Septuagésimo sexto.

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El lunes durante una hora libre de Jennie y Rosé -y básicamente también de Lisa porque el profesor de historia se reportó enfermo-, las tres chicas decidieron pasar el rato en el patio trasero. La mayoría del cuerpo estudiantil estaba en clases y no había mucho tránsito de alumnos, por lo que había un silencio relativamente relajante.

El plan inicial había sido que Lisa y Jennie pasaran un tiempo a solas, pero la chica australiana se les unió como un chicle porque no tenía a nadie más con quién pasar el día. Era popular en el instituto y todo mundo la conocía y le hablaba por los pasillos, por supuesto, pero solo sentía afinidad por su novia, su mejor amiga y su reciente exesposa, lo que hacía que se viera miserable sin Jisoo por allí.

Rosé se quejó de nuevo y la morena rodó los ojos también de nuevo. La chica australiana estaba tirada sobre el césped con expresión de perro apaleado y miraba el cielo con los ojos entrecerrados debido a la resolana a pesar de que el día estaba parcialmente nublado y ventoso. Tenía los brazos y las piernas extendidas en una posición extraña y lastimera, y mientras ella se quejaba de la vida tan injusta, la pareja de novias permanecía sentada una al lado de la otra con la espalda contra el tronco de un árbol enorme, y Jennie estaba demasiado ocupada buscando a tientas en el interior del muslo de su novia -justo por encima de su rodilla- como para prestarle atención a su mejor amiga.

—La extraño muchísimo —expresó Rosé con expresión decaída—. Necesito que la semana de suspensión termine lo antes posible, chicas. De verdad.

Lisa se tensó e irguió su columna vertebral a una posición incómodamente recta al percatarse de que la mano juguetona de su novia estaba trepando por el interior de su muslo vestido de mezclilla, y casi se atragantó con su propia saliva porque Rosé estaba justo allí y a Jennie no parecía importarle ese hecho.

La morena había aprovechado que la rubia estaba sentada en una posición donde mantenía las piernas separadas, y se había recostado en su hombro, pero el gesto aparentemente en busca de cariño, fue en realidad para poder ver por sí misma el progreso de su mano hacia arriba entre los muslos de Lisa.

—Es... estoy segura de que sí —balbuceó la tailandesa, viendo en otra dirección que no fuera la mano de Jennie trepando por sus piernas—. Seguro que necesitas a tu novia para, uhm, besarse y eso.

—Quiero decir, sí, por supuesto —Chaeyoung no se movió, pero cerró los ojos y dejó salir un suspiro—. Pero Jisoo siempre sabe qué decir cuando me pongo ansiosa de la nada, no como la estúpida que tienes por novia. Ella me manda a la mierda incluso si solo estoy existiendo a su lado —luego de decir aquello, Rosé abrió los ojos solo para rodarlos y volvió a su estado anterior.

—Eso es porque eres una perra traicionera —masculló la morena sin prestar atención. Su mano había llegado al ápice entre las piernas de la chica tailandesa y estaba muy ocupada pensando en su próximo movimiento como para argumentar su respuesta, así que simplemente añadió otro—: Perra mentirosa.

Rosé murmuró un insulto y se colocó un brazo sobre el rostro cuando la nube que cubría el sol de desplazó, lo que Jennie tomó como la oportunidad perfecta para avanzar.

—Jen, maldita sea —siseó la rubia cuando las puntas de los dedos de su novia presionaron hacia arriba contra su vulva, lo que a su vez la hizo retorcerse y buscar más del contacto—. Por favor, compórtate.

—Sí, Jen, compórtate, maldita sea —repitió Rosé, aunque por una razón completamente diferente—. La perra eres tú.

Sin prestar atención, la rubia movió mínimamente las caderas contra la mano atrapada entre sus muslos ahora apretados y tragó saliva forzosamente cuando la muñeca de Jennie giró a un ángulo perfecto para frotar su clítoris con una presión suave pero bienvenida. Aquello era absolutamente inapropiado, pero sus hormonas siempre se ponían como locas unos días antes de su ciclo menstrual, así que culpó a su ciclo menstrual por su libido tan inadecuado.

—Jen —la tailandesa jadeó.

Pero antes de que incluso la morena pudiera decir algo, Rosé se irguió hasta una posición sentada, lo que hizo que Jennie sacara su mano de entre las piernas de su novia con una rapidez impresionante que dejó atónita a la rubia.

A modo de una compensación mínima, la morena besó rápidamente la boca balbuceante de su novia antes de mirar al frente.

Una vez erguida, Rosé miró a su mejor amiga con escrutinio nada disimulado, pero no logró encontrar nada extraño, solo un semblante indiferente. Lisa era otra historia. Tenía las mejillas absolutamente sonrojadas y un indicio de sudor nervioso le cubría el cuello, y si bien no había nada que evidenciara lo que hubieran estado haciendo mientras ella se quejaba porque su novia no estaba con ella, Rosé supo de inmediato lo que su mejor amiga había estado haciendo básicamente porque la conocía.

—Ew, Kim, eres tan repugnante —la australiana fingió un escalofrío y se puso de pie rápidamente—. En serio asquerosa.

—¿Celosa porque yo sí tengo a mi novia aquí? —Jennie esbozó una sonrisa maliciosa y alzó una ceja, lo que hizo que Rosé rodara los ojos—. Admítelo, Park.

—Perra —espetó la rubia a modo de respuesta antes de irse de allí, y una vez a unos metros, gritó—: ¡Consigan una habitación, hormonales!

—¡Tómalo como mi venganza a nuestra última pijamada con Jisoo! —Chilló la morena en respuesta.

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˗ˏˋ𝐒𝐭𝐨𝐥𝐞𝐧 𝐊𝐢𝐬𝐬𝐞𝐬ˎˊ˗ 〔 Jenlisa 〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora