ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 3: "ᴛᴇ ǫᴜɪᴇʀᴏ"

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Nᴀʀʀᴀᴅᴏʀ

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Nᴀʀʀᴀᴅᴏʀ

Abrió la puerta de la habitación de noelia y una ola de recuerdos lo abrazo por completo, observo el lugar dandose cuenta que todo seguía intacto, igual a la última vez que estuvo ahí. Sabía lo quisquillosa que era la morocha con el orden de su casa.

Miro los cuadros que estaban sobre el mueble bajo la ventana, notando que sus fotos con ella ya no eran parte de la colección.

— Han pasado dos semanas, tenemos que darnos prisa.— Entro Wang apoyándose en el marco de la puerta.

—¿Aun no tienen su ubicación?—Pregunto dejando el cuadro que tenía en sus manos nuevamente en su lugar.

—No, ni la de ella, ni la de giovanni.— Suspiro, estaba nervioso.— Estoy perdiendo la cabeza hace días, se supone que soy su hermano y tengo que cuidarla, y aun no se nada de ella.

La preocupación en su voz era sumamente notoria a pesar de querer ocultarlo y mostrarse seguro, estaba a punto de colapsar.

— Tranquilo, iremos a los ángeles y con brian veremos que podemos hacer.

Wang, lo miro y sin decir nada salio del cuarto en busca de aire, tenía que recomponerse para poder guiar a sus hombres.

Han, se sentó en el borde de la cama pensando en que podría estar pasando con ella, muy en el fondo rogaba que no le hicieran daño. No sabría como reaccionaria si le hicieran daño a ella, no lo veía como algo viable, no po
dían permitir que eso sucediera.

Abrió el cajón de la mesa de luz encontrándose con una foto, una foto de ellos dos de cuando estuvieron en tokio y los recuerdos volvieron.


>>> Flashback.

      La sonrisa de la morocha iluminaba la noche, no podía tenerlo más embobado porque no era algo posible, si no probablemente estaría el doble de tonto por ella.

Estaban en uno de los mejores restaurantes de tokio, ella llevaba puesto un conjunto negro espectacular que lograba robarse de la mirada de todas las personas presentes en el lugar.

— Deja de mirarme, ya se que soy hermosa, Han.— Murmuro ella en un tono divertido, ocultando lo nerviosa que la ponía la mirada de él.

— Lo lamento, es que no puedo creer lo linda que eres.— Admitió tomando la copa de vino.

— Ay, por favor..— Musitó con una sonrisa. Apoyo sus manos sobre sus mejillas intentando ocultar el color carmesí.

— Es verdad, aunque tengo muy en claro que es algo que sabes.— Sonrió ligeramente.

— Si, pero que tú lo digas lo hace más especial..

— ¿Enserio?

— Claro, han.

— Te quiero, chapi.— Soltó repentinamente, las copas de vino estaban haciendo efecto.

— Yo también te quiero.

SHE'S THE BOSS • Han Lue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora