·C A P Í T U L O: 3·

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Excitante...

Hoy es el día de ir a conocer a otro Psiquiatra ¡Uy que emoción!. -Nótese el sarcasmo.

¿Que más se puede hacer?

Cuando no estoy con mis cabales fuera de órbitas me pongo a pensar que...

A veces me gustaría haber nacido normal, tener la dicha de poder sentir, de poder amar ciegamente, de poder sentir: miedo, alegría, nervios, entre otras sensaciones y emociones que existen.

Lo irónico es, leer cada una de ella para poder imitarlas es asfixiante

Pero no, después veo todo el rollo de lo que las susodichas ocasionan en la gente y se me pasa.

Prefiero quedarme así, sin sentir una mierda.

¿Como pueden dejarse llevar por lo que sienten? O sea, ¿no piensan? Les gusta dejarse llevar y después andan por ahí con la cola entre las patas.

Bueno, aunque tengo que admitir que es divertido ver a otros sufrir por no pensar ni razonar con la cabeza.

Bueno, pero ¿Que más da? Menos mal vivo con cuatro personas que sienten y transmiten más de lo debido, algún día les agradeceré que sin querer me enseñaron a copiar y pegar sus emociones.

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Después de terminar todas mis clases y obligaciones en la uni, me adentro al consultorio del Psiquiatra experimentado que ha traído, West.

¿Y West? Hoy no me pareció verla por ningún lado.

Ni idea, seguro que no nos quiso deslumbrar con la belleza con la cual se despertó hoy.

Al llegar al consultorio del Dr... No me acuerdo su nombre, tengo que esperar unos cinco minutos para que el galante pueda atenderme.

-Señorita Sinclair, puede pasar.-Me dice una chica que ni se quien demonios es.

Camino hasta llegar a la puerta del Dr. Vaismann, pero como mi profesión es entrar sin tocar, solo entre y me adentre a su consultorio.

—Merlina Sinclair, ¿no?.—me mira.—pase y tome asiento por favor.


Cierro la puerta de un portazo y me siento en los sillones requeridos.

—Ya veo que si sabe donde debe tomar asiento.—me sonríe y se sienta en el otro sillón con una pluma y una libreta.

Ay ya se por donde joderte, Vaismann.

Alguien no ha leído nuestro informe clínico.

—¿Puedes hablar?

Asiento.

—Bien, Merlina...

—Señorita Sinclair.—lo corrijo

—Ok, señorita Sinclair. Vamos a comenzar entonces.

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