- Madre -

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Muchos piensan que la primera mujer, creada desde cero tal como Adán, abandono el paraíso por orgullo y vanidad. Sin estar dispuesta a aceptar su rol en la vida.

Más alejado de la verdad.

Ella y Adán tenían relación peculiar. No era conflictiva pero tampoco había nada de que hablar, ambos tenían sus propias ideas que rara vez compartian, pero aún así, estaba el amor entre ellos, lento y confuso.

Pero la intimidad y la falta de comunicación creo una brecha que ni Samuel mismo pudo reparar.

Adan quería tomar su cuerpo tal como los animales salvajes hacían con su pareja, Lilith renegaba de esto, quería ser vista como su igual. Empezaron a discutir por más cosas que cada vez eran más absurdas que por más que intentará calmarlos, la falta de razón se volvía más poderosa.

Hasta que finalmente, se separaron.

El primer amor y el primer corazón roto de toda la humanidad.

Pasaron muchos años después de esa dolorosa separacion. Muchos cuando volvio a ver a Lilith. Fue cuando pasaba por la tierra, otorgando la bendición que nuestro divino padre otorgó para la humanidad. Fue durante en la época de invierno, la nieve fresca cubre el suelo y el cielo tiene un inusual color gris.
En aquella pradera virgen del paso del hombre resaltó la figura hermosa de la primera mujer de la humanidad.

Ahora convertida en la reina del infierno.

Su cabello cambio del cálido caoba por el brillo lustroso del rojo como pétalos de rosas frescas, aún cuando su rostro es celestial, el brillo de sus ojos es desalentador: frío.

- Samuel - el ángel miro con curiosidad. La ahora reina mantuvo su distancia y una postura digna de su posición, su imperturbable rostro se tensa en ratos.
- quisiera hablar contigo -

El se quedó en su lugar. Esperando que continúe. El lugar se llenó de pesado e incómodo silencio.

- yo... Quisiera pedirte tu ayuda - hablo con dificultad. Luchando internamente contra su orgullo.
- ¿Mi ayuda? ¿Que podría hacer este servidor del amor celestial que te favorezca? -
- no es a mi a quien ayudes. Es a mis hijos - la tristeza cubrió esa última oración.

Samuel la dejo continuar con una simple mirada gentil, dispuesto a escuchar.

- como sabes, mis hijos no son bendecidos por el divino padre. No tienen alma alguna ni tampoco un lugar en el mundo, por lo tanto, están sin propósito. Vivirán eternamente su existencia por y para el sexo. Alimentándose y cazando una y otra vez hasta que uno de los tuyos los detenga y sea llevado al Infierno. - la seguridad de la hermosa reina es palpable pero oculta cuidadosamente el pesar. Pero no por mucho, sus manos tiemblan de impotencia.

- mis niños vivirán una existencia vacía. Nada que los motive más que la eterna hambre de fornicación (se detiene para tomar calmarse) hasta el más insignificante de los espíritus tiene una razón de ser, un objetivo por la cual seguir. Incluso los animales que no poseen conciencia alguna tienen aspiraciones -
- es una existencia muy triste, patética y vaga -  Samuel comento sereno.

Lilith tenso sus labios, formando una linea apretada y dolorosa.

- se que no estoy en posición de pedir algo, pero quisiera que mis hijos por lo menos tuvieran la oportunidad de conocer el amor que yo nunca pude. Aunque sea una vez. Que conozcan un poco de esa felicidad, esa alegría y dolor que hará que dejen de ser cascarones vacíos - sus ojos antes fríos, cambiaron por un brillo más humano y herido. Pequeñas lágrimas se acumularon en sus ojos.

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