Capítulo 8 -Nuevo Comienzo

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Segundo Arco

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—Así que otra vez aquí...

Resopló y se dejó llevar por la placentera sensación de flotar sobre ese mar eterno dentro de aquel sueño consciente que se presentaba ante ella por cuarto día consecutivo. Era tan vívida la percepción de la densidad del agua entre su cuerpo que al principio se había exasperado al creerse realmente varada en el medio del océano, pero al cabo de un tiempo indeterminado despertaba así que se había decidido a gozar de esa apacible quietud por el tiempo que durara.

Extendida sobre el infinito manto de agua se puso a contemplar el cielo, iluminado por los centellantes colores del mediodía aunque sin sol que pueda apreciarse. Sus oídos captaban un ininteligible arrullo que provenía de las profundidades del agua y que iba acunándola poco a poco, como quien cantara para consolar a una niña afligida.

Suspiró con satisfacción al tomar dimensión de que había encontrado un oasis de paz dentro del mundo de los sueños... paz que nunca encontraría en la realidad puesto que en cuestión de un instante su vida se había retorcido y convertido en un auténtico infierno.

Le resultaba hilarante cómo su subconsciente había creado aquella fantasía, probablemente como un mecanismo de defensa para intentar contrarrestar las violentas emociones que cercenaban su psiquis y su existencia.

—Espero que esto no sea señal de que estoy desarrollando algún trastorno mental por todo lo que me ha pasado desde Samhain...

Quizás se estaba volviendo loca, pero lo peor era que no podía hacer nada al respecto. Estaba atrapada en el medio de un conflicto de poder interracial donde era obligada a involucrarse por una orden de supremacía mundial que se había apropiado de su vida, brindándole sólo el engañoso consuelo de elegir por cuenta propia cuál sería el camino que la tragaría directo a las entrañas de Golden Dawn.

Todos los caminos conducen a Roma. Ya sea la Guardia de Eel o Los Sabios, su invisible condición de prisionera seguía intacta.

Por eso debía fortalecerse, para luchar por su libertad. Si no sabía defenderse a sí misma, menos podría defender a aquellos cuyas vidas necesitaban la luz de esperanza que se suponía que ella debía proporcionarles.

El arrullo de las profundidades del océano fue intensificándose y ella soltó un bostezo, comprobando que estaba próxima a dormirse. Era paradójico, el sueño extraño siempre finalizaba cuando ella se quedaba dormida en el mar, despertándose de inmediato en la vida real... raro, aunque no culparía a su pobre subconsciente, ya bastante estaba siendo castigado por todo el mundo que la rodeaba.

Sus párpados le pesaron y su cuerpo fue aflojándose cada vez más, dejándose inundar por el sosegado sopor previo a la cruel realidad de cuando despertara. Qué ironía que su despiadado destino se disparara en la misma noche que había decidido salir a despejar su cabeza para sentirse un poco más libre, terminando aún más enjaulada que antes... y ya ni siquiera sabía quién era.

¿Quién era Erika? ¿La humana fracasada que no podía concretar una maldita carrera universitaria? ¿O una de los últimos individuos de una raza prácticamente extinta que tenía la obligación moral de convertirse en el símbolo de esperanza para reducir la brecha de injusticia que enajenaba tanto a humanos como faeries por igual?

¿Humana o aengel?

Era la nada y era el todo al mismo tiempo. ¿Qué significaba realmente ser faelienne?

El Ocaso de los Mundos [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora