Mis nudillos que tantas veces se encontraron bañados de sangre de despreciables pervertidos, estas semanas solo conocen mi sangre junto a las costras formadas y arrancadas con prácticas y entrenamientos.
Cuando cae la noche y mi abuela comienza a dormir, envuelvo parte de un frondoso árbol — que según mi abuela ya era grande cuando llegó junto al abuelo a esta casa — con una sábana doblada amarrada con cuerdas para que no se deslice, minimizando el daño a mis nudillos, pero por más que esta tela impida que mis manos terminen llenas de astillas, luego de tantas repeticiones practicando el golpe; la fuerza y la técnica que debo ejercer para crear mayor daño, mis nudillos se abren y comienzan a manchar la sabana de color carmesí. No me detengo, no tengo tiempo para detenerme, debo ser más fuerte, debo ser más certera, debo ser intocable.
La sabana termina casi en su totalidad cubierta de manchas color vino gracias a la sangre seca, por más que lo intente no puedo dormir más de dos horas seguidas. El reloj marca las 5, salgo a correr, tratando de batir mi récord de velocidad y distancia, si quiero ganar debo rendir el doble o no lograré un cambio y volveré a perder. Mientras más arden mis músculos y ruegan descanso, mas continúo exigiendo, sé hasta donde llegar para no crear un desgarre que me dejara fuera de combate, por lo que puedo seguir, pero siendo sincera, no pienso detenerme, aunque eso llegue a pasar.
Durante el desayuno mi abuela no menciona mis vendas en las manos, ya que, dentro de todo, unas cuantas vendas en los nudillos no son nada comparado a cuando llegué después de la golpiza que me dieron los tréboles blancos la primera vez, si Camila no fuese tan buena en lo que hace, definitivamente habría perdido el ojo esa noche o como mínimo habría quedado con grandes secuelas. Intento escuchar su risa o ver su sonrisa durante la comida, esa melodía cantarina y algo rasposa a causa de la edad es lo que me da la energía necesaria para mover los pies camino al colegio.
Durante este tiempo he intentado evitar a Matsuno-san por lo sucedido, sé muy bien que no fue su culpa, pero mi orgullo no me permite ignorar la situación tan rápido, aunque parte de mi quiere verlo y hablar con él junto a Baji-san. Creo que es algo que me repito mucho últimamente, pero ya hace mucho dejé de hacer lo que quiero, solo debo cumplir con mi misión y para eso debo entrenar sin descanso o lo suficientemente duro para no tener una lesión muy significativa... aunque... eso es relativo.
Mi mente es un lio, no soy capaz de concentrarme en las clases y mis notas han bajado últimamente, no al punto de reprobar, pero ya no son destacadas como lo fueron hace unos meses... "No puedes decepcionar a la abuela". Las preocupaciones se sumaban, no quería defraudar a nadie tengo que cumplir con todo lo que me propongo o simplemente lo perderé todo, tengo que ser más, debo dar todo de mi, debo ser invencible, era lo que recorría mi mente mientras caminaba por los pasillos tratando de llegar a los baños para mojar mi rostro y despejar mis preocupaciones, con mucha suerte sería capaz de poner atención a alguna clase.
¿Por qué todo se pone nublado? ¿Por qué el suelo está tan cerca? ¿Por qué mis piernas no reaccionan?
***
ESTÁS LEYENDO
Oculta ║ Tokyo Revengers
FanfictionKeitaro Yasuda, es una chica de 14 años que deambula por la calles de Tokyo buscando defender a las chicas de acosadores o pervertidos. Adoptando una constante imagen de chico logra vencer a sus oponentes sin que estos la subestimen por ser mujer, g...