Cuarto.

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Jueves de mierda.

Por más que Jennie había intentado llegar a tiempo a su primera clase en la mañana, sus esfuerzos fueron en vano. Había despertado tarde gracias a no haber colocado su alarma la noche anterior y debido a eso, apenas alcanzó a ducharse de forma frenética mientras se lavaba los dientes al mismo tiempo que se enjuagaba el cabello (un poco del champú de cítricos terminó en su boca por esa razón, pero, ¿a quién le importaba?) y aunque literalmente había tomado lo primero en su pila de ropa -el pants del instituto y una camiseta del orgullo gay-, había llegado cinco minutos tarde y el profesor Lee no aceptó su excusa.

Así que se dirigió al patio lateral del instituto y tomó lugar en una de las bancas al aceptar que todos sus esfuerzos no habían importado un carajo, y se recostó contra el respaldo de la banca de mármol, colocando la cabeza contra la parte más alta para mirar el cielo azul con algunas nubes.

En determinado momento cerró los ojos para contar en voz baja en un intento de disipar su molestia consigo misma, pero todo pasó a segundo plano cuando algo evitó que la calidez del sol bañara su piel. Estaba por abrir los ojos, sin embargo, la chica que al parecer estaba detrás de la banca y había aprovechado su posición para acercarse de forma sigilosa, se inclinó sobre ella y los mechones rubios y suaves con olor a frutos rojos impidieron que le viera el rostro.

En esa ocasión el contacto de sus labios fue más largo, pero siguió siendo casto puesto que sus labios estaban solo unidos de forma superficial debido a la posición en que se encontraban.

—Qué linda camiseta —murmuró la rubia contra sus labios con un acento rasposo que Jennie no pudo identificar—. Se sospechaba.

—Me dejaste caer sobre mi culo —respondió la morena en cambio, aún con los ojos cerrados y sintiendo el cosquilleo del cabello apenas ondulado contra sus mejillas.

—Ah, eso...

Ciertamente Jennie esperaba una disculpa (tal vez también una presentación más formal), pero de forma abrupta la chica se alejó de su rostro, y cuando abrió los ojos para por fin verla, se encontró con que los rayos del sol la cegaron y tuvo que cerrar los párpados de nuevo. Se irguió en su lugar lo más rápido que pudo, sin embargo, la chica había escapado de nuevo.

No lo admitiría en voz alta para nadie, pero lo que prometió ser un día terrible debido a haberse quedado dormida, se disipó de forma inmediata al saborear en sus labios -por cuarta vez- el delicado sabor a fresa del labial de su chica (muy posiblemente extranjera) misteriosa. Misma que al parecer deseaba seguir en el anonimato.

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˗ˏˋ𝐒𝐭𝐨𝐥𝐞𝐧 𝐊𝐢𝐬𝐬𝐞𝐬ˎˊ˗ 〔 Jenlisa 〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora