-Bueno cariño, ya está todo. -Dijo Lunna mientras aparcaba en el parking del aeropuerto. Tengo miedo, no quiero irme aún, ¿porqué todo no puede ser como antes? Desearía volver al pasado. Lunna me abrió la puerta.
-Aquí vuelves a empezar tu nueva vida, espero que esta sea la definitiva, te quiero, ah, y si surge algún problema sólo tienes que llamarme. Cuando llegues, te encontrarás con Irwin, el chófer que te llevará a casa. Y cuando estés allí, llegará Ariel, tu peluquera, si cariño, necesitas un buen corte de pelo. -Decía con una sonrisa en la cara. ¿Qué tiene de malo mi pelo?
-Entendido. -Le contesté y entré en el aeropuerto, no me había dado cuenta de que estábamos andando mientras hablábamos.
(...)
Ya estoy rumbo a Nueva York o eso creo, porque no se ve mucho desde la ventana que tengo a mi lado. Deseo llegar ya, estoy muy ansiosa por esto, pero sigo sin querer cortarme el pelo.
Cuando el avión aterrizó pensaba que me iba a quedar allí dentro para siempre, una azafata intentó calmarme y le hice caso. Bueno, al final no ha sido tan malo ¿no?
-Señorita Oveau, por aquí por favor. -Escuché decir al chófer que me esperaba de pié. Seguí sus órdenes y me metí en el coche. Pasé todo el viaje hasta mi nueva casa mirando todo lo que se veía por la ventana ttrasera del coche. Sentí como mariposas dentro de mí. El bebé y yo estaremos genial... Al final, ahora que lo pienso, no es tan malo cuidar de un niño, será emocionante. ¡Ah, ya le tengo nombre!
Si es niño, Daniel, como su padre pero pronunciado en inglés, y si es niña, Dakota, porque me recuerda a mi hermana pequeña.
(...)
Al fin he llegado a las puertas del edificio, ¡me encanta! Es gigante, uau. Subí hasta el quinto piso, se veía todo Central Park, era alucinante.
-Toc toc -escuché llamar a la puerta. Abrí. Era Ariel, la peluquera, morena con ojos verdes y bastante alta. Su pelo era lacio y extremadamente liso, sí, sabía lo que hacía. -¡Hola! Asique tú eres Lissa... ¡Ya sé que hacer con tu pelo!
Primero me senté en la silla con cabecera, me mojó el pelo y me lo lavó. Cuando acabó, cogió una toalla y me llevó a una silla, me senté y empezó a tocarme el pelo. Me puse muy nerviosa cuando cogió las tijeras, no paraba de moverme y retorcerme.
-Ei, tranquila que no te voy a comer. -Me dijo para que me calmase, pero no me funcionaba.
-¡Clack Clack! -Escuché. Ese ruido aún me ponía más nerviosa de lo que estaba. - ¡Clack clack clack! -Volví a escuchar.
- Y... ¡Ya! Perfecta -Me dijo. Sí claro, yo no me creía eso. Me giró la silla hacia el espejo y...
-¡Ahhhhhhhhhhhhh! -Grité. - ¡Me encanta! Te amo te amo, enserio. -Le di las gracias.
-Sólo tenías que confiar en mí - Al final no me quedó tan mal, me gustaba mucho, ahora tenía media melena y seguía siendo rubia. Y lo que más me sorprendía es que mi pelo estaba más liso y suave de lo normal. -Bueno, he acabado mi trabajo, tengo que irme, un placer conocer a una chica tan valiente -Me sacó una sonrisa.
Y de pronto, la puerta se volvió a cerrar. Me quedaba sola, en medio de Nueva York y con una identidad falsa. ¿Cómo he llegado a todo esto? Si hace poco estaba con Dani, mi Dani. Y ahora que lo pienso, nunca he querido alejarme de él, porque es como el aire que necesito para respirar. Puff, ¿qué voy hacer sin él? Ahora no puedo dar la vuelta atrás. Pero tengo a mi bebé, sólo mío.
-¡Pipipi pipipi! -Escuché. Era mi teléfono. Dani... Era él. ¿Qué hago? ¿Contesto o no? No, será mejor no contestar, no quiero que por mi culpa tenga problemas con su carrera. Además, he empezado de cero. Dejé el teléfono encima de la encimera de la cocina, que tenía unas vistas impresionantes, y fui a mi nueva habitación a desahacer las maletas.
-¡Pipipipii pipipipii! -Se escuchaba cada cinco minutos. No, no le pensaba contestar. Volví a la cocina para quitarle el sonido, pero me di cuenta de que esta vez no era Dani, si no Alberto. ¡Alberto me había llamado! Se preocupaba aún por mi...
No dudé en contestarle.
-¿Helena? -Le escuché.
-¡Sii soy yo Alberto! -Dije entusiasmada.
-¡Donde estás! Daniel me ha llamado diciendo que no estás con él. Por favor contéstame. -Sí, se preocupaba por mi. También le tengo mucho cariño a Alberto, no sé qué contestarle.
-Ems Alberto, ahora no te puedo contestar a eso...
-¡Pero Helena!
-¡Adiós! Te quiero. -Colgué. Tengo que cambiarme de número. Me va a llamar toda la tarde, fijo.
-¡Pipipipi pipipi! -Volví a escuchar el maldito ruido. Ahora era Nerea, claro, seguramente la meten en esto porque piensan que le haré caso a ella.
-¡Qué! -Contesté bruscamente.
-¿¡Helena dónde coño estás!?
-¡Dejadme por favor! -Le colgué a ella también. Iba a ser una tarde muuy larga...
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Pequeños Recuerdos「JD」
FanfictionLo conocí como Daniel, me despertó de un sueño. Dicen que todo siempre acaba volviendo, de alguna manera u otra; que todo pasa, que todo sucede y que lo surrealista quizá pueda ser verdadero.