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La copa se llena de champagne poco a poco mientras el camarero tiene su mano detrás de la espalda.

—Que aproveche —dice una vez que acaba. Se va y veo al chico que tengo delante de mí.

Está muy contento viendo el plato que tiene delante de él. Es un Vincisgrassi lleno de bechamel.

Dante pasa su lengua por encima de su labio superior y sonrío al verlo.

—¿No vas a compartir conmigo? —pregunto bromeando.

Me mira y coge el tenedor y el cuchillo. Corta un trozo y alza el tenedor mirándome.

—A ver, abre la boca —dice y río al ver lo emocionado que está por darme de comer.

—Era una broma, Dante.

Él me ignora completamente y abro la boca. Se inclina en la mesa y deja el trocito de comida en mi boca, pero antes de acercar el tenedor, coloca una mano bajo mi barbilla.

Se sienta y me mira mientras mastico.

—¿Y bien? —pregunta mirándome.

—Está deliciosa —sonrío y me arrepiento de haber pedido espaguetis a la carbonara.

—¿Tanto como yo? —dice sin mirarme mientras corta otro trozo.

—Dante, ya basta —digo riendo escondiendo mi rostro en una mano.

Escucho su risa y vuelvo a mirarlo.

—Si te pones cachondo, no sé qué vamos a hacer. Es un restaurante bastante pijo —se encoge de hombros—. Creo que tiraríamos todas las decoraciones del pasillo y del baño —me mira y me señala con el tenedor—. No tengo ganas de pagar por todo lo que rompamos.

Río y controlo mi risa para que nadie nos mire de manera extraña.

—Entonces para de decir esas cosas —digo y comienzo a darle vueltas al tenedor sobre mi plato, cogiendo varios espaguetis—. Me conoces muy bien, Dante.

—¿Pero yo qué he dicho?

Se hace la víctima y ambos reímos.

Nos centramos en nuestros platos y ambos nos enamoramos de la comida.

¿Qué tendrá este restaurante? ¡La comida sabe exquisita!

—¿Qué tal los espaguetis, cariño? —sonrío al oír como me llama.

¿Ethan más enamorado? Sí.

—Están muy buenos. Tenemos que repetir algún día solo para venir a este restaurante.

—Y para estar solos con la naturaleza. En aquel árbol —asiento y mastico viendo lo que hace.

Escucha una canción a lo lejos y se levanta de la silla. Baila tipo baile de Thomas.

Río y escondo mi rostro mirando mi plato.

Sé que todo el mundo está mirando a mi novio.

No para de ser así. Esto me encanta.

Se sienta de nuevo y saluda a la gente con la mano. Todos lo ignoran, menos una familia que ríe y mueven su mano saludándolo.

—¿Qué haces? —le pregunto casi susurrando.

—Tengo mucha energía. Necesito liberarla —sonrío intentando no reír—. Además, comer comidas tan deliciosas, me hace muy feliz.

Sigo comiendo y puedo ver su rostro. Está comiendo poquito a poquito porque no quiere que su comida se acabe.

Dante |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora