Te quiero

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Hola! Ya estoy de vuelta después de un largo descanso...siento haber tardado, pero no daba a basto, demasiado que hacer, que estudiar, que dormir.Pero ya acabó la espera y viene lo bueno, gracias por esperar pacientemente y disculpas otra vez(〜^∇^)〜.
-¡Chicos!¡Tenéis que ver esto!—Los llamé
Holly, Sam, Abel y Alex se acercaron.Sonia se quedó con Pat ya que seguía dolorida y al parecer su tobillo no tenía buen aspecto.
-¿Que pa...?—Alex no acabó la pregunta.
El cartel podía verse reflejado en los ojos de mis cuatro compañeros.
-¿Que vamos a hacer?—pregunté, sacándoles del trance.
-Deberíamos alejarnos, no arriesgaremos nuestras vidas.—zanjó Holly.
-Pero estamos sin comida, ni agua, ni gasolina;salir ahí otra vez en esas condiciones es un suicidio.—explicó Alex.
-Pero ya has leído el cartel...es como meterse directamente en la boca de lobo. —dijo Sam, con un tono de preocupación marcado.
-Además, Pat y Sam no están al cien por cien...—añadí.
-Nos iremos, es una tontería entrar ahí;si nos vamos tendremos mas posibilidades de sobrevivir.—dijo Holly.
-Pero Alex tiene razón, no tenemos nada.—Dijo Sam en tono apesadumbrado.
-Aun así, yo creo que Holly tiene razón.—sentencié.
Abel estaba pululando alrededor del cartel, observando detalladamente.
-Bien, entonces nos iremos y probaremos suerte en otro lugar.—decidió Holly.
-No.—dijo Abel secamente.
-¿Cómo que no?—preguntó Holly, irritada.
-Porque es un truco tan absurdo y desesperado que resulta incluso insultante. —respondió Abel tranquilamente.
-Explícate.—exigió Alex.
-Es muy sencillo:si observas puedes darte cuenta de que todo está demasiado limpio allá dentro, o de que la valla está arreglada y reforzada en varios puntos.—hizo una pausa para girarse hacia la valla.—allí, allí y allí.
-Pero eso no quiere decir nada.—contradijo Alex.
-Bueno, si eso que os he dicho no os vale, puedo contaros que nos están vigilando desde la segunda ventana del edificio rojo.—dijo Abel.
Holly prestó atención disimuladamente y en efecto distinguió una figura que, al advertir que observaba la ventana, desapareció de ella.El cartel no era mas que un estúpido truco para alejar a los idiotas, nosotros incluidos.
-Tienes razón, pero, ¿Como entraremos?—preguntó Holly.
-A juzgar por este estúpido pero efectivo truco apuesto a que, o son pocos o no tienen apenas armas.—explicó Abel.
-O ambas.—completé.
-Exacto.—confirmó Abel.
-Pero, y si os equivocais, ¿Que?—contestó Holly.
-Para evitar eso, utilizaremos la cabeza Holly, ya lo sabes, yo siempre uso la cabeza.—respondió Abel carente de humildad.
-Muy bien, ¿Que has pensado?—inquirió Alex.
-¿Cual es la base de todo buen ataque?—preguntó Abel, levantando una ceja y sonriendo de lado.
-Una buena estrategia.—respondimos Holly y yo al tiempo.
-Exacto.—respondió Abel disfrutando.
-¿Y bien? —preguntó Sam.
-Muy fácil...montaremos revuelo.—dijo.
-Pe...—no la dejó acabar.
-Déjame terminar.—hizo una pausa.—Saben que estamos aquí, nos están vigilando, pero —repitió la pausa y nos miró uno por uno.—Si acabamos con todos, excepto uno, ese uno irá por ayuda.
-Y entonces les estaremos esperando...—continuó Sam pensativo.
-Muy inteligente—elogié.
-Gracias.
-Pero, no son caminantes, son supervivientes, no podemos masacrarlos.—contrarié.
-Es lo que debemos hacer.—respondió Abel fríamente.
-Claro que no, son personas racionales por el amor de dios.—discutí.
-Ya claro, pero necesitamos alimento y combustible, apuesto a que no son partidarios de compartirlos.—apostilló Alex.
-Las cosas pueden hablarse.—respondí.
-Asúmelo Lucy, esto ya no es como antes, el mundo ha cambiado la ley es matar o morir.—me dijo Holly apretando la mandíbula, se notaba que a ella también le costaba hacer esto.
Fruncí el ceño disgustada y disconforme, pero aún así tomé parte en el ataque, necesitaba sobrevivir, por mi hijo, por Marcos.Los siguientes 15 minutos fueron una orquesta de disparos en ambas direcciones, podía oír el silbido de las balas a mi alrededor.La consigna era clara, apuntar, disparar, correr, disparar, apuntar, correr.Podía verlos caer de las ventanas y estrellarse contra el suelo con mucha violencia.La mayoría eran chicos y chicas jóvenes.Además, teníamos que estar atentos para defendernos de los caminantes que llegaban atraídos por los disparos.Acabamos con todos, uno tras otro, y dejamos a un chico, que corrió hacia la parte de atrás del complejo.En ese momento comenzó nuestra colocación, nos abrimos en abanico alrededor de la valla en puntos estratégicos para no ser vistos ni alcanzados, mientras Alex abría un hueco en la valla justo en medio del abanico.Cuando los hombres comenzaron a aparecer le estábamos esperando, y, simplemente comenzamos a disparar.Los caminantes que aparecían con mas frecuencia y de todas partes, entraban a través del hueco de la valla por lo que nuestros enemigos tenían que luchar también contra ellos.Fue una verdadera masacre, los veía saltar por el impacto de las balas sobre sus cuerpos, oía sus gritos de dolor y también cuando los caminantes devoraban a los heridos.De vez en cuando desviaba la trayectoria de mis balas para matar a algún que otro caminante.El calor era casi insoportable, sentía las gotas de sudor deslizarse por mi cara, nuca y espalda:pronto llegaría el verano.Nosotros cinco seguíamos disparando, acabando con ellos, de los heridos se encargaban los caminantes.Había cuatro o cinco arrodillados alrededor de cada cuerpo aproximadamente y algunos mas que avanzaban torpemente.Todo estaba llenándose de sangre, casquillos y cadáveres, nuestro plan estaba dando resultado.Sonia y Pat seguían en el coche alejadas.Todo iba según lo planeado, teníamos munición, no habíamos recibido un solo disparo y los eliminábamos sin dificultad. Pero de un momento a otro sentí el crujir de una ramas mi espalda y al girarme me quedé blanca:una legión de hombres enormes nos apuntaban, jaque mate.
Tiré mi arma y levanté las manos y mis cuatro compañeros imitaron mi acción.
-Atadlos.—ordenó un hombre pelirrojo.
Los gorilas armados siguieron sus órdenes y nos ataron, nos quitaron las armas y nos llevaron dentro del complejo, la cosa no tenía buena pinta.Nos hicieron caminar hasta una especie de celda aislada con las paredes de hormigón en la cual nos sentaron en sillas, nos ataron y nos vendaron los ojos, para después dejarnos allí durante horas.La estancia estaba en silencio, solo perturbado por nuestras respiraciones y el ruido del forcejeo de Sam para desatarse desesperadamente. La temperatura era baja a diferencia de la humedad que era elevada, hacía grandes esfuerzos por no tiritar.Las cuerdas me apretaban demasiado y apenas sentía los dedos de las manos y lo que me tapaba los ojos me rozaba la piel y me provocaba una sensación muy desagradable.Sentía la boca seca, hacía un montón que no tomaba nada líquido. Supe que habían vuelto al escuchar el chirrido de la puerta al abrirse y después los pasos tranquilos, casi arrogantes, de alguien que se paseaba por la estancia.
-¿Porque lo habéis hecho?—preguntó una voz.
-Queríamos sobrevivir.—respondió Alex como si fuera demasiado obvio.
-Nosotros no somos el enemigos, esas criaturas lo son.
-Necesitábamos lo que vosotros tenéis.—respondió Alex de nuevo.
-¿Y por eso nos matáis?
-Apuesto a que entre vuestros planes no estaba el de darnos vuestros suministros. —escupió Alex.
-¿De donde venís?—cambió de tema.
-De ninguna parte.—me adelanté.
-Oh...¿Y adonde vais?—preguntó.
-A ninguna parte.—contesté.
El lugar se quedó en silencio, solo interrumpido por el repiqueteo de los pasos de nuestro interlocutor.
-Amigo, soltad a las chicas, quedaos con nosotros pero soltadlas.—pidió Sam.
-¡No!—gruñó Holly.
-Hol deja el orgullo.—reprochó Alex.
-¿Porque debería hacerte caso?
-Porque ellas no tienen la culpa, fuimos nosotros, además una de ellas está embarazada.—explicó Sam.
-Mmm...—susurró.
-Por favor.—pidió Alex.
-Ninguna de estas dos está preñada.—dijo con desdén.
-Eso no es cierto.—contrarió Sam.
Se oyó un golpe y un quejido proveniente de Sam.
-Es cierto.—grité.
-Ya claro...—siseó con desprecio.
Después sentí el escozor de una bofetada en mi mejilla al tiempo que oí el fuerte impacto. Sam comenzó a forcejear de nuevo a la vez que gritaba improperios y maldiciones.Una lágrima mojó el trapo que me cubría los ojos pero no mostré debilidad, pues es lo que él buscaba.
-Baja la cremallera de mi chaqueta, solo son tres meses y no se nota porque la chaqueta me cubre el vientre.—explico en voz baja, disimulando lo roto de mi voz
Casi podía oír como se debatía, hasta que por fin los pasos sonaron avanzando en mi dirección y luego sentí las manos de ese cerdo por mi cuerpo, pero aguanté sin dejar escapar ni un solo sollozo.Más tarde bajó la cremallera bruscamente, para después apartar la tela de la chaqueta y dejar a la vista mi embarazo.No volvió a tocarme más, y tras un par de minutos sentí la puerta cerrarse y respiré aliviada.Había dejado mi chaqueta desabrochada y debajo solo llevaba una camiseta de manga larga que quedaba estirada por mi barriga, así que no podía dejar de tiritar.
-Lucy, ¿estás bien?—me preguntó Holly mientras me agarraba la mano.
Estábamos situados espalda con espalda Holly conmigo y Sam con Alex.
-Si...he estado mejor.—respondí mientras mis dientes castañeteaban.
-Estas helada.—apuntó Holly.
-Tengo mucho frío, además ha dejado mi chaqueta desabrochada.—Siseé.
-Aguanta Lucy, saldremos de esta.—Hizo una pausa.—Te lo prometo.—aseguró Sam.
Los tiritones se sucedieron sin cesar.Tras un tiempo,no sabría decir cuanto,minutos...horas...
-Cogedla.—oí una voz proveniente de la puerta.
Poco después sentí como me desataban las manos de la silla y me soltaban los tobillos.Al tratar de levantarme como me ordenaron, mis pies, demasiado entumidos para soportarme, cedieron y caí al suelo.Aun seguía con los ojos tapados por lo que no sabía quien me sujetaba, pero un par de manos agarraron mis brazos y me pusieron en pie hoscamente para después hacerme andar hacia, lo que supuse, que era la puerta.Mientras caminaba como si fuera un condenado en el corredor de la muerte oía los gritos desesperados de Sam pidiendo cambiarse por mi y suplicando que me dejaran con vida.Oí la puerta a mi espalda y seguimos avanzando en dirección recta.La verdad es que no luché por liberarme, ni por tratar de escapar pues sabia que era inútil y solo lograría adelantar mi final, sin siquiera una oportunidad de escapar.Avanzaba con paso lento y seguro, con la cabeza bajada y sin miedo, dispuesta a enfrentar cualquier final.A veces parecía que andaba demasiado despacio para el gusto de mis "escoltas" así que recibía empujones, estuve a punto de caer varias veces.Después de un rato caminando en línea recta giramos hacia la derecha y oí el sonido de unas puertas automáticas.Al entrar en la estancia la atmósfera cambió, se podía disfrutar de un ambiente cálido, acompañado de un agradable olor a limpio.Me sentaron sobre una superficie blanda, similar a un colchón, y con cierta brusquedad retiraron lo que me tapaba los ojos.Al principio la luz demasiado blanca me cegó, incluso noté como los ojos se anegaban de lágrimas.Cuando la imagen se aclaró observé todo con detenimiento, me encontraba sola con un individuo con camisa blanca y corbata azul además de unos pantalones de traje.Me llamó la atención que fuera tan arreglado.Observé mis muñecas atadas y poco a poco fui prestando atención a la estancia.Era un lugar muy bien equipado, parecía una habitación de un hospital del futuro, o un lugar de investigación.Al ver correas en los laterales de la camilla en la que estaba sentada empecé a alterarme.Crucé miradas con el hombre que me había traído hasta aquí, ayudado por dos mas, que seguramente y por petición del susodicho nos habían dejado solos.
-¿Que es este lugar?—me atreví a preguntar.
-Túmbate.
-No, ¿para que?
-Es sencillo, te callas y te tumbas o te callo yo y te tumbo a la fuerza.—contestó sin si quiera mirarme.
Me habló con tanta hostilidad que me quedé boquiabierta, y decidí que lo mejor sería tumbarme.Se acercó a la camilla y comenzó a rodearla, mientras yo le seguía con la mirada.
-Así que, dime¿Es cierto que estas embarazada?—preguntó cambiando su tono a uno mas suave.
-Si.—respondí seca sin perderle de vista.
Agarró mi tobillo derecho y yo tiré de el fuertemente para liberarlo del agarre.
-Sh..tranquila no me hagas sedarte.—dijo agarrando mi tobillo de nuevo.
Tenía la cabeza embotada y no sabía que era lo que pretendía.Me mostré lo mas tranquila posible mientras buscaba con la mirada algo que pudiera ayudarme.
-¿Como habéis llegado hasta nosotros?—interrogó mientras apretaba la correa alrededor de mi tobillo.
-Escapábamos de los caminantes.—respondí distraídamente mientras trataba de llegar a un bisturí sin ser descubierta.
-¿Sois más?
-No.—conseguí agarrar el bisturí antes de que se percatara y lo escondí bajo mi cuerpo.
Mientras él acabó de atarme y asegurar las correas.Entonces se puso unos guantes de látex, cogió otro bisturí algo mas grande que el que yo escondía y vino con paso decidido hacia mi.
-Vamos a ver que llevas ahí adentro.—dijo en tono siniestro.
-No, por favor no...—supliqué.
Sentía la adrenalina recorrer mi sangre e inundarme cada parte de mi torrente sanguíneo.Así fuertemente el bisturí con los dedos a la espera de que se acercara a mi lo suficiente...no iba a dejar que me abriera en canal.
-Solo dolerá un poco, luego caerás inconsciente.—acompañó la frase con una risa malévola.
De repente un golpe seco hizo que diera un paso hacia mi mientras se llevaba la mano libre a la nuca, eso me dio la oportunidad perfecta y sumerjí el bisturí en su estómago.
-Tranquilo...solo dolerá...un poco.—hice fuerza para encajar mas la punta aunque me veía limitada por las correas.—luego caerás inconsciente.—repetí con rabia
Agarró el objeto incrustado en sus entrañas con ambas manos, mientras la sangre le manchaba la ropa y caía de su boca en cascada...Al apartarse vi a quien había golpeado al individuo lo justo para darme el gusto de acabar con él yo misma:Pat.
-¡Lucy! ¿estas bien?—preguntó abrazándome.
-Si...igual si pasan unos minutos mas no estaría tan bien...
-¿Este cerdo no te ha tocado no?—preguntó con desprecio.
-No...desátame, hay que ir a por los demás
-Si..enseguida.
-¿Donde está Sonia?—pregunté mientras me soltaba la muñeca.
-Ha seguido adelante por los pasillos.—dijo soltándome la última correa.
-Vamos, hay que encontrar a los demás... —dije caminando hacia la puerta.
Por el camino, Pat me pasó una navaja para poder defenderme.Corrimos por los pasillos laberínticos, buscando algún indicio para encontrar a los demás.
Oí un golpe y después se oyó una voz de mujer que se quejaba. Nos apresuramos por los pasillos siguiendo el sonido de su voz.Al llegar ni siquiera paré, degollé a los dos gorilas que rodeaban a Sonia y luego pregunté.
-¿Estás bien?
-Si...me pillaron desprevenida.—dijo sobándose un chichón en la parte de la coronilla.
-Tenemos que seguir.—espoleé.
-Espera, ¿tu estás bien?—me paró Sonia.
-Si, no te preocupes.Ahora sigamos, no podemos perder tiempo.—contesté.
Continué mi camino con decisión sin esperarlas, y tuvieron que acelerar el paso para alcanzarme.
Al fin me topé de narices con la enorme puerta oxidada que guarecía a mis cuatro amigos, y con ella, a dos gorilas más...¿Es que no se van a acabar nunca?Disparé con la pistola que le había arrebatado a los dos anteriores, sin dar tiempo a reacción pero no en la cabeza...les dejaría levantarse como uno de ellos así destruirían este lugar por completo.Pat recogió las llaves del cinturón de uno de ellos y comenzó a probar para averiguar cual de ellas era la que precisábamos.Cuando la puerta se abrió respiré tranquila:estaban todos y al parecer estaban bien.Últimamente vivía en un constante suspirar:de alegría, de alivio, de tranquilidad, de tristeza...al menos empezaba a controlar las lágrimas.
-¡Chicos!¿Estáis bien?—preguntó Pat.
-¿Pat?¿eres tu?—respondió Holly.
-Si somos nosotros, tranquilos os sacaremos de aquí.—respondió.
-¿Sacaremos?¿Donde está Lucy?¿La habéis encontrado?—se inquietó Sam.
-Si Sam, estoy aquí, estoy bien.
-Vamos, hay que salir de aquí cuanto antes —urgió Sonia.
-Vamos desatemoslos, aun hay que conseguir lo que necesitamos para seguir.—dije.
Una vez los hubimos desatado, salimos de aquel cuartucho y volvimos a sumergirnos en los laberínticos pasillos, en busca de las provisiones que nos faltaban.Encontramos a varios hombres armados que intentaron atacarnos, sin éxito.Los matábamos pero sin acabar con su cerebro, para que así ellos mismos destruyeran ese lugar.
Después de muchas vueltas, terminamos en un lugar que parecía la cocina, entramos y recogimos todo lo que pudimos en tiempo récord.Cuando quisimos darnos cuenta a lo lejos, por los pasillos, se oían a los enviados por los altos cargos de este sitio y también el murmullo de los ya fallecidos cumpliendo su función de acabar con el lugar.Nos apresuramos a salir por la puerta trasera de la cocina y pensamos una manera de salir de ese lugar sin ser asesinados, ya solo quedaba un paso:conseguir otro vehículo para que cuando el nuestro no diera mas de sí debido a la escasez de carburante, pudiéramos seguir nuestro camino sin más dificultad que mudar las cosas de un coche a otro.Avanzábamos sin dejar a nadie atrás,y con los ojos muy abiertos, para evitar toparnos de narices y sin protección con algo no deseado, porque recordemos que por muy peligroso que sea un caminante, la maldad de un ser humano vivo, es mucho mayor en todos los sentidos, así, como su peligrosidad.Cuando encontramos la salida de aquel...zulo, (por describirlo de alguna forma) todos corrimos hacia ella.
-¡Vamos!¡Es por aquí!—Gritó Pat, corriendo hacia la puerta.
-¡No!¡Para!¡Detente!—Pidió Abel, también con un elevado tono de voz.
No entendí nada hasta que, al abrir una rendija en la puerta, un balazo impactó contra la misma cerrándola de golpe y haciendo caer a Pat de culo.
-Te dije que no lo hicieras.—le reprocha Abel, supongo que no se dio cuenta de que la chica se había hecho daño además de estar bastante asustada.
-¡Cierra esa puerta!¡Encájala!—ordenó Holly, mientras se acercaba a Pat para ver como estaba.
Alex corrió todo lo rápido que sus piernas se lo permitieron y tiró del armatoste de hierro que seguía recibiendo balazos a diestro y siniestro.Tocaba pensar una forma para salir de allí sin acabar como un colador.Me acerqué a Pat para averiguar si no había recibido ningún disparo:
-¿Como te encuentras Pat?
-Creo que bien...en realidad, solo ha sido el susto.—dijo dándose unas palmadas en el pantalón para sacudirse.
-Ven, te ayudo a levantar.—comenté teniéndole la mano.
-Gracias.—dijo sonriendo, como siempre.
La ayudé a ponerse en pie y caminé hacia el grupito que se había formado a unos pasos de la puerta cerrada(que minutos antes, había dejado de ser objeto de las balas).
-Por aquí no podremos salir.—escuché decir a Sam.
-Si lo intentamos, lo único que conseguiremos será una bonita ración de plomo.—Añadió Alex.
-¿Y entonces que haremos?—La pregunta salió de mi boca sin que tuviera tiempo de callarme.
-Tendremos que enfrentarnos a lo que dejamos atrás.— Suspiró Holly.
-Vamos cerebrito espabila, necesitamos una solución para esto—Dijo Alex, refiriéndose a Abel.
Los cuatro nos giramos hacia él, que estaba mirando la puerta fijamente, como si quisiera atravesarla, y esperamos su respuesta.Para ser sinceros, la mayoría esperábamos que él nos solucionase la papeleta.
-Tal vez...si uno consiguiera cruzar, podría traer el coche y podríamos escapar.—Dijo pensativo.
-Eso es un suicidio.—comentó Sam.

Los Muertos CaminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora