Capítulo 1 -31/12/20

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—Disculpa pero, ¿tus ojos son...—se reclinó sobre el mostrador para poder observarla mejor—... violetas?

—Dependiendo de cómo les den la luz, sí —respondió como un mantra, ya se había desacostumbrado a que le preguntaran lo mismo. Por suerte la mampara de plástico impedía que se acercara más hacia ella para cuando hiciera la tan temida y predecible asociación.

—Ay, ¡como los ojos de Elizabeth Taylor! Tú eres la nieta de Kiki, ¿verdad? Ágatha me ha hablado de ti, ¿cómo está tu abuela?

—Bien, bastante cansada por el aislamiento, permanecer recluida no es lo mejor para sus piernas. ¿Cómo anda la señora Ágatha?

Beep beep volvió a sonar la lectora del cajero, rastreando los productos.

—Mi suegra anda bien, casi que no extraña el almacén. Pensar que mi marido y yo le decíamos "tienes que cuidarte, hay cada vez más casos de coronavirus" y se resistía una y otra vez... y mírala ahora —soltó una bufido de indignación que le desacomodó el ya precario barbijo. — ¡Cómoda! Total, estamos nosotros para recibir a los proveedores, acomodar los productos, atender a los clientes...

—Bueno, ya es una señora muy grande.

—Por supuesto, por supuesto, pero todo este trabajo de golpe lo descoloca a cualquiera.

Beep beep. Ya se arrepentía de haber preguntado.

—Encima imagínate, estuvo atendiendo durante los primeros meses de plena pandemia y nada, lo más bien la doña; venimos nosotros a reemplazarla y mi marido contrae coronavirus. Al final siempre termino siendo yo la que se encarga de todo —se detuvo unos segundos ante una botella de vino antes de pasarla por la lectora. — Ah, sabes que justo ayer comentaban en el noticiero las estadísticas sobre el drástico aumento de consumo del alcohol.

—Ah, mire usted. Yo no veo noticieros.

—Claro claro, los jóvenes no necesitan ver noticieros...

—Se sustentan a costa de la salud mental de sus televidentes con noticias fatalistas e información parcial y politizada, negando al espectador un real conocimiento de los hechos. Creo que incluso prefiero indagar en portales de Internet, se leen más objetivos.

Beep beep.

—Ah sí, sí, por el Internet, como mi hijo que se la pasa taka taka con el celular todo el día, vaya a uno a saber para qué —minimizó para después contraatacar: — Ay pero no puedo enojarme con él, promocionó las materias que le faltaban y ya está a punto de recibirse en la licenciatura de economía. ¡No sabes lo contenta que estoy! La hizo a gran velocidad para su edad, ¿no crees? ¿Y a ti cómo te va en la universidad?

Beep beep. El cajero anunció el monto total de la compra.

Tragó en seco antes de pagar, por suerte el barbijo tejido que le había hecho su abuela le cubría gran parte del rostro.

—Bieeeeeeeeen, medio complicada con la dinámica de las clases online pero bien —fue guardando los víveres en el chango de tela de su abuela. — No se comparan a las clases presenciales, pero no nos queda otra que adaptarnos a esta nueva realidad, ¿no?

—Lamentablemente no. Mándele muchos saludos a Kiki.

—Y usted a la señora Ágatha y espero que su marido se mejore.

— ¡Já! Si es por él, viviría en la cama para que lo atendiera hasta para respirar.

Salió del almacén casi corriendo, con la cabeza saturada. Su cerebro había perdido el hábito de lidiar con personas y odiaba ir a aquel almacén, pero sólo quedaba a una cuadra de la casa así que no tenía otra alternativa.

El Ocaso de los Mundos [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora