"Gabriella!" mi madrastra gritaba desde la cocina, logrando que diera un salto en mi cama.
Me encontraba realmente nerviosa de enfrentarla. A mis siete años de edad, había aprendido cuan mala podía llegar a ser conmigo; y desde el nacimiento de mi medio hermano, Marcos, todo se puso peor.
"Voy enseguida" dije mientras corría por las escaleras.
Ella estaba de pie al final de estas con sus brazos cruzados sobre su pecho. Para el momento en que me encontré con ella, sentía que todo me temblaba.
"Qué es esto?" preguntó señalando a un vaso vacío en el suelo.
Era el vaso en el que tomé mi leche y olvidé lavarlo. En vez de esto, lo deje sobre el gabinete de la cocina y aparentemente Amanda, mi madrastra, le pegó con su brazo y fue a caer en el suelo, regando la leche que quedaba dentro.
La observaba con mis ojos extremadamente abiertos; me sentía asustada. Ella me tomó por mi pelo y me empujó al suelo.
"Ahora lo limpias!" me gritó y me pegó en el rostro.
No podía impedir que las lágrimas brotaran de mis ojos. Amanda me odiaba y no sabía el porqué. Era algo difícil, más cuando era una niña llena de amor, buscando recibirlo de los demás.
"Quiero a mi papá..." decía entre sollozos.
"Cállate! El no vendrá hasta la próxima semana. En estos momentos tú eres mi responsabilidad y tienes que aprender a comportarte y hacer las cosas bien!"
Me tiró una toalla, la que tomé rápidamente en mis manos, y sin pensarlo mucho, comencé a limpiar. Después que terminé, me envió a mi habitación sin haber comido mi cena. Normalmente, ese era mi castigo; ya me sentía acostumbrada.
Al llegar a mi habitación, me tiré en la cama mientras mis lágrimas aun brotaban de mis ojos. Momentos luego, me levanté y caminé hasta la ventana, donde comencé a mirar el cielo, y sin mover mis ojos de las estrellas, comencé a recordar a mi madre.
"Mamita, por qué me abandonaste? Por qué tuviste que morir? Te necesito, mamá. Amanda es muy mala conmigo, y papá a penas está en la casa. Quiero que me abraces de nuevo, que me beses antes de acostarme y que me digas que me amas."
No hubo ninguna contestación; en realidad, nunca la había. Sabía que mi mamá jamás volvería. Ella murió cuando yo tenía cuatro años, en un accidete de auto; y ese fue el momento en que mi vida cambió por completo. Tiempo después de su muerte, vine a esta casa; a esta tortura. Aunque les confieso que Amanda era amable conmigo cuando mi papá estaba presente.
Realmente extrañaba a mi mamá con todo mi corazón. Ella era tan hermosa! Extrañaba su pelo negro, sus ojos grandes y verdes, su dulce sonrisa. La manera en que me cantaba hasta que mequedaba dormida; como hacía que cualquiero dolor se fuera. Su dulce aroma aun estaba en mi mente. Papá siempre decía que me parecía mucho a ella; aunque mis ojos eran color miel y no eran tan grandes como los de ella.
Me quedé dormida pensando en mi mamá. Me encontraba en lo más profundo de mis sueños cuando sentí a alguien tocar mi rostro. Abrí mis ojos algo asustada, para encontrarme a mi papá frente a mí.
"Papi, estás en casa!" le dije mientras lo abrazaba con toda la fuerza que una niña de siete años podía tener.
"Sí princesa. Terminé temprano mis reuniones y decidí regresar. Te extrañé demasiado" me dijo mientras besaba mi frente y me abrazaba.
"Te extrañé mucho a ti también, papá" no podía esconder mi alegría.
Él era mi papá, la única familia que tenía aparte de mis abuelos, los padres de mi mamá. Ellos vivían muy lejos de nosotros y solamente los veía en navidades y en verano.
"Cómo se portó Marcos?" preguntó él.
"Es un buen bebé, aunque llora la mayoría del tiempo. Cuándo va a comenzar a caminar?" papá rió ante mi pregunta.
"Princesa, Marcos solo tiene tres meses. Tiene que comenzar a gatear antes de caminar. Solo tienes que esperar y ser paciente."
Le di a mi papá una gran sonrisa, "No puedo esperar a que aprenda a caminar. Le voy a enseñar tantas cosas!"
"Y cómo se portó Amanda? Te llevó a tu cita con el dentista?"
Lo miré a los ojos; en realida le tenía miedo a Amanda, la manera en que ella me trataba me hería; pero mi papá no sabía nada y sentía que si se lo decía, Amanda estaría molesta conmigo y papá se pondría triste. Él la amaba demasiado.
"Ella se portó bien, como siempre. Fuimos al dentista ayer, y no tengo caries."
Todavía estaba oscuro en mi habitación, así que mi papá decidió encender la lámpara que tenía en la mesita de noche. Cuando me miró el rostro, su gesto cambió por completo.
"Princesa, que le sucedió a tu rostro?"
En ese momento toqué mi mejilla. Dolía demasiado, y fue entonces cuando la memoria de Amanda pegándome, cruzó por mi mente.
"Nada, solo estaba corriendo y tropecé con un árbol."
Mi papá colocó su mano sobre mi rostro, "Tienes que ser más cuidadosa."
Le enseñé la mejor sonrisa fingida que tenía y le dije, "Lo seré la próxima vez."
"Bueno, a dormir. Mañana tienes escuela. Que tengas dulces sueños mi princesa. Te amo" dijo mientras besaba mi nariz.
"Te amo también, papá."
Mi papá se levantó de la cama, apagó la luz y abandonó mi habitación, cerrando la puerta.
Me sentía realmente feliz porque mi papá estaba de regreso. Esto significaba que Amanda sería buena conmigo...hasta que papá tuviese que irse en otro viaje de negocios. Y por experiencias pasadas, sabía que sería muy pronto.
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Cruzando Puertas
RomanceQué haces si la vida continúa pegándote golpe tras golpe? Si un minuto de felicidad significa días de sufrimiento y angustia. Esa es la vida de Gabriella. Tras perder a su madre en un accidente automovilístico cuando era pequeña, toda su vida camb...