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Desperté sintiendo el cuerpo de Lisa pegado al mío, era extraño estar así, pero a la vez me gustaba la sensación de poder tenerla conmigo. Ya ni yo me entendía.

Con mucho cuidado, quite sus brazos que rodeaban mi cintura para poder levantarme, e ir al baño. Después de dejarme un poco más presentable, me dirigí a la cocina, debía preparar el desayuno estaba segura de que Chucky despertaría hambrienta.

—¡AYUDA!— escuché el grito de Liz y corrí a ver que le pasaba.

—Qué... Qué tienes, ¿te duele algo?— pregunté preocupaba. Ella hizo un puchero y me sorprendió con su respuesta.

—Muero de hambre— me decía con carita triste.

—Es en serio, casi me da un infarto con tu grito. Corrí preocupada y me sales con esto— le decía enojada.

—Pero tengo hambre, y me gusta eso que te preocupes por mí— me guiña un ojo. Y... ok. Con ella no se puede.

—Bueno, lávate la cara y vas a la cocina.

—Yeah, así si me caso contigo—preferí no hacer caso, aunque tuve que disimular una sonrisa.

—Listo, dammi— me decía señalando su boca con su dedo.

Es muy infantil a veces.

—Toma, cuando termines de comer tengo que aplicarte nuevamente la crema— su moretón no estaba tan feo. Mi crema es milagrosa.

—Sí, mamma— respondió, con más atención en el plato que en lo que le dije. Preferí callar y me dediqué a limpiar un poco la casa.

—¿Te han dicho que te ves sexy limpiando?— volteé los ojos ante su comentario. Ash que niña.

—Parece que ya terminaste, iré por la crema— fui al cuarto por ella, cuando regresé la encontré en el sofá esperándome— Aquí está— me acerqué a su rostro para aplicarla. Sentía la mirada de ella muy atenta a mis labios, sabía que debía callar pero no me resistí.

—¿Te gusta lo que ves?— se sorprendió al escucharme, pero rápidamente cambió su expresión a una más divertida.

—Me encanta, pero me encantaría más, poder probarlos de nuevo— lo dijo acercándose peligrosamente. Yo por evitarla me hice para atrás y terminé cayendo al piso, eso fue el detonante para que se escuchara una enorme carcajada por parte de Chucky.

—¿Tanto miedo me tienes?

—No es miedo, solo que no está bien que nos besemos, tengo a mi novio y lo quiero mucho.

—Como digas— pude denotar en su mirada un poco de tristeza, pero no podía hacer nada. Me acerqué a ella, le sostuve el mentón para que subiera la mirada y me viera

—Lisa, debes buscar ayuda— ella entendió a lo que me refería, y desvió su mirada

—Sto bene, ya me di cuenta que está mal lo que hago, y ya no volverá a pasar.

—Me lo prometes— no confío en lo que me dice, es que salir de las drogas no es tan sencillo, no es una moda que un día consumo y después ya la olvido.

—Sí— fue lo único que me dijo.

Estuvo un rato más conmigo, ayudándome a limpiar, bueno, yo limpiando y ella atrás mío fastidiando. Recibió una llamada de su hermano, preguntando donde se había metido; prefirió ocultar que se encontraba en mi casa, sería incómodo que preguntara la razón.

Nos despedimos, sin antes recordarle que se cuidara y no cayera nuevamente.

Misión imposible.

LA HERMANA DE MI MEJOR AMIGO - JENLISA ADAPTACIÓN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora