Keitaro Yasuda, es una chica de 14 años que deambula por la calles de Tokyo buscando defender a las chicas de acosadores o pervertidos. Adoptando una constante imagen de chico logra vencer a sus oponentes sin que estos la subestimen por ser mujer, g...
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El fin de semana había llegado y como era costumbre me encontraba entrenando. Desde que había hecho el trato con Camila esta venía los fines de semana a acompañarme en el entrenamiento mientras me enseñaba algunas palabras en español. Hasta este punto mi abuela era la más feliz con este asunto, siempre se encontraba preocupada por mi falta de amistades, pero el tener presencia femenina en la casa la tiene más que animada y si ella es feliz, yo también... o por lo menos eso trataba, pues Camila no hacía más que intentar sacarme información sobre los "guapos pandilleros". No sabía cómo explicarle que ver rostros o cuerpos no era mi prioridad en la pandilla porque ya se lo había dicho mínimo dos veces en lo que va de tarde, pero particularmente hoy Camila parece no entender japonés.
— Llevas horas haciendo deporte, me canso de solo verte. — dice ella mientras me ve con una expresión de fatiga desde mi cama con un manga en su mano. — ¿Cuándo vas a parar?
Siguiendo con mi rutina de lagartijas le respondo con una sonrisa. — Hasta que no pueda más.
— Pero Kiki-chan, ya tienes el six pack, no necesitas hacer esto. — indignada por el sobrenombre que utilizó la miro con el ceño fruncido.
— No me llames así, solo mi abuela puede y sabes que tengo que hacerlo, debo ser igual de fuerte que un chico, no puedo dejar que me venzan como la última vez. — con una mayor convicción vuelvo a las flexiones de brazo con una mayor intensidad. — tengo que ser más fuerte para vencerlos.
Escucho un gruñido por parte de la morena el cual decido ignorar.
— "Amiga", deberías lucir tu belleza. — exclama la primera parte en español. Se levanta de la cama para quedar frente a mi y sentarse en forma de indio. — tu cuerpo es precioso; una cintura pequeña, piernas largas y es casi ridículo como tu cara es tan delicada con todas las palizas que te han dado, deberías sacarle provecho a eso.
— ¿Tendremos esta conversación de nuevo? — la miro aburrida mientras cambio de posición a una plancha baja.
La chica toma una toalla junto a mi y limpia el sudor de mi frente mientras le susurro un gracias. — Pero es que es ridículo el esconderte así, si supieran que eres mujer igual les patearías el trasero.
Detengo mi entrenamiento para verla de frente. — Esta es una sociedad en la cual una mujer puede verse fuerte, pero si el hombre siente que eres superior a él, buscará una manada para aplastarte. — sé que mis palabras salen más duras de mi garganta de lo que me gustaría hablarle a Camila, pero el coraje no me permite suavizarlas. — pero si te ven como un igual, te respetan y validan, el que me vean de esa forma hace que mi meta sea más lograble.
Suspiro agotada al ser consciente de las situaciones en las cuales me he envuelto. — No me mal interpretes, me encanta ser mujer y me gustaría poder usar esos hermosos conjuntos de ropa como los que tú vistes... solo que este es el camino que elegí y debo ser fuerte.
