Capítulo 13 -En el medio de la tormenta

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Todo a su alrededor pareció congelarse, como si el bullicio cotidiano de la ciudad fuera minúsculo comparado con el ensordecedor y peligroso silencio que transmitía la imponente figura de Lance. Petrificada en su lugar, apenas se atrevía a respirar debido al pánico que escalaba por toda su columna vertebral al saberse descubierta por su cruel carcelero.

¿Cómo la había encontrado? Sólo se le ocurría una respuesta... y es que una vez más había actuado como una niña.

Lance había estado todo el tiempo vigilándola, sólo que él había decidido que algunas veces se manifestaría frente a ella y otras veces permanecería oculto, confundiéndola y haciéndole creer que realmente no estaba... cuando en realidad había estado presente en el momento en que ella salió, siguiéndola hasta la cafetería.

Era un plan tan simple y sencillo que el sólo hecho de haber caído en él confirmaba lo inocente y vulnerable que era.

Y lo peor de todo era que había arrastrado a alguien más con su estupidez.

Leiftan no sólo había salvado su vida varias veces sino que había accedido a su pedido de salvar a la banshee, siendo además el primer faery en tomarse la molestia de escucharla y comprenderla. Después de haber merendado, de haber reído y llorado, de que hubiera empatizado y le hubiera aconsejado para poder sobrevivir en aquel mundo horrible, ella le pagaba arrastrando a un potencial y peligroso enemigo ante él.

¿Cómo le explicaba que Lance estaba allí porque ella estaba siendo literalmente acosada por Golden Dawn debido a que tenía sangre de Aengel en las venas? ¿Cómo podría explicarle que un miembro del consejo de la Guardia de Eel se encargaba de respirarle en la nuca las veinticuatro horas del día sin revelar su identidad ni exponerla?

No había forma. No había manera de excusar la presencia de Lance... y ahora con la realidad estallando en su cara, Leiftan deduciría que su sospecha siempre fue cierta y que ella no era nada más que una inmunda y vil carnada contratada para hacerlo caer ante la orden.

—Vete a la casa —la orden de su carcelero resonó con potencia, sacándola abruptamente de su ensimismamiento.

Erika alzó el rostro y se percató de que no la estaba mirando, sino que su vista glacial estaba enfocada de manera amenazante sobre Leiftan.

Ella se estremeció dolorosamente, sintiendo cómo el impacto de su actitud tan agresiva le helaba la sangre y acentuaba su desesperación al saberse tan miserable por traicionar a la única persona que había sido amable y considerada con ella. No podía permitir que Leiftan sufriera por culpa de su estupidez. Por más que volvieran a castigarla y la orden le arrebatara lo poco que le quedaba, se haría cargo de las consecuencias y se esforzaría en enfrentarse a Lance.

Respiró profundo, ignorando los escalofríos producto del miedo y se irguió en toda su postura. A Golden Dawn ya no le bastaba con intimidarla y con apoderarse de su vida, sino que aprovechaban para hundir a las personas a su alrededor y dejarla por completo acorralada y sola.

Ya estaba harta de ellos, de Los Templarios, de la Guardia de Eel y del propio Lance.

Antes de siquiera abrir la boca sintió un cálido y suave contacto en su mentón que la despejó dulcemente de sus pensamientos, percatándose de que se trataba de los largos y finos dedos de Leiftan que tomaban su barbilla con delicadeza para llamar su atención y hacer que se volteara hacia él. Para su sorpresa, su semblante lucía tan tranquilo y calmo como era habitual, como si la amenazante e imponente presencia de Lance no estuviese a unos pocos metros de ellos... dedicándole incluso una tierna sonrisa en cuanto consiguió que sus miradas se cruzaran.

El Ocaso de los Mundos [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora