Desastre Duelo Y Dolor III

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Sentí el impacto de la bala antes de llegar al suelo, con los ojos cerrados por el mareo.


No vi nada.


Cuando quedé tirada en el suelo empecé a sentir los hilillos de sangre caer por mi cuerpo y manchar mi ropa hasta empaparla. Noelia ni siquiera intento evitar que Almudena escapase, corrió hacia mí y levantó sutilmente la parte superior de mi cuerpo para apoyarme sobre sus rodillas.


-¡Lucy! ¡Vamos no cierres los ojos!- Ordenó.


Intenté hacerle caso, abrir los ojos y mirarla pero me era muy difícil mantener los ojos abiertos.


Por el mareo.


Por el disparo.


Noté como un segundo par de manos retiraba los mechones de mi pelo que me caían por la cara y trataban de hacer que abriese los ojos.


Me sentía tan aturdida en ese momento, por el dolor, por el vértigo, por los disparos, por los caminantes, por la situación en general.


Intenté con todas las fuerzas que aun no me habían abandonado, abrir los ojos. Porque necesitaba saber que había pasado con Mariangeles y que estaba pasando conmigo.


Tenía la sensación de estar perdiendo mucha sangre por una herida que no ubicaba. Apenas estaba consciente, incluso después de que el mareo pasase. El disparo me hacía perder sangre lo suficientemente rápido como para ser incapaz de recuperar del todo la consciencia. Las palabras de Noelia, que trataba de conseguir que no me durmiera, no eran más que un eco en mi cabeza y por primera vez oí y reconocí la voz de la otra persona: Gabi.


Logré abrir los ojos con pesadez y con una potente lucha interna y lo que vi me causó un fuerte impacto.


Mariangeles se desangraba en el suelo por un disparo en el pecho.


Y Gabi tenía un arma en sus manos.


Entonces entendí todo lo que había pasado: Gabi fue quien disparó a Mariangeles, para salvarme. Había llegado de la nada para salvarme de una parte del pasado, que reaparecía, con el firme propósito de tirar por tierra todo aquello por lo que había luchado. Gabi apareció justo cuando el lobo se quitó la piel de cordero.


Aunque aun así había conseguido dejarme herida de muerte.


Noelia pasó mi brazo por sus hombros e hizo fuerza para levantarse, y a mi con ella. Gabi, que estaba matando algunos caminantes, corrió a ayudarnos como pudo, sirviendo de apoyo. Ella aun estaba débil para servir de demasiada ayuda por lo que Noelia tenía que arrastrar mi cuerpo casi sin ayuda. Al pasar junto a Mariangeles, pude ver con dificultad, como aun seguía agonizando mientras la sangre salía a borbotones de su pecho, y de su boca.


Gabi la miró,


apuntó


Y apretó el gatillo.


Aparté la vista antes de que la bala acabase con ella, cuando volví a mirarla yacía inmóvil mientras la sangre seguía saliendo de su pecho.


Y ahí se cerraba un capítulo de mi vida pasada, mucho antes de todo esto. Me reconforta saber que al menos al final supe luchar por lo mío y dejar de ser la niña sumisa que era antes de toda esta locura.


El sonido de las balas a nuestro alrededor era incesante y aturdidor. Sabía que era crucial que ejerciese presión en la herida pero mi conocimiento desaparecía por momentos. Noelia y Gabi seguían tirando de mi y a la vez hacían desaparecer los caminantes que llegaban a ser una amenaza. En un par de ocasiones intenté preguntar hacia donde estábamos yendo, pero sentía la boca tan seca que me arrepentía en el último momento.

Los Muertos CaminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora