v e i n t e

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Aquel era un nuevo día, y como de costumbre, Rubén se levantó temprano para ir a la casa de sus amigos. 

Si aún viviera con su madre, de seguro ella le hubiera dicho que "vivía más en la calle que en su propia casa", pensar en eso le causaba un poco de gracia.

Iba a ser sincero con él mismo. Por más que se hubiera levantado temprano, más o menos a las 9am, terminó saliendo algo tarde de su hogar, cerca al medio día. El camino fue tranquilo, al llegar hasta el departamento tocó el timbre, esperando a que alguien atendiera.

Para su sorpresa, Samuel fue el primer rostro que vio en ese lugar.

— Ah, eras tú- comentó el mayor.

Aquella pequeña indiferencia le dolió un poco a Rubén.

— ¡Eh! Está bien si no me soportas, pero tampoco es para que me hables así- reclamó.

El de orbes moradas no respondió; por el contrario, soltó una risa traviesa mientras abría más la puerta para darle permiso a pasar.

— Pasa, que era broma- respondió, alargando la "o"- que eres un tontito de verdad...

Esa pequeña broma fue lo suficiente para ponerlo un poco nervioso, sintió cómo el par de orejas de osos que llevaba se encogían, simbolizando su timidez de ese momento.

Al estar ya dentro, lo primero que hizo fue acercarse a la cocina, siguiendo a Vegetta con la mirada. El mayor tomó un vaso y empezó a servirse el refresco que había en la mesa.

— Uhm, si buscas a Willy, él no está ahora.

"Hoy no vine solo por Willy", pensó.

— ¿No?- preguntó el oso mientras comía puñado de unas gomitas que vio en la mesa- ¿Y a dónde fue?

— Al doctor- respondió el otro con simpleza.

Luego de darse un recorrido por la cocina, salieron rumbo a la habitación principal, la sala. Vegetta se encontraba tomando asiento en uno de los sillones, momento en el cual hubo un corto silencio.

— Ow, ¿Sabes si volverá pronto?

— La verdad... no. Pero puedes esperar aquí a que venga- luego de responder, tomó un libro que se encontraba en la mesa de estar central.

El híbrido de oso se sentía un poco nervioso, al parecer Vegetta estaba ocupado cuando llegó, no sabía si valía la pena tratar de sacarle plática o no.

Le tomó un par de segundos pensarlo, y sus dos neuronas le dijeron "Inténtalo". Tomó el bowl de gomitas que había encontrado, para inmediatamente tomar asiento al lado, pero no tan cerca, de Samuel.

— Me sorprende que no hayas insistido en acompañarle.

De Luque levantó su vista, jugueteó un rato con la hoja de su libro mientras respondía:

— Lo hice pero, él puede ir por su cuenta también.

El punto de Samuel se entendía. Guillermo tampoco era un niño menor como para tener que ir con un apoderado al médico.

— ¿Le pasó algo a Guille o por qué ha ido...? Yo no le he visto mal estos últimos días.

— Es un... chequeo anual.

Las respuestas algo secas de Vegetta hacían sentir un pequeño nudo en la garganta del menor. 

A él no le gustaba sentir aquel tipo de nudos, prefería sentir otras cosas pero ninguna situación era la indicada para intentarlo.

WillycattusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora