The Loki's Toy [Loki y tú] (+18) [TERMINADA] ✓

𝐄𝐥 𝐫𝐞𝐠𝐚𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐞𝐚𝐧̃𝐨𝐬

┌→❝ El infierno tiene un
  aspecto muy familiar. ❞」

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Eran las 03:40 de la mañana. Por las calles de la ciudad no había nadie más que no fueran prostitutas, malvivientes o ladrones esperando a una víctima más. Pese a la mala finta de las calles, habían bares aún abiertos, entre ellos había uno que llamaba fácilmente la atención: "El paraíso". De paraíso no tenía nada, era un local no muy grande iluminado por luces LED que apenas y ayudaban a divisar las mesas y las personas para no caer por donde se caminaba. El olor a tabaco, marihuana y humedad era lo primero que llegaba a las fosas nasales del valiente que se atreviera a poner un pie en ese tugurio lleno de hombres en su mayoría de mediana edad y alguno que otro perdido deseando seguir bebiendo a tan altas horas de la noche.

El calor en el lugar era tan insoportable que no se podía pasar más de cinco minutos sin soltar la primer gota de sudor y sentirse sofocado buscando la manera de huir si se tenía aún la suficiente conciencia para lograrlo. Las chicas que trabajaban como meseras en ese lugar lo llamaban "El infierno", todas excepto una, a ella le encantaba bromear llamando a ese lugar "Casa" y no estaba tan equivocada.

_____ Fitzgerald tenía diecinueve años recién cumplidos y llevaba dos meses trabajando en ese bar de mala muerte. Como varias de las chicas que intercambiaban su tiempo y paciencia atendiendo las mesas de los clientes de ese bar a cambio de unas cuantas monedas y un sueldo semanal, su vida no era exactamente envidiada por nadie, ni siquiera por los vagabundos que estaban destinados a morir de SIDA entre las calles de su vecindario.

Hija de una prostituta y un alcohólico. La menor de cinco hermanos, cuatro de ellos hombres. Desde que tenía memoria su familia jamás había siquiera intentado fingir estabilidad de algún tipo.

Recordaba bien todo desde los tres años. Su padre obligaba a su madre a salir todas las noches a trabajar sin importar si el cielo estaba cayéndose a pedazos afuera o si el frío era tan insoportable que calara los huesos, la función de su madre era trabajar inclusive cuando enfermaba o estaba indispuesta ya que una noche anterior alguno de sus clientes hubiera sido brutal con ella. Su padre amaba recordar una y otra vez su función en esa casa: servir de algo y alimentar a sus cinco bastardos.

Su madre decayó cuando ella cumplió catorce años. Mientras su padre iba a gastar el poco dinero que el Estado les daba de apoyo por sus hijos ella se dedicaba a cuidar de su madre, a cocinar para sus hermanos y ellas, le tocó observar a su madre retorcerse de dolor, temblar por las fiebres inhumanas que sufría y tener que salir con sus hermanos a mendigar unas monedas al menos para poder comprar un par de latas de atún y desayunar a pesar de ser las diez de la noche. Fue justo en esa época de su vida que comenzaron los robos a pequeñas farmacias entre ella y sus hermanos para al menos conseguir antibióticos y aliviar los dolores de su madre hasta que un día no volvió a abrir sus ojos. Su padre los mandó al pequeño cuarto que compartían los cinco ese día, se pudieron percatar por una pequeña ranura en ese cuarto a nada de derrumbarse cómo su padre envolvió a su madre entre las sábanas y se la llevó. No volvieron a hablar del tema después de esa noche.