3: El piano

328 42 3
                                    

Me desperté temprano, mis padres parecían ya estar despiertos, después de desayunar me dirigí a un pequeño cuarto donde se encontraba el piano.

Coloqué la partitura sobre este. Conocía las notas. Desde que me fui de aquella tienda no había podido dejar de pensar en la partitura, quería tocarla.

—¿Mina, qué haces?.—

La voz de mi madre me tomó por sorpresa, la miré con una mueca de nerviosismo.

—Me apetecía tocar el piano, mamá. —

Ella arqueó una ceja y negó con la cabeza. Me esperaba que no estuviera conforme,
últimamente me exigían más de lo normal. Recordaba cuando era pequeña, todo solía ser más fácil. Siempre habíamos vivido sin problemas, mi familia era adinerada, pero a medida que fui creciendo y descubrieron mis grandes capacidades todo dejó de ser lo mismo, toda la familia dejó de ser igual.

—Deberías estar estudiando, ahora no tienes tiempo para tocar el piano, vamos, a tu cuarto.—

—Mamá, por favor.—

—No me repliques, Mina. No me hagas llamar a tu padre. —

Suspiré y asentí. Nunca le llevaba la contraría a mí madre, había aprendido a no hacerlo y era lo mejor. Cogí la partitura y subí a mí habitación. Estuve unos minutos pensando que hacer, tenía una gran necesidad de tocarla. Así que hice algo de lo que posiblemente me arrepentiría más tarde: escaparme.

No tardé en llegar a la tienda de ayer. Los recuerdos volvieron a inundar mi mente, todo había sido real. Una boba sonrisa se dibujó en mis labios. Estaba ilusionada con
todo lo que había ocurrido.

—¿Señor? Disculpe las molestias. —

—¿Señor? No soy tan mayor.—

Nayeon se encontraba en el mostrador. El anciano parecía no estar. Me disculpé avergonzada, ella rió y negó con la cabeza restándole importancia.

—¿Qué necesitas?.—

—Yo...solo necesito el piano, mis padres no me dejan tocar en casa.—

En ese momento sentí que podía confiar en ella, era algo extraño que nunca había llegado a sentir con nadie.

—¿Y eso por qué?.—

Ella salió del mostrador y se acercó a mí. Pude observarla mejor sin ponerme nerviosa. Era más alta que ella, sus ojos eran oscuros pero tenían una especie de brillo, igual que su pelo. Tenía un rostro detallado.

—Mi madre dice que he de ocuparme de los estudios. Son algo exigentes—iba a decir algo al respecto pero la interrumpi.—Así que me he escapado.—

—¿En serio?—

Me mordí el labio inferior algo insegura. Aún no sabía si había hecho lo correcto, pero lo sentía así, era una de las pocas cosas de las que estaba segura, quería tocar aquella partitura.

—Nunca lo había hecho, pero...— saqué la partitura doblada de mi bolsillo—Quería tocar.—

Ella sonrió, una sonrisa sincera.

—Adelante. Aquí eres libre, siéntete como en casa.

De alguna manera aquellas palabras me habían hecho reflexionar. Me dirigí hasta el piano. Me senté y coloqué la partitura. Empecé a tocar mirando las diferentes notas, era una melodía preciosa, era lenta pero a la vez marchosa, nunca había escuchado algo igual. Sentía que aquellas notas llegaban a mí.

—¿Te gusta?.—

—Nunca había escuchado algo así.—

—Yo siempre he creído que todas las partituras tienen un dueño.— me sonrió — Esta es calmada y serena, pero a la vez con ritmo y carácter. Una partitura preciosa por fuera y por dentro ¿Esa eres tú?—

Tu Partitura [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora