Desastre, Duelo y Dolor parte II.

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Marcos me persiguió por los pasillos pidiéndome explicaciones durante un rato, hasta llegar a la puerta de nuestra habitación.
-Eh ¿Puedes dejar de pasar de mi y explicarme que significa eso que le has dicho a Ever?—Preguntó mientras me giraba tirando de mi brazo.
-Marcos me haces daño suéltame. — Tenía agarrado mi brazo con tanta fuerza que podría partirlo con un poco más de presión.
-Respóndeme.
-¿Y si no lo hago qué? ¿Apretarás hasta que me lo partas?—Pregunté mirando a mi brazo.
-Lucy... responde. — Su tono era titubeante.
-En serio me estás haciendo daño, suéltame el brazo...por favor. — Le miré a los ojos y me soltó despacio.
Lo observé unos segundos y pude ver lo abatido que estaba, después de todo,  el miedo hace que pierdas el control. Y no hay mayor miedo que perder a quien más quieres, esa es la mayor fobia del ser humano.
-Vamos entra, te lo contaré todo dentro. — Le pedí.
Cruzó la puerta con la cabeza baja y medio arrastrando los pies. Cerré detrás de mí y me dediqué a pasear por la habitación de un lado a otro sin mirarle, ni saber muy bien que decir. Al fin tomo aire y me decido a hablar.
-Marcos, lo que quería decir es que yo también conocí a alguien aquí... y aunque no dejé de buscarte traté de seguir viviendo— Fui lo más sincera que había sido nunca, y le hablé mirando a sus ojos.
-¿Y nuestro hijo?, ¿Pensabas remplazar mi lugar de padre?—Sentí el dolor y la impotencia en sus palabras.
-No, no. ¿Cómo puedes pensar algo así? Marcos nunca he dejado de quererte ¿Entiendes? Yo no hice nada diferente a lo que hiciste tú con ella, ¿Si tus sentimientos hacia mí no han cambiado por que deberían haber cambiado los míos? Me parece increíble que digas eso. — Realmente me sentí atacada.
-Lo siento...no quise... es solo que me duele pensar... es decir es mi hijo... y tú .... tú lo eres todo...
-Lo se...Marcos esto no tiene importancia hay que dejar el pasado atrás. — Intentaba encontrar sus ojos sin éxito.
-¿Quién es?
-Eso ya no importa.
-¡Sí, claro que importa!—gritó.
-Marcos vete a la mierda.
-¿Qué?—Preguntó con incredulidad.
-No te lo esperabas ¿Eh? Lo siento pero no tienes ningún derecho para darme voces. No eres mi dueño. —  Zanjé.
Vi fugazmente su cara y me percaté de la incredulidad de su mirada, no sé si por mi actitud o por su propio comportamiento.
Le di la espalda y caminé para salir de allí pero al escuchar un fuerte suspiro dejé de avanzar.
-Lo siento, tienes razón. — Comentó en voz baja.
Giré sobre mis talones y en pocos pasos llegué junto a él, que estaba sentado a los pies de la cama con las manos entrelazadas y mirando al suelo. Llevé mi mano hasta su mejilla y dejé que mis dedos pasearan sobre ella. Sentí  la barba naciente y decidí que no me gustaba. Fui al baño y después de revolverlo todo encontré una cuchilla pequeña y algo de jabón. Llevé estas dos cosas a la mesilla y corté una botella pequeña que estaba medio vacía.
Marcos me miraba curioso de reojo sin moverse mientras yo preparaba todo.
Antes de empezar me coloqué delante de él y busqué su mirada:
-¿Puedo?— Pregunté  moviendo la cuchilla.
-¿Eh?
-Solo di que sí y calla.
-De acuerdo, confío en ti, pero no me mates. — Sonrió.
-Hombre de poca fe. — Bufé.
Despacio fui enjabonando su cara por donde la barba asomaba tratando de dejar la mayor cantidad de espuma posible. Más tarde empecé a deslizar la cuchilla con cuidado de no cortarle.
-Bueno, yo creo que ya está bien ¿No crees?— Le miré sonriente.
-Mmm, no, has dejado algo de espuma aquí.
-¿Eh? ¿Dónde?—Miré extrañada porque era casi imposible.
-Aquí—Después de eso llenó toda mi cara con el agua y el jabón que había en la botella.
-Ow... ¡No debiste hacer eso!—Reí su gracia y me abalancé sobre él.
El resultado final de la broma fue media cama mojada, la media botella hecha trizas y ropa para lavar.
Cuando me secaba la cara con una toalla un mal presentimiento me inundó seguido de un escalofrío. Como cuando sabes que algo muy malo va a suceder y no puedes hacer nada. Mientras, Marcos se afanaba por limpiar el jabón del suelo y la cama. De un momento a otro el sonido de una explosión resonó por toda la habitación y después de unos segundos de total silencio el suelo comenzó a temblar, como si el edificio tiritase, debido a los pasos de la gente que corría de un lado a otro por los pasillos queriendo ponerse a salvo.
-¿Que ha sido eso?—Preguntó Marcos sin moverse.
-No lo sé, iré a averiguarlo. — Abrí la puerta muy decidida.
No llegué a poner un pie fuera; una estampida de personas asustadas me lo impidió. Entré de nuevo y empecé a prepararme, algo muy gordo estaba pasando.
-Eh ¿Qué haces? ¿Qué pasa?—No se había dado cuenta de nada, al parecer.
-Deja de preguntar, coge armas y vístete. — Respondí muy apresurada mientras me cambiaba de ropa.
Él no preguntó más e hizo lo que le dije. Recogí mi pelo en una coleta y comencé a armarme.
-Lucy, coge todo: Ropa, armas, comida, todo. Y mételo en esa mochila.- No apartaba la mirada de la ventana mientras me mandaba.
-¿Por qué? ¿Que pasa allá fuera?- Pregunté nerviosa.
-Este sitio se viene abajo Lucy. Nos están atacando.
No pregunté más. Con la preocupación rondando mi cabeza me vestí todo lo rápido que pude y recogí mis armas, las que acostumbraba a llevar: Las magnum y mi rifle. Además de eso, y por precaución, también cogí una blacktail, que coloqué en la cartuchera que llevaba en mi cinturón y un fusil M17. Después me puse una chaqueta de cuero negro que tapaba las magnum que descansaban en las cartucheras de mis costados. Entré algo de munición variada en mis bolsillos.
Cuando hube acabado entré en la mochila comida, munición, algo de ropa, las botellas de agua que teníamos en la habitación y todo lo que a priori me pareció útil. Traté de no cargarla demasiado para evitar que entorpeciera mis movimientos. Me colgué el rifle en la espalda y la mochila sobre él.
Eché un vistazo a Marcos y comprobé que el también estaba preparado, así que, salimos al pasillo tratando de esquivar la estampida que corría de un lado a otro despavorida. Marcos me quitó la mochila para que no soportase demasiado peso, cosa que agradecí.

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