The Loki's Toy [Loki y tú] (+18) [TERMINADA] ✓

𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐢𝐝𝐠𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚𝐧𝐚 𝐞𝐧 𝐀𝐬𝐠𝐚𝐫𝐝

┌→❝ ¿𝐔𝐧𝐚 𝐦𝐢𝐝𝐠𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚𝐧𝐚? ❞」

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—La he traído yo, padre. —Y de inmediato ______ sabía que se trataba de Loki.

Todo su cuerpo tembló por miedo. Aunque se sentía aliviada de que el dios hubiera aparecido en su rescate, sabía que él haberlo desobedecer ya traía consigo una enorme carga de la cual no se podría esconder. Eso si salía viva de la situación en la que se había metido.

— ¿Tú? —Odín lo observó, con una mirada llena de seriedad—. ¿Has traído una midgardiana a Asgard? —Y con la voz del señor, ella sólo sintió empequeñecer un poco más.

—Lo lamento, padre.

—Lo lamento, padre. —Repitió Loki, esta vez sin arrogancia, sin una pizca de burla, y eso fue lo que más sorprendió a todos.

El silencio en el salón fue absoluto. Odín lo observó,  con sus ojos azules, tan fríos como el hielo que cubría los confines de Jotunheim, se clavaron en la figura encogida de Sigyn, que no sabía si debía arrodillarse o simplemente desaparecer. Loki dio un paso hacia adelante, interponiéndose sutilmente entre ella y su padre.

—No fue un capricho —añadió con voz baja, contenida ideando una mentira—. La encontré prisionera en uno de los reinos que juramos proteger. Iban a matarla. Y no porque representara una amenaza... sino por lo que es.

—Una humana. —Odín escupió la palabra como si fuera veneno.

—Una víctima. —corrigió Loki, con la mandíbula tensa—. No podía quedarme de brazos cruzados. ¿No fue acaso ese el principio de tu reinado? Proteger a los débiles. Crear equilibrio.

El Rey de Asgard alzó una ceja.

—¿Y la trajiste aquí, sin permiso, bajo mi nombre y a mi palacio? —replicó Odín, dando un paso más—. ¿Quién eres tú para tomar tales decisiones?

—Tu hijo —respondió Loki sin vacilar—. Un príncipe de Asgard. Si eso aún significa algo.

La tensión se cortaba en el aire, espesa, amarga. Sigyn quería desaparecer. Sentía que debía pedir disculpas, pero ni siquiera eso parecía apropiado. Su presencia parecía no ser apropiada.

Odín lo sabía. Lo veía en su postura: cómo evitaba levantar la cabeza, cómo el miedo la vestía como una segunda piel. Pero también vio otra cosa, algo que no mencionó.

—No debe quedarse. No pertenece aquí.

—Lo sé —dijo Loki en voz baja—. Solo pido tiempo.

Odín lo miró con dureza, su único ojo girando hacia Sigyn como si midiera su alma en una balanza invisible.

—Una midgardiana no tiene cabida en Asgard, Loki. Ni en nuestra corte, ni en nuestros asuntos. Ni en tu destino.

—Quizá mi destino ya no es el que tú pensaste.