Desastre, Duelo y Dolor parte I.

173 9 1
                                    

-¡Joder!—comentó Almudena haciendo hincapié en la primera sílaba
-Lucy quedate detrás de mí.
-Venid, ¡Vamos joder!—gritó ella.
Dudamos solo unos segundos, en parte porque no teníamos demasiado tiempo para dudar, y salimos a correr detrás de ella. Yo llevaba en la mano mi cuchillo, por si necesitaba defenderme, y estaba empezando a cansarme de correr, temía que el asma diera señales. Por otra parte, Marcos iba muy pegado a mi espalda evitando que pudieran llegar siquiera a rozarme, usando de impedimento la escopeta que llevaba en la espalda unos minutos antes. Almudena nos estaba guiando por un sendero entre los árboles del bosque, pero esa parte del bosque era sutilmente diferente, un poco mas oscura y húmeda. Sentía las gotas de sudor deslizarse por mi frente y algunas caían en mis ojos haciéndome perder visión por unos segundos y obligándome a pestañear. Cuando quise darme cuenta estábamos en las traseras de una casa en ruinas, entrando apresuradamente para zafarnos de los pocos caminantes que aun nos seguían. Mientras ellos dos atascaban la puerta trasera, por la que habíamos entrado, yo caminé hasta las ventanas delanteras y me di cuenta que estábamos en la casa que se veía detrás del rebaño.
-¿Lucy estás bien?— se notaba preocupación en la voz de ella.
-Si...— parecía que su pregunta actuó como resorte, porque después de asentir caí redonda y todo se puso negro.

***
Noto la cabeza fría y la luz me molesta demasiado. Abro los ojos y los cierro rápido porque la luz sigue siendo demasiado molesta. Sospecho que estoy tumbada sobre algún tipo de sillón o sofá, porque noto como está mi cuerpo hundido en una superficie mas o menos blanda, y si me muevo siento los muelles en los riñones. Llevo las manos a mis ojos pero no acierto a rozar demasiado mi cara porque alguien aparta mi mano con suavidad. Gruño sin abrir los ojos y noto la boca seca.
-Mmm Marcos...—protesto.
-Sh...no soy Marcos, él se ha dormido, soy Almu, tranquila.—respondió con voz suave.
Gruñí como respuesta.
-Tranquila ¿vale?—me regañó— Te he puesto un paño húmedo, me pareció sentirte caliente.
-Mmm, gracias...
Hago otro intento de abrir los ojos, y esta vez lo consigo. Veo a Almudena sentada a mi lado mirándome con preocupación, y luego veo a Marcos sentado en el suelo y durmiendo apoyado en la pared.
-Bf...tengo calor.— respondo tapandome la cara con las dos manos.
Vuelvo a echar una ojeada al sitio. No veo nada llamativo, es solo una casita de madera antigua. Pero si advierto algo parecido a una cama, o un intento, hecho de sábanas en el suelo. Las sabanas están todas arrugadas y hay un par de almohadas también.
-¿Que miras?—pregunta Almudena.
Y se me ocurre algo.
-¿Enserio nos has traído a tu picadero? No nos estabas vigilando ¿Verdad? Simplemente nos viste de casualidad, después de un revolcón.—Vi como la cara de Almudena cambiaba y me tapé la boca para evitar reírme muy alto y despertar a Marcos.
-Cállate, anda. Tu que sabrás.—refunfuñó molesta. No me lo puedo creer, había acertado.
Ese comentario me hizo gracia dadas las circunstancias y carraspee haciendo referencia a mi barriga. Ella me miró de nuevo y gruñó algo antes de darme la espalda.
-Ah...–sentí otra patada acompañada de una punzada y me dejé caer en él sofá destartalado sujetando mi vientre.
Marcos abrió los ojos y se levantó como un resorte; Almudena me miró sin saber muy bien que pasaba o que hacer.
-Lucy ¿Que ocurre?—pregunta Marcos.
-Tranquilo, mira dame.—comento tirando de su mano.
Una vez que siente los movimientos sonríe y se relaja.Almudena nos mira con curiosidad, y le sonrío.
-¿Quieres sentirlo?—No sé por que he dicho eso, pero me siento tan emocionada que quiero compartirlo con todo el mundo.
-¿Puedo...?—Dice con precaución, cuando le asiento se acerca muy despacio como un gato desconfiado.
Sujeto su mano y la coloco sobre mi, no tiene que esperar mucho para que él bebé de la cara, pronto se hace notar. Podría acostumbrarme a esto.
-Increíble.—Comenta Almudena medio embobada.
Le sonrío obviando las punzadas. Marcos me da un beso en la cabeza y se levanta para ir hasta las ventanas; mueve un poco las cortinas y mira afuera para asegurarse de que es seguro salir, después hace lo mismo con la puerta por la que hemos entrado.
-Debemos volver ya Lucy, antes de que sea de noche ya se está recogiendo el sol.
-¿Eh? Ah sí, vamos.—Miré a Almudena que seguía embobada y no tuve otra opción mas que llamar su atención. — Almudena, ¿Vas a dejar que me vaya? Por favor.—Pedí.
Ella tardó unos instantes en levantar la mirada hasta mis ojos, cuando lo hizo un brillo extraño cruzó sus ojos, no me gustó nada y me levanté torpemente del sofá dejándola allí con la mirada pérdida.

*******
La vuelta por el camino del bosque fue rápida, y llegamos justo antes de que se hiciera de noche cerrada. Cuando llegamos a la primera planta del piso tuve algo parecido a un deja-vu: Tal y como pasó en la mansión, en un momento de distracción choqué con alguien que acabó tirándome de culo.
-Oh vaya, lo siento, ¿Te has hecho daño?— interesó falsamente.
Vaya con la rubia de las narices, tiene unos ojos azules muy bonitos pero parece que no le gusta usarlos.Es una de las nuevas que vinieron con Marcos, Harry y Rein; lo que no acabo de entender es por que me mira de esa forma tan arrogante.
-Tranquila—comente mirándola mal.—Estoy bien.
-Una pena...—Supongo que eso pensó que no lo había oido, se equivocó.
-Perdona, ¿Que has dicho?—Marcos acababa de ayudarme a levantar del suelo y me solté del agarre sutil de él para acercarme a la rubia ocurrente.
-¿Yo? Nada.—rió.
-¿Tienes algún problema chica? Hoy no es un buen día para tocarme las narices ¿Sabes?
-Como si me importara. Marcos llevala a que le echen una revisadita que oye   voces.—Acabó con un silbidito mientras hacía un gesto para calificarme de loca.
-Rubia tenías que ser.—Le respondí con desprecio, no se por que dije eso pero ya me tenía fuera de mis casillas.—¿Y tu de que conoces a la filósofa esta?—Le pregunté a Marcos.
-¿Yo? ehmm... Es.. Se llama Ever.—Logró decir.
-¿Que pasa aquí Marcos?—Oí como la otra se reía a mi espalda y me entraron unas ganas impresionantes de estrangularla con mis propias manos, educadamente, eso sí.
-Vamos cielo, explicale que pasa.—Dijo entre risas.
Lo miré rabiosa esperando una explicación que estaba segura que no querría oír.
-Lucy, Ever y yo...—suspiró—Creí que te había perdido, yo...no soy de plástico, siento y...Lucy perdóname... me dejé llevar...pero nunca dejé de buscarte... yo...
-Cállate. —No dije más, y él obedeció.
Por un lado la rabia me pedía a gritos que le diera un bofetón, que le dejase tirado, y que nunca mas le mirase a la cara, nunca me gustó compartir. Los celos se me estaban comiendo; pero no podía reprocharle nada, yo hice lo mismo, busqué refugio en Sam. Ambos hicimos lo que pensamos mejor, después de todo lo más probable era no habernos encontrado, o que uno de los dos hubiese muerto. Teníamos que seguir con nuestras vidas, tratar de seguir adelante sin olvidar quienes somos, sin dejar que la obsesión de encontrarnos nos llevase a una muerte segura.Al fin y al cabo, nunca dejamos de buscarnos, no podía reprocharle nada.
Me di la vuelta y me encontré de frente con Ever sonriendo con sorna, eso era lo que mas rabia me producía. De verdad que no me gusta compartir. Caminé unos pasos hacia ella que se seguía riendo, seguro, porque pensaba que le dejaría el camino libre mandando a Marcos a la mierda; me da que no guapa.
-A ver, rubia...—creo que hasta me rechinaban los dientes.
-Ever, me llamo Ever.—si las miradas matasen m hubiera fusilado en el acto.
-Sí, eso. Si piensas que me voy a apartar, y a dejarte el camino libre con el padre de mi hijo, es por que está claro que no me conoces. Así que, trata de mantener tu cola de zorra lejos de Marcos, si no quieres que te ponga en tu sitio, ¿Vale, Ever?—Lo solté todo del tirón y me quedé todo lo agusto que alguien podría quedarse en semejante situación.
Pude ver como su expresión triunfante cambiaba a una de incredulidad, y satisfecha por los resultados de mis palabras me giré para irme, pero pronto la perra tuvo que ladrar.
-Me parece un poco patético que vayas a continuar con alguien que ha hecho lo que ha hecho él, después de que tu le esperaste mansamente.—comentó justo antes de soltar una carcajada.
Respondí sin girarme.
-Dime, ¿Y tu que sabes?—sonreí triunfante y desaparecí por el pasillo.
Conseguí cerrarle la bocaza a Ever y que Marcos abriera la suya exageradamente. Me temo que yo también tengo secretos.
______________________________________
  Poneos el cinturón, de aquí en adelante vais a enfadaros conmigo, caos a querer llorar, y vais a estar en constante tensión. Un abrazo!:D                       

Los Muertos CaminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora