Miro a su alrededor con la mirada cansada. Todo parecía oscuro, muy poca luz entraba al cuarto donde se encontraba y al intentar moverse noto que estaba atada de pies y manos, en una vieja silla de madera.
Se recompuso enseguida, intentando estar alerta aunque el dolor pulsante que sentía en su cabeza se lo impedía en gran parte. Maldijo repetidas veces en su mente mientras intentaba hacer memoria de lo que había pasado, de como había terminado ahí y sobretodo donde mierda estaba en ese preciso momento.
— Uy, uy — Escucho la voz de un hombre cuando la puerta se abrió.— La bella durmiente se acaba de despertar, ¿Como estás?— Pregunto haciéndole un puchero en forma de burla.
Su oscura mirada reflejaba asco, repudio y uno muy notable, como era de esperarse ni había rastro de miedo en esa mirada que rápidamente fue acompañada de una sonrisa arrogante que logro hacer enojar al hombre frente a ella.
— Deja de mirarme así!—Ordeno él elevando la voz en un noto muy alto, dejando notar de lejos el acento en su voz.
—¿Así? ¿Así cómo?
—Como si fuera tu perra, porque no lo soy! ¿Me escuchas? No soy tu jodida perra, lo entiendes?—Le grito agarrándola de las mejillas de forma brusca.
La joven lo miro de la misma manera, con desagrado como si fuera basura frente a ella y no un ser humano, solo que esta vez decidió escupirle el rostro con la sangre acumulada en el interior de su boca.
— Jodete, imbécil.—Escupió con asco aun manteniendo esa sonrisita que generaba tanto odio en cualquier que la odiara.
— Se una buena niña, no quiero hacerte daño.. No soy así.—Pidió en un tono más amable mientras se limpiaba el rostro.
— Dije, que te jodas, imbécil.— Repitió con más firmeza gandose la mirada del hombre junto a un cachetazo.
Una risita escapo de sus labios lastimados y inclino su cabeza hacía atrás mientras negaba levemente. Había ardido el golpe, pero nada de otro mundo a decir verdad.
— Deja de reirte, o voy a quitarte esos dientes preciosos uno por uno ¿Me escuchas?
Ella asintió mirándolo escondiendo su sonrisa manteniendo un aspecto un poco más serio que el anterior.
— ¿Quién eres?
— Eso no importa, linda. Solo portate bien o te ira muy mal, no nos hagas ser malos contigo cuando no queremos.
Volvió asentir.— Puedes decirle a tu jefe que se vaya al infierno, no van a conseguir absolutamente nada.
— Linda, se tus puntos débiles.— Advirtió poniéndose los lentes de sol.— Se como sacarte lo que quiero, pero aun no te haré nada.. Por ahora..
—Claro que si, la yakuza les manda un beso de buenas noches! — Grito ella mientras él abandonaba el cuarto.
