Quatorze

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Effrayer.

Algo que jamás iban a poder entender era la razón del porque esos niños mayores a él lo odiaban con toda su alma, con todo su ser, con toda su existencia. Era tan joven y tan inocente como para comprender porque sus palabras eran crueles, porque sus actos solo lo lastimaban a él y porque sus palabras lo apuñalaban una y otra vez.

No podía entender porque cuando no lo ignoraba, se deleitaba en hacerlo llorar y gritar de dolor. No sabía porque los otros solo observaban como si no le estuvieran haciendo nada a su propia sangre, sino a un animal.

Desde que tiene memoria, su cuerpo estaba lleno de golpes "inocentes". Desde que tienen uso de razón, su cabeza bajaba en sumisión ante ellos cada vez que pasaban. Desde que recuerda, el sentimiento de miedo y pánico lo han acompañado cada vez que estaba con ellos.

Cómo un animal que ha sufrido por años el maltrato del hombre, que al final ya no le queda ni un instinto de nada.

Para los Kim, él no es más que un animal al que tienen que domesticar o sacrificar...

JungKook sintió un fuerte dolor de cabeza tan pronto abrió los ojos. El hombre, en todos sus años de vida, jamás había despertado con una jaqueca semejante a la que tenía en ese mismo momento. La poca luz que se colaba a través de una pequeña ventana le molestaba en extremo, como si hubiera estado en un cuarto oscuro por horas antes de salir a la luz del sol.

Se sobo los ojos con sus manos a pesar de que se sentía físicamente cansado, con su boca seca, quizá los labios partidos, y su estómago gruñendo por el hambre intensa que tenía. Sentía su cuerpo terriblemente pesado cuando quiso levantarse de la cama y no lo logró.

Se tomó un pequeño tiempo para poder ponerse de pie, iba a esperar a que su vista dejará de estar nublada y ese pequeño mareo que lo aturdió se fuera. Por mientras bien podría revisar los nuevos mensajes que seguramente le mandaron desde la empresa por haberse saltado horas de trabajo.

Ya podía imaginarse a su padre y a sus abuelos llamándole de nuevo para que deje su valiosa vida y regrese como perro con cadena a la jaula en la que estará encerrado siempre. Joder, ya ni siquiera debería quejarse, porque ya debería estar acostumbrado.

Tanteo junto a la almohada en busca de su celular, siempre lo ponía ahí cuando se quedaba dormido. ¿Será que esta tan cansado, o adormilado, que no se acuerda dónde está su endemoniado teléfono? Fue entonces que JungKook reaccionó.

Se dio cuenta de que esa no era su cama, que esa no era su habitación y que esa no era su casa. Miró mejor alrededor y se estremeció, no era un hospital ni tampoco un hotel, imposible que esa habitación pequeña y humilde fuera algún tipo de lugar de mala muerte dónde los secuestradores llevan a sus víctimas para hacerles quién sabe qué cosas.

No supo si aliviarse o asustarse cuando vio sus propias ropas tiradas por el piso, a excepción de su ropa interior, la cuál traía puesta.

Observo mejor la pequeña habitación, le resultaba tan familiar y su respuesta a ese pensamiento llego cuando detecto cierto aroma. Solo una persona en todo su mundo podía oler así.

Confundido, se levantó de golpe de la cama, dándose cuenta de que todavía estaba acompañado. TaeHyung, su pequeño y castaño amigo, estaba totalmente desnudo en la cama, tapado apenas con la sábana que JungKook jaló.

Su cuerpo tenía varías marcas de manos nuevas, sus hombros adornados con oscuros y rojizos moretones frescos, su trasero estaba al aire y se notaba cierto líquido blanco transparente escurriendo de...

Oh, shit!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora