Trois

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Changer.

Fuera del colegio había un gran escándalo, había montones de alumnos formando un circulo en medio del pasillo de la entrada principal, no por un anuncio matutino hecho por su director, no porque se dijo algo acerca de las calificaciones, de las universidades o algún examen –que seguro ni harían–, o un anuncio especial por algún evento de no sé qué, ni nada intranscendente relacionado con esa escuelita.

El asunto y la bola de chismosos que hacían el bulto en la mera entrada peleando por estar en la primera fila era porque un par de alumnos se estaban peleando a golpes. Tal vez no sea la gran cosa y hasta parecería cosa de niños, pero la razón por la que estaban allí era porque se trataba de dos muchachos que no eran nada más y nada menos que Jeon JungKook y Sung HaJin*.

Ambos muchachos eran conocidos por todos en la preparatoria especialmente por su fuerza y destreza, además de carácter y por su notable reputación –no solo de ellos, sino también de sus familias–, tan pronto llegaron y se vieron la cara comenzaron el pleito y no parecían querer parar. Los superiores, los profesores o alguien con autoridad no hicieron absolutamente nada por parar el conflicto, es más, parecía entretenerles. Los dos estudiantes se regresaban los golpes, uno tras otro y con mucha más fuerza y todos los demás hasta los animaban.

En la bolita estaba también el amigo del azabache, JiMin, quien tenía entre sus brazos a un pequeño muchacho castaño que sollozaba y respiraba con un poco de dificulta por el dolor. ¿Cómo llegaron a esa situación? Ambos mayores, Park y Jeon, llegaron a la escuela juntos, como de costumbre. Y lo primero que vieron tan pronto cruzaron el portón fue al pequeño castaño, que rescataron no hace mucho, en el suelo siendo nuevamente golpeado por seis personas y sin siquiera poder usar sus brazos para protegerse.

El grupo de HaJin y sus colegas pateaban sin cesar al pobre muchacho que apenas y podía respirar por el agonizante dolor y los sollozos que no podía callar. Ninguno de los dos amigos toleró tal acto y tampoco se quedaron con los brazos cruzados. No conocían desde hace mucho a ese chico, pero tampoco dejarían que se aprovecharan de esa pequeña criaturita inocente.

En esos pocos días en los que convivieron con el menor, se encariñaron con él por la inocencia que trasmitía, inocencia que les recordaba a ellos cuando tenían su misma edad y desconocían la codicia de su mundo. Ambos amigos siempre habían sido muy protectores con aquellos que se ganaban su cariño y poco importo terminar con el rostro magullado con tal de proteger a ese castaño.

Y tras ser ambos chicos implicados en la pelea castigados al salir de la enfermería, ninguno de los dos amigos procuro dejar solo a la pobre víctima, ni un solo momento mientras estuvieran en el colegio y ello se encargarían de esos bastardos para que nunca se le acercaran de nuevo. Lo único bueno de aquel día fue que, luego de años, aquel muchacho castaño ya no se sentía tan solo...

JungKook de tan solo pensar en la paliza que se dieron ambos muchachos y el castigo que recibieron le hacía sentir una ira incontrolable en su interior, pero el solo recordar a aquel chiquillo de cabello castaño en el suelo, con sus lágrimas empapar sus mejillas y sangre que salía de su boca, le hacía sangrar el corazón de la ira.

    —Tiene anemia por deficiencia de hierro, señor Jeon. —informo el doctor, sacando también al nombrado de sus pensamientos.

JungKook suspiro pesado y peino su cabello hacía atrás. Debió haberlo visto venir, era más que consiente que su alimentación no era la correcta y que, tarde o temprano, aquello le traería consecuencias –que por pura suerte no eran graves en ese momento–.

Oh, shit!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora