Oh, shit!

Treize

Savoir.

¿Qué tan placentera fue esa pequeña aventura? ¿Fue algo nuevo, algo asombroso, algo caliente? ¿Estaba satisfecho? Las sensaciones, el sentimiento de que es algo prohibido y peligroso a la vez que te hace desear hacerlo una y otra vez, miles de veces, por siempre y sin parar...

El placer, el dolor y el sentimiento son cosas peligrosas tanto como el amor, el odio y el arrepentimiento. Las mayores armas que alguien pueda usar para dañarte o atraerte según sea su antojo, sus intenciones o sus acciones, sea que las malinterpreten o no...

¿Qué sentía cuando lo besaba? Que se perdía en los mares del placer mientras se quemaba en el fuego de la culpa.

¿Qué sentía cuando lo acariciaba? Que podía morir feliz en ese mismo instante para saber que al final su alma estaría condenada.

¿Qué sentía cuando lo tocaba? Que su interior ardía deseoso de sentir todavía más esas sensaciones seductoras que lo invitaban a pecar y poder saber hasta donde podían llegar esas placenteras y tentadoras emociones prohibidas que lo volvían loco lentamente.

¿Qué sentía cuando estaba con él?

¿Qué era afortunado, valioso, importante, bendecido, suertudo?

¿Qué sentía cuando lo imaginaba a él?

¿Qué desearía estar con él, caminar junto a él, vivir junto a él?

¿Qué sentía por él?

¿Amor?

Dolor...

〰

Perdido en sus pensamientos, rodando en la cama, JiMin no hacía más que recordar la noche anterior que paso fuera de su casa. Pensaba en como carajos se le había ocurrido ir en ese estado a un maldito bar de mala muerte, como mierda se le había ocurrido llamar a TaeHyung sepa para qué. Los recuerdos no dejaban de regresar con agresividad que a duras penas podía asimilar la mayoría de esas imágenes que poco a poco eran más claras. En cómo se había perdido en esos encantadores belfos...

Como esa otra noche cuando le dieron el alta a JungKook y no pudo evitar perderse en los labios de su amigo, así como tampoco pudo evitar posarse en ellos tan pronto tuvo una pequeña oportunidad...La sensación fue majestuosa, los belfos tan suaves como su piel eran una tentación del infierno a la que no se pudo resistir. Se sentía como un regalo celestial que nadie salvo un ángel era digno de tener.

Tan en el cielo se encontró que no pudo sostenerse antes de caer...

Debió haber hecho algo, tal vez decir algo, pero estaba tan avergonzado que solo se limitó a no hablar de ese asunto. Pero cuando por fin se animó para "arreglar" ese malentendido, no hizo ninguna otra cosa más que imaginar miles de escenarios eróticos donde su amigo era el protagonista.

Esos pensamientos, esas sensaciones en su pecho, ese deseo y esa necesidad que cada crecía más y más...Esas sensaciones que lo acompañaban desde que se encontró con su amigo habían estado tan nebulosos que nunca lo había asociado a otro sentimiento que no fuera nostalgia, hasta ahora.

Lo sabía.

El deseo, el impulso por tocarlo, por sentirlo, por poseerlo solo significaban una cosa.