Bala.

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~Narra Marcos~
Dormí solo unas pocas horas; el suave respirar de Lucy en mi pecho hizo que despertara.Me sentía completo, feliz.Ella y mi hijo están bien y nada más me importa.Giro mi cabeza despacio hacia Lucy para observarla mientras duerme, parece tan tranquila, tan feliz... se que ella tampoco lo ha pasado bien desde que se la llevaron y ni me imagino por lo que habrá tenido que pasar.
Aparté suavemente un mechón castaño que caía por su cara y ella me abrazó con mas fuerza.Podía sentir su corazón palpitar en mi pecho y notaba el dulce calor que desprendía su cuerpo y que me hacía sentir como en casa.Ella era mi hogar, era lo que me hacía sentir vivo en un mundo de muertos, ella y nuestro hijo.
La puerta sonó interrumpiendo mis elucubraciones.Dejé a Lucy sobre las sábanas con mucho cuidado de no despertarla.Me coloqué un poco el pelo y me encaminé a abrir la puerta, descalzo y sin camiseta.
-Hola, ¿Qué pasa, que ya tienes a otra que te caliente la cama?-Reprochó Ever nada más abrir la puerta
-Sh, cállate; Lucy está durmiendo-exigí cerrando la puerta a mi espalda mientras salía de la habitación
-Me importa muy poco Lucy.
-Pues a mí si me importa, Ever, no hay otra más que ella, nunca la ha habido y punto, no hay más reclamos- respondí irritado
-Marcos, ¿Te han dicho alguna vez que eres un cabrón hijo de puta?
-Mmm, sí, varias veces ya desde que todo esto empezó.
-¿No piensas contarle a tu amorcito que has estado buscando consuelo en mí mientras ella no estaba?-escupía mas veneno que palabras.
-Ever, lo siento si pensaste que me había enamorado de ti o alguna gilipollez de ese estilo, pero no, en ningún momento te dije nada parecido, así que dejanos en paz.-terminé
-¿Sabes qué, Marcos? No voy a dejar que una niñata me quite a mi chico.
-Ever, métete esto en la cabeza:No hay ningún "Mi chico", nunca te he pertenecido; asúmelo.-respondí
-mmm...me temo que quiero una segunda opinión de todo esto...preguntemos a Lucy a ver que opina.-comentó mirando la puerta que había a mi espalda
-Ever, por favor, para esto.Lo siento, no quería hacerte falsas esperanzas...yo la quiero a ella, lo nuestro ha sido solo...atracción. Por favor, el bebé que lleva es mi hijo.-supliqué.
-Marcos, ¿No entiendes que te quiero? No quiero hacerte daño, ni alejarte de tu hijo; te quiero a ti.Ella es solo un impedimento.
-Llegas tarde.Es a ella a quien quiero, y es la única.No puedo hacer nada Ever, en el corazón no se manda.
-Lo siento...-dijo, justo antes de empezar a alzar la voz-¡¿Me vas a tratar como un objeto de usar y tirar?!¿¡Solo he sido un juego!?
Me puse tan nervioso, que no sabía como hacer que se callara, si seguía así despertaría a Lucy, y entonces no me daría tiempo a explicarle.
Agarré a Ever por la nuca con mi mano derecha mientras le tapaba la boca con la otra, para hacerla callar.Comencé a caminar alejándome de la puerta haciendo que ella retrocediese.Tenía sus ojos azules clavados en los míos, y cuando su espalda dio con la pared, dejé de avanzar.
-Voy...a quitar mi mano, muy despacio, y no vas a gritar ¿vale?-indiqué.
Ella asintió.Aparté mi mano y en ese momento trató de gritar de nuevo, lo único que se me ocurrió para callarla fue besarla.
Agarré su nuca y uní nuestras bocas.Mantuve la mirada fija en la pared mientras la besaba, cuando nos separamos se relambió como una leona recién comida y me miró con gesto voraz.
-"Solo existe Lucy" "No hay ninguna otra"-repitió mis palabras haciendo comillas con los dedos.
-¿Qué pretendes, Ever?-pregunté malumorado mientras me limpiaba los labios con la mano.
-Pretendo que veas que tú necesitas más, sin la parte salvaje te vas a aburrir.Necesitas sacar tu lado animal.-dijo mirándome de lado, sugerente.
-Ever, piérdete, ¿quieres?
-Por ahora me voy, pero no tardaré en reclamarte.
Dicho esto, se marchó caminando arrogante por el pasillo.
Cogí aire y regresé a la habitación.
~Narra Lucy~
El sonido de la puerta al cerrarse me hizo regresar del mundo de los sueños y luego los pasos descalzos que oí acercándose a la cama me pidieron que abriera los ojos.La habitación estaba en penumbra, solo iluminada por la tenue luz que entraba bajo la puerta.
Alcé la cabeza y disfruté de las vistas completas de Marcos: descalzo, sin camiseta y con esa caída de pantalón que dejaba ver el borde de sus caderas y no dejaba casi nada a la imaginación. Esto hizo que se diera cuenta de que estaba despierta. Me miró y sonrió acercándose a la cama. Dejé caer la cabeza de nuevo y me desperecé bajo las sábanas, entonces sentí presión a los pies de la cama:Marcos avanzaba hacia mí apoyando las manos y una rodilla en el borde del colchón. Sonreí y me incorporé, quedando sentada y a la espera.Él continuó gateando hacia mi en busca de mis labios, hasta que los unimos.Puso una mano en mi nuca para profundizar el cálido beso, pasados unos segundos, sonrió y bajó su cara hasta mi vientre dejó un sencillo beso y posó su oído para tratar de escuchar algo.
-¿Oyes algo?-pregunté risueña.
-Si, tu corazón. -respondió con seguridad.
Sonreí y pasé mis manos por su pelo, que tenía despeinado, más de lo normal.
-Mmm tengo hambre...-dije pasando la lengua por mis labios para humedecerlos.
-Oído cocina-respondió riendo-enseguida vuelvo.
Me dio un rápido beso en los labios y se levantó de la cama.
-Dios, qué culazo, guapo...¿Tienes novia?-pregunté entre risas.
-Sí, sí que tengo.-respondió mientras se colocaba la camiseta.
Se le notaban los músculos de la espalda más aún cuando los tensaba.
-No importa, no soy celosa.-comenté guiñando un ojo.
-Pero ella si.-contestó guiñando también.
Empecé a reír, mientras él caminaba hacia la puerta para ir a por mi desayuno.
-Ahora vuelvo, preciosa; no tardo-se despidió.

Los Muertos CaminanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora