Keitaro Yasuda, es una chica de 14 años que deambula por la calles de Tokyo buscando defender a las chicas de acosadores o pervertidos. Adoptando una constante imagen de chico logra vencer a sus oponentes sin que estos la subestimen por ser mujer, g...
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Baji y Matsuno-san me habían traído a un edificio claramente abandonado; el polvo, las vigas de metal por el suelo y la gran cantidad de telarañas lo dejaban más que claro, excepto por un rastro de pasos que indicaba reciente actividad. Tal como lo supuse el rastro de pies llevaba a la habitación a la cual fui guiada. En el lugar se encontraban ya 5 personas; un chico con una cicatriz en el labio, a su lado uno alto y delgado con ojos enormes, siendo ellos dos los que se encontraban más alejados del resto. Sobre una mesa se encontraba un chico quizás de mi porte o menos comiendo unos pasteles de dulce, a su lado un chico realmente alto, su cabello rubio rapado de ambos lados y en uno de ellos un tatuaje de dragón deslumbraba, tengo que reconocer que era algo intimidante. Dentro de todos ellos, lo que no esperaba era encontrar al hermano de Mana-chan, supongo que ahora entiendo un poco, este chico pertenece a la pandilla, eso deja las cosas más claras.
— Baji. — exclama con entusiasmo el chico rubio que se encontraba comiendo su dulce.
— Mikey. — responde el pelinegro con una sonrisa.
— ¿A quién trajiste? — pregunta el chico sin una real fascinación, su atención estaba en su comida con una expresión tiernamente infantil.
— La sombra Kei quiere hablar contigo. —cuando escucho a Baji-san decir esas palabras inclino mi espalda en señal de respeto.
— Mikey-san, quisiera ingresar en su pandilla. — dije pudiendo observar solo una gran cantidad de polvo bajo mis zapatos a causa de mi reverencia.
— Woh... interesante, no pensé que tuvieses ese perfil, Shadow-chan. —su tono extrañamente amigable me desconcierta y levanto mi vista al chico, quien me mira como si me estuviese escaneando.
Al sentirme analizada enderezo mi espalda.
— Es verdad, en circunstancias normales no lo haría, ni siquiera me lo había planteado hasta hace unos días. — el chico del dragón me mira alzando la ceja con una clara posición de defensa, supongo que eso sonó algo sospechoso. — pero tengo una misión y no podré cumplirla solo.
— Y ¿de qué misión estamos hablando? — el líder se pone de pie y comienza avanzar hasta donde yo me encuentro con una expresión de intriga, parece que había conseguido llamar su atención.
— Ser la fuerza de quienes no pueden defenderse solos, especialmente de las chicas. — dije, sin desviar mi vista de sus intensos ojos color negro.
— ¿Por qué de las chicas?
— Eso es algo que no necesitas saber. — mi voz que se había mantenido grave y suave hasta el momento, pero se oscureció notablemente en mi respuesta.
Con aparente enojo el chico del dragón se acerca a mí y tomándome de mi chaqueta me levanta leventemente. Sin parecer sorprendida mi vista se enfoca en sus ojos sin una pizca de miedo o sorpresa.
