Sept

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Crier.

La luz de la luna brillaba sobre los recién casados, quienes la miraban desde un balcón. La ceremonia de la boda, que ya había finalizado, se había llevado a cabo en un lujoso hotel, propiedad de la familia Jung, como regalo a JiMin y JungKook por parte de su amigo. Aquella noche había sido magnifica, un hermoso clima, con estrellas brillando e iluminando todo el lugar, con todos sus amigos reunidos, o bueno casi todos.

La pareja miraba la hermosa luz de la luna llena mientras recordaban a aquel muchacho que siempre les dijo que era mágica, que, si se bañaban con aquella hermosa luz blanca el día de su boda, estarían juntos para siempre. Con sus manos entrelazadas, y los hermosos anillos en sus anulares que probaban su unión, se abrazaron y sonrieron. Estaban juntos ahora...

Luego de varios años juntos, ahora podrían pasar el resto de sus días como la hermosa y feliz pareja que son. Luego de años de sufrimiento y algo de suerte, en los que se apoyaron mutuamente, esa felicidad se la merecían. Aunque sea por solo unas semanas, antes de que regresen a sus respectivos trabajos, querían disfrutarse mutuamente con todo el amor que se tenías.

Conocerse más de lo que se conocían ya...La luna de miel no iba a esperar, ¿verdad?

Copos de nieve comenzaron a caer como lluvia en aquella parte de la ciudad, donde se encontraban las más lujosas residencias del país donde solo lo mejor de lo mejor podía si quiera poner un pie allí. Muchas personas hasta pensarían en dar una parte de su cuerpo por si quiera vivir unos seis miserables meses en tal prestigioso lugar.

Agradezcamos a los dioses, o a la razón, que nadie con sus cabales puestos en su lugar lo haría, una cosa es pensarlo y otra cosa es hacerlo ¿verdad? A primera vista, parecía un sitio agradable, seguro y hermoso donde vivir, pero para un par de hombres aquella hermosa residencia tenía más que ver con una prisión que con un hogar en el cual pasar el resto de sus días.

JiMin caminaba por la acera entre tropezones por la fría nieve, su vista estaba ligeramente nublada y estaba algo mareado. El alcohol siempre es sorprendente, saca lo peor del hombre más noble y hace hasta el más cuerdo hacer toda clase de tonterías. Es un arma peligrosamente estúpida y eso lo aprendió hace algunos años y esta misma noche.

Eran casi las dos de la mañana y, por supuesto, fue una estúpida idea irse caminando por casi toda la ciudad para llegar a su casa en lugar de tomar esa bicicleta o esperar a su chofer. Había que ser un genio para saber que salir por las noches de invierno, ebrio y confundido, y caminar varios kilómetros sobre la nieve sin botas especiales es un claro ejemplo de estupidez.

¿Qué se le podía hacer? JiMin solo veía flores y colores en su pequeño mundo enloquecido por el alcohol que aun corría en sus venas. Todo era diversión y diversión, solo eso buscaba. ¿Cómo culparlo? Años sin sentirse así, extrañaba esa sensación de adrenalina combinada con la locura.

Desde que era apenas un joven adolescente de la tierna edad de dieciséis años y había probado el alcohol en una fiesta de secundaria, jamás se había emborrachado tanto. Y de eso podemos culpar a Jeon JungKook, quien siempre lo evito. Oh, y hablando del rey de Roma...

JungKook, tan pronto escucho el sonido de la puerta principal azotándose, salió a toda prisa a la sala principal donde encontró a JiMin recostado en uno de los sillones, quejándose y con nieve en el abrigo mojando el piso. ¿Mencione que Jeon tiene un gran sentido del olfato? Bueno, no le llevo más de dos segundos suponer la razón por la cual actuaba y se veía así.

Después de todo, ya que JungKook siempre evitaba que el rubio se emborrachara, por lo que jamás lo había visto así y los diversos escenarios que se imaginó JungKook al verlo fueron miles y cada uno peor que el anterior. Como los sucesos recientes...

Oh, shit!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora