Keitaro Yasuda, es una chica de 14 años que deambula por la calles de Tokyo buscando defender a las chicas de acosadores o pervertidos. Adoptando una constante imagen de chico logra vencer a sus oponentes sin que estos la subestimen por ser mujer, g...
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— Dilo después de mí, "weón de mierda".
Camila llevaba todo el receso enseñando a Baji-san diferentes insultos en español, o eso era lo que había entendido de la situación. Baji solo repetía las palabras que la morena le decía, gracias a las clases particulares que la morena me había obligado a tomar siendo estas obviamente dictadas por ella. Pude darme cuenta de que Camila en algunos momentos solo se aprovechaba y le hacía decir uno que otro auto insulto, no la culpo, es divertido ver cómo el pelilargo muestra su gran sonrisa lobuna mientras dice: "tengo el pico chico", si el chico supiese lo que está diciendo seguramente la golpearía, pero dejemos que muera en la ignorancia.
Por otra parte, Chifuyu y yo nos encontrábamos disfrutando de ricos mochis hechos por mi abuela, tratando de no interrumpir las lecciones privadas del pelilargo, mientras el rubio me preguntaba constantemente en susurros que era lo que significaban las palabras que le estaban enseñando a su amigo.
— ¡Muy bien! — exclamó la morena felicitando al pelinegro. — Kei, este conchesumadre tiene talento para el español.
— Es porque eres buena profesora — le dije acariciando su cabeza mientras le acercaba un mochi y esta lo toma con una linda sonrisa.
Después de mi desafortunada ida a la enfermería, ambos capitanes se habían acercado a nosotras durante los descansos preocupados por saber si me alimentaba lo suficiente como para no volver a desmayarme, según ellos lo hacían porque si volvía a pasar la señorita Tanaka los regañaría y a pesar de que les dejé claro que no volvería a pasar — pues ellos no eran los únicos que estaban amenazados — siguieron viniendo en cada receso. Como era de esperarse Camila con su despampanante personalidad les agradó rápidamente, lo que me hacía las cosas más fáciles, pues no tenía que hablar tanto en las conversaciones.
Nadie había querido tocar el tema del enfrentamiento, éramos conscientes que mañana 29 de marzo sería el gran día en el cual podría terminar con lo que había comenzado hace unos años y por fin vencer oficialmente a esta asquerosa pandilla.
***
Mientras intentaba copiar las palabras que el profesor de inglés escribía en el pizarrón, mi mente vagaba por diversas formas en las que mi puño podría dejar inconsciente a algún desgraciado. No sé de dónde saqué la capacidad, pero en mi cuaderno se encontraba todo lo que el profesor había dicho a lo largo de la clase, supongo que el modo automático de mi cuerpo se puso en acción, ¿por qué no había pasado esto antes? No tengo la menor idea, sin embargo, me habría sido muy útil.
Al terminar la clase y a penas el profesor se retiró del salón Camila salta a mi espalda y se aferra a ella como si de un koala se tratase, intentando bajarla gruño con molestia.
— ¡AHHH! ¡Camila, bájate, me ahogas! — una de mis manos intenta afirmar su pierna para que no se caiga, mientras la otra busca despegar su brazo de mi tráquea para que me permita la circulación de aire.
