El sutil ronroneo del auto fue acunándola poco a poco, permitiéndole distenderse del lacerante dolor que atenazaba su pecho y amenazaba con asfixiarla. Se recostó sobre la puerta del vehículo y se abrazó a sí misma, esforzándose en contener la vorágine emocional que ebullía dentro suyo y amagaba con hacerla colapsar. Se asomó por la ventana buscando distraerse con el paisaje que se borroneaba por la velocidad, pero el polarizado de los vidrios era tan intenso que acentuaba aún más la oscura penumbra de la medianoche ya que apenas podía distinguir los opacos destellos del alumbrado artificial y de algún que otro auto con el que se cruzaban de manera ocasional.
Soltó un profundo suspiro.
- ¿Estás bien, cariño? -Preguntó Nevra, detrás del volante. - Hace rato que no te veía y me sorprende que aún no me hayas acribillado con más preguntas, me tienes preocupado.
Sí, habían pasado ya varios días desde la noche que el vampiro le había puesto al corriente de todo y, por más que sus respuestas le habían instado a hacerle más preguntas, se había negado a volver a su encuentro en el jardín. Cumplió su parte del trato, saliendo apenas por lo elemental y saludándolo de forma ocasional, pasando el resto del tiempo encerrada en la casita del fondo en plena crisis de angustia mientras llamaba insistentemente a su madre sin obtener respuesta alguna.
Le devolvió la mirada, dedicándole una pequeña y triste sonrisa.
-Sigo abrumada por todo lo que me dijiste, pero estoy bien... -mintió, sin ánimos de descargarse del tsunami emocional que le ahogaba cada vez más. Además, por más que su trato había mejorado, él no dejaba de ser un completo desconocido. - Ah, y algo ansiosa. Si bien ya me dijiste que soy... faelienne, enfrentarme con los resultados me genera mucha ansiedad.
No, no estoy bien, estoy muerta de miedo. Me aterra enfrentarme con Golden Dawn.
Se contuvo en su propio abrazo, reprimiendo los temblores que la sacudían internamente.
Para aquella noche había planeado lo mismo que para las anteriores: llorar y hundirse en la miseria hasta quedarse dormida. Sin embargo, ésta vez Nevra había golpeado a su puerta para informarle que ya estaban los resultados de su análisis de sangre y que tenía orden de llevarla de inmediato ante el consejo de La Guardia de Eel para informarle y discutir una resolución al respecto. Para sorpresa de ambos, la joven no emitió protesta alguna y sólo se limitó a escribirle una nota a su abuela, pasándola luego por la rendija debajo de su puerta.
Después siguió obedientemente al vampiro a su auto, permaneciendo en silencio durante gran parte del trayecto hasta que él decidió sacarle charla.
- ¿Y no me extrañaste ni un poquito en estos días? -Le reprochó, exagerando su tono. - Qué cruel que eres conmigo, después de nuestra fabulosa cita y de beberme todo tu vino, me ignoras y me rompes el corazón.
Erika se sonrió. Apenas una semana atrás Nevra utilizaba su coqueteo natural para burlarse de ella, mientras que ahora lo aplicaba de forma indirecta para romper el hielo y animarla un poco. Le pareció ciclotímico y aún no sabía si confiar en él, aunque su gesto le reconfortó y suavizó un poco la aplastante presión en su pecho.
-Ow, discúlpame -le respondió en un tono de exagerada aflicción. - No estuve de humor estos días, sin embargo puedo compensártelo con más de ese vino barato que tanto te gustó.
-Nah, nah, nah, nada de eso. ¿Tú me plantas y tú decides la compensación? Eso no es justo, soy yo quien debe decidir tu castigo, y éste será... -la observó de arriba abajo con aquella sonrisa filosa. -... que me des de tu sangre.
ESTÁS LEYENDO
El Ocaso de los Mundos [Eldarya]
Fanfic[AU basado en New Era] [Escrita en formato novela] Durante la luna azul de la noche de Samhain, Erika intenta lidiar con el desasosiego que le produce sentirse estancada y sin futuro en pleno contexto de pandemia y crisis económica. Sin embargo, su...