El Ocaso de los Mundos [Eldarya]

Capítulo 16 -Reconstruyendo el reflejo

━━━━━━━━ ღ ━━━━━━━━

nadie puede salvarte sino

tú mismo

y mereces salvarte.

no es una guerra fácil de ganar

pero si algo merece la pena ganar,

es esto.

piénsalo.

piensa en salvarte a ti mismo.

tu parte espiritual.

la parte de tus entrañas.

tu parte mágica y ebria.

sálvala.

no te unas a los muertos de espíritu.

Charles Bukowski

━━━━━━━━ ღ ━━━━━━━━

Abrió los ojos, sabiéndose triunfante. El tibio y reconfortante contacto del océano meciéndola en toda su infinita extensión le demostró que una vez más se encontraba en aquel sueño consciente que habitualmente le recibía en cuanto conseguía quedarse dormida. Los colores del amanecer teñían el cielo con tonos cálidos y el suave arrullo de las profundidades le canturreaba al oído como siempre, trasmitiéndole aquellos susurros que no entendía pero que, por alguna razón, lograban relajarla y distender por completo las tensiones en su cuerpo y mente.

Si estaba soñando, era porque había conseguido dormirse. Sin ansiolíticos, sin alcohol. Había conseguido dormirse por sí misma.

Parecía absurdo alegrarse tanto por un logro tan simple, pero se permitió aquel triunfo luego de la tortura que le implicó lidiar con todas sus vertiginosas emociones que creyó que la matarían por dentro. De hecho, hubiera apostado que no podría pegar un ojo en toda la noche por más estresada y fatigada que estuviera, pero al final había conseguido triunfar por encima de la angustia y la ansiedad.

Había recuperado el control sobre sus emociones, pero la herida en el pecho se mantenía intacta y palpitante. Ahora que podía pensar con más claridad, tenía que hacerle frente a todo ese dolor que se había enraizado en la profundidad de sus entrañas para poder cicatrizar la llaga que escocía su corazón. El miedo y la incertidumbre seguían asentados en su cuerpo y le generaban vértigo al saberse condenada por los deseos y ambiciones de los poderosos que la mantenían atrapada, alegando protegerla a costa de su libertad.

Sin embargo, ahora sabía que no estaba sola.

Si bien la compañía y el apoyo no solucionarían sus problemas, le otorgaban una mínima estabilidad que el resto de su existencia no tenía. Era como aquel sueño consciente en donde se encontraba en ese momento, el cual le concedía la dicha de un oasis dentro de la violenta tormenta que era su mente. Pero ya no sólo se limitaba a esa dulce fantasía producto de su subconsciente, sino a personas de carne y hueso que la habían contenido hasta volver a sentir esperanzas como si fuera el propio calor de su cuerpo.