Marciana

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Esta mañana logré vencer al despertador, leí un par de letras y aprendí que ampuloso significa utilizar palabras rebuscadas para decir cosas sencillas, creo. Ese término es favorecedor para lograr quitar las etiquetas opulentas, el apego, la dependencia a esa ilusión de control que queremos obtener; pero, es descorazonador con mi alma creativa e impulsiva. Y eso que tengo síndrome de Tourette, no puedo controlar ni mi cabeza, ni mi arrolladora personalidad femenina.

Estoy consciente del alien que vive dentro de cada uno de nosotros y creo con firmeza que yo debo tener un poco más de eso. Después de todo, mi tipo de sangre es A negativo, aunque mi optimismo frente al futuro llega hasta Marte. Un optimismo tan grande e irreal que me hace capaz de ver entre la polución de esta ciudad gaviotas enfiladas en las avenidas, amarradas por los cables de la electricidad. Que me hace pensar que el edificio que se derrumbó sobre cien mil niños en Nepal sea una muestra de la milagrosa providencia, recordándonos lo frágiles que somos. Que me hace creer en el poder afrodisíaco de las fresas y en el poder de la homeopatía. Soy una víctima del placebo, de mi cuerpo.

Hoy, esta noche, descubrí que soy un objeto aterido por mis creencias, pasmado por querer ser, por darle rienda suelta a mi exigencia y no a mi potencial. Descubrí, bajo la helada cobertura otorgada por una luna morena, que la injusticia es justa para el que habita sobre los escombros de la realidad y que sólo me queda entender la destrucción de mis imágenes después del bamboleo de mi cabeza, cuello y ánimo, recomponer la escena con mis memorias fragmentadas y tratar de hablar sin adornos que magnifiquen mi constante autocrítica.

En Sucias ManosWhere stories live. Discover now