Huit

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Aider.

La noche había caído, luego de una semana entera llena de emoción y desesperación, finalmente la graduación se había llevado a cabo, ya no eran más alumnos, ahora se encaminaban a otro camino. Bajo un cielo estrellado, los jóvenes estudiantes finalmente terminarían con el martirio. ¿Pero para qué? La vida todavía no acababa, apenas habían terminado una parte del sendero, aun debían ir a otro que estaba lleno de piedras. Su vida adulta apenas había iniciado.

Y para la mayoría de los recién graduados eso significaba "cadenas".

Pero bueno, eso no importa ahora, luego de tres magníficos, e insufribles, años, un momento de paz antes de la guerra no les hacía mal. El colegio, interesado como siempre, había preparado un evento especial para ellos, después de todo eran la generación de los hijos de los CEOs más importantes. Claro que tenían que hacer la mejor despedida, con una gran fiesta, con grandes momentos y buenas memorias. Para que cuando esos mocosos sean ricos y poderosos inviertan en un futuro a ese prestigioso y maldito colegio.

La gran mayoría había optado por sentarse a los alrededores de la pista y de los dulces que distribuían, por otro lado, JiMin y JungKook habían escogido la mesa más cercana a la salida, por si se querían ir sin llamar la atención; pues ese año sus respectivas familias habían adquirido más reconocimiento y atrajeron a la vez una innecesaria atención a ellos.

Sí, a veces era un tanto agradable, pero casi siempre era desesperante. Asfixiante e irritante, a palabra de ellos. Pero no solo porque aquellos "inferiores", prácticamente, los acosaban, sino porque mientras más famosillos sean Park y Jeon, más insultos recibía su querido amigo castaño.

Ese joven muchacho que los había acompañado durante la ceremonia para apoyar a sus hyungs, para estar con ellos como ellos estuvieron para él. Los dos mayores se sentían conmovidos, porque él estaba con ellos porque eran JiMin y JungKook, no Park ni Jeon. Con TaeHyung tenían una amistad genuina y les dolía pensar que posiblemente no lo verían en años.

Fue por eso que, tras unas horas en las que perdieron su valioso tiempo en esas estupideces de "Los extrañare siempre 'amigos'", "Espero sus donaciones para mi boda", "Hay que reunirnos en la noche en mi casa", "Vamos a comer ramen juntos"; salieron. Antes de entrar al salón, habían quedado de verse en el estacionamiento, para despedirse...

Tal vez parezca estúpido o exagerado, porque ellos solo se conocieron un año, porque aún son extraños si consideramos cuántos años fueron amigos JiMin y JungKook. Pero ese año fue muy valioso. Porque ese castaño, que les sonreía y los esperaba sentado debajo del árbol en el que solían reunirse, alivió su carga.

Porque, a diferencia de sus otros amigos que también los abrazaron al despedirse, ningún abrazo dolió más que ese. Cuando dejaron solo a su pequeño y preciado amigo.

Cuando lo dejaron solo bajo aquel lindo árbol marchito.

La conversación se extendió hasta tarde por la noche, mientras JungKook acompañaba a TaeHyung a su departamento, conversaban animadamente como si no lo hubieran hecho desde hace horas. ¿Pero cómo darse cuenta? Si parecía que realmente no había pasado mucho tiempo, apenas parecían haber sido unos pocos minutos.

JungKook le platicaba unas anécdotas de algunos viajes de negocios que se vio obligado a tomar, como fue un martirio sufrir el maldito jet lag, claro que no lo dijo con tristeza o irá, más como si fuera un chiste, porque sí fue un poco gracioso la vez que se quedó dormido en el avión y ni bien despertó salió a toda prisa para llegar a tiempo a una junto y dejo el maldito pasaporte. Tuvo que volver a su país y sufrir los regaños de JiMin y los reclamos de su padre. Inconscientemente, se reía al recordar aquello. Antes.

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