos la lanzo contra la pared, abrió una grieta, justo en frente de Brivet y la lanzo, en la lentitud que él se movía en ese momento, no pudo quitar su lanza aun cuando estaba justo en medio de la grieta, Commingle cayo allí y la grieta se detuvo, quedando con la lanza de Brivet enterrada en el estomago y desvaneciéndose en los brazos de él.

La coloco en la cama, todos los clérigos que quedaron en el lugar mirando de forma morbosa lo que habían hecho y Brivet se tomo la cara con su mano y arranco las alas de mariposas que cubrían sus ojos, y las puso en la mano de ella.

Aulló algo, nadie sabe que dijo, pero dicen que él es así como es ahora, cruel y sin misericordia por lo que paso ese "cuando".

Commingle jamás conoció otro saltador.

KintsukuroiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora