24. Pᴏʀ sɪᴇᴍᴘʀᴇ, Lᴀ Oʀᴅᴇɴ ᴅᴇ ʟᴀ Pɪᴇᴅʀᴀ.

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En cuanto la calma y la paz volvieron a la dolida región, Jesse y el resto de sus compañeros tomaron el deber de regresar a la gente a su amada ciudad, considerando que ahora ya no había ningún riesgo por el cual temer

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En cuanto la calma y la paz volvieron a la dolida región, Jesse y el resto de sus compañeros tomaron el deber de regresar a la gente a su amada ciudad, considerando que ahora ya no había ningún riesgo por el cual temer. Les tomó horas reagruparlos y guiarlos por las rutas que anteriormente tomaron para escapar de la tragedia, pero al menos nadie se perdió en el proceso.

Cuando llegaron a la nación, los habitantes regresaron a sus amadas casas y estructuras, notando que ninguna de estas sufrió daños o fracturas por parte de los invasores. Dentro de ellas, intentaron recobrar la tranquilidad que habían perdido, buscando sentirse seguros de nuevo como si nada hubiese pasado. De ahí en fuera, la vida de la ciudad se vio cubierta con una tranquilidad inexplicable, siendo adornada con un hermoso atardecer que iluminaba las estructuras de la región.

Entre aquel ambiente lleno de silencio y paz, los Dungeons y líderes se reunieron con la Orden en la gran salida de la ciudad, con el triste propósito de despedirse de ellos. Ahora que habían dado fin a la gran amenaza, tocaba ahora solucionar el conflicto desde sus tierras, pero ahora, con el apoyo del noble administrador que estaba más que complacido en ayudar.

Entre abrazos y estrechamientos de mano, ambos mandos de guerreros se daban un último adios, agradeciendo infinitamente la ayuda que dieron para defender la ciudad y el gran apoyo que les proporcionaron para vencer a los rebeldes. Incluso dos enamorados no querían despegarse entre sí, aún sin aceptar que sus destinos estaban divididos por una brecha de distancia, más no de sentimientos.

Todo parecío acabar para todos en conjunto, menos para una familia que, apenas unida, debía de separarse otra vez.

A Jesse le costó mucho el despedirse de sus seres amados, pensando que el tiempo que estuvo con ellos no fue suficiente. El saber que tenía que despedirse de sus familiares le causaba mucho pesar, además de una tristeza que gobernaba su corazón. Si era sincero admitiría que no deseaba verlos partir, pero debía dejarlos ir. Ya no era una cuestión que pudiese controlar, o que lograse cambiar para su beneficio. Las cosas en ellos debía de continuar, y en cambio él también.

Casi entre lágrimas, Jesse se animó a darles un último abrazo, rodeándolos como podía a cada uno de sus familiares. Ellos, por su parte, correspondieron con la misma conmoción que el chico, rodeándolo con el mucho amor y cariño que sólo ellos podían darle. Sintió, por ultima vez, aquella calidez familiar que alguna vez sintió dentro de su corazón, y la misma que regresaba a él de una manera tan bonita y hermosa.

En cuanto se separaron, los ojos de todos parecieron derramar lágrima de dolor, o más bien, de tristeza.  En realidad, ninguno de ellos quería volverse a dejar de ver, pero la necesidad de regresar a las tierras rojas era más fuerte que su necedad, y pese a que la responsabilidad era más importante que sus sentimientos, estos parecían tener el control de la situación. Con mucho dolor y pesar, los cuatro familiares se dispusieron a marchar de regreso a su hogar, dejando una vez más al niño que tanto extrañaron, y el cual ahora los extrañará como nunca.

╔║[ ᴍᴄsᴍ: ᴇʟ ᴏʀɪɢᴇɴ ᴅᴇ ᴜɴ ɢʀᴀɴ ʜᴇ́ʀᴏᴇ ]║╗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora