Septuagésimo octavo.

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Con la cabeza apoyada en el regazo de su novia y las risas de Rosé y Jisoo mientras jugaban con Kuma y Dalgom de fondo, Jennie exhaló un suspiro al ver el rostro de Lisa desde otro ángulo y se maravilló al percatarse de que seguía siendo preciosa.

Habían salido al parque cerca del condominio donde los Kim y los Manoban residían porque hacía tiempo que no convivían las cuatro al mismo tiempo y al aire libre, y solo tuvieron que ayudar a la corredora a escaparse de su casa mientras su madre estaba en la oficina, lo cual no fue tan difícil. Lo difícil fue tratar de abandonar al gran danés de Jisoo, por lo que terminaron subiéndolo al asiento trasero del Mustang de Rosé -aún conducido por la tailandesa- junto con Kuma.

Todo aquello lo lograron con el sigilo de un ninja experto.

Si el guardia de seguridad de la residencia Kim -residencia de Jisoo- encontró extraña la forma en que Rosé estaba cargando a Dalgom, la manera en que Jennie casi cayó sobre su culo a causa de la impresión al ver que el gran danés y Kuma estuvieron a punto de pelear mientras Lisa chillaba con horror y Jisoo llamaba a su mascota con tono firme justo en la entrada frontal de la casa, hizo un buen trabajo ocultándolo.

Afortunadamente no hubo más incidentes y en ese momento Kuma y Dalgom estaban jugando mientras la chica australiana y la castaña lanzaban pelotas de tenis para que las recogieran.

Por qué Jisoo llamó Dalgom a su gran danés estaba fuera del conocimiento de la morena.

—Oye, Lisa —llamó Jennie sin apartar la mirada del rostro de su novia, y cuando obtuvo su atención, añadió—: ¿has estado enamorada?

—Uhm... no que yo recuerde —respondió la rubia—. Quiero decir que recién tenemos dieciocho, antes de esto éramos lo suficientemente inmaduras como para querer a alguien de verdad. O al menos eso creo.

—Es valiente de tu parte asumir que ya soy una chica madura solo porque tengo dieciocho —bromeó la morena, lo que hizo reír a Lisa.

La tailandesa se inclinó hacia abajo y atrapó los labios de su novia de forma breve, lo que hizo que Jennie cerrara los ojos para perderse en el contacto delicado.

Había pocos besos así de suaves en su relación porque usualmente ambas estaban hormonales y hacían de todo para tocarse la una a la otra, pero cuando se encontraban en público se las arreglaban para mantener a raya sus hormonas "deliciosas", según palabras de Lisa.

Cuando se separaron, el corazón de la morena latía con fuerza dentro de su pecho y en su estómago había una revolución asquerosa que bien podría confundirse con amibas y parásitos, pero no podía hacer nada para suprimir la sensación y tenía que arreglárselas para evitar vomitar frente a su novia.

—¿Tú has estado enamorada? —Cuestionó la rubia en voz baja y sin apartar la mirada de sus ojos de gatito.

La respiración de Jennie se bloqueó por un segundo y su corazón se saltó un latido a causa de la pregunta, sin embargo, ella sabía perfectamente cómo mantener una expresión neutra a pesar de estar muriendo por dentro, así que su novia no notó su exalto.

—Oye, ¿sabes qué acabo de recordar? —Murmuró la morena para cambiar el tema, por lo que Lisa alzó una ceja—. El otro día soñé que eras hermana de Rosé y una mujer loba destinada a ser una gran alfa, y yo la chica humana que habías elegido para estar a tu lado.

—Ciertamente te habría elegido siempre —admitió la rubia con una sonrisa—. Yo soñé que nosotras éramos periodistas de una revistas gay y teníamos que viajar al otro lado del mundo a entrevistar una pareja de ancianas... Ah, también me odiabas —completó con una mueca, lo que hizo reír a Jennie.

Ambas se quedaron viendo fijamente los ojos de la otra, con Lisa sentada debajo de un árbol y sobre el césped y la morena tirada sobre su espalda con la cabeza en el regazo de su novia. Estaban perdidas en la mirada de la otra, tanto que aquello solo fue interrumpido cuando una pelota de tenis cayó en el estómago de Jennie.

Lo siguiente que la morena supo fue que un gran danés y un pastor belga enormes se lanzaron sobre ella para tratar de atrapar la pelota, y si bien gritó el nombre de su mascota para que se detuviera, Kuma estaba demasiado ensimismada en su misión por conseguir la pelota que fue lanzada por Rosé.

Lisa y Jennie terminaron desparramadas en el césped mientras las dos mascotas seguían olfateando la pelota y trataban de moverlas con sus patas para que no estorbaran, y una vez que Dalgom la atrapó en su hocico, volvieron corriendo hacia Jisoo.

—Maldita australiana hija de... —la morena se abstuvo de continuar la frase porque la señora Park no tenía la culpa de tener una hija tan imbécil, y se quitó los trozos de césped del cabello enmarañado—. Maldita sea.

Lisa exhaló una risa encantada y se soltó el cabello para que se le facilitara quitarse el césped, pero en lugar de copiar su acción o seguir en lo suyo, Jennie se perdió en la suave ondulación de sus brazos desnudos y la sonrisa brillante en su rostro.

Estaba jodida.

—Ruby, parece que alguien te revolcó —comentó la chica australiana antes de sentarse sobre el césped, y su novia se sentó a su lado rápidamente mientras Kuma y Dalgom jugaban tras ellas—. Te ves horrible.

—Oye, Chu, ¿Rosé te mencionó que la profesora Moonbyul le dio detención ayer? —Respondió en cambio la morena.

Rosé se tensó visiblemente y palideció uno o dos tonos al tiempo que la corredora la veía con curiosidad por su reacción. Lisa seguía ocupada quitándose el césped del cabello, ajena a toda la situación como la mayoría de las veces.

—No, no me lo dijo —terminó por responder la castaña—. ¿Qué hizo?

—Dijo que la profesora Moonbyul era una perra —Jennie se encogió de hombros—, y la profesora estaba justo detrás de ella.

—Oh, joder —Jisoo resopló una risa, aunque luego se puso seria y se giró hacia su novia—. ¿Sucedió algo en detención? Te ves demasiado temerosa. ¿Desde cuándo eres tan... así?

Rosé se encogió de hombros pero un suave rubor se extendió en sus pómulos ante el recuerdo de la profesora presionada contra su cuerpo y oliendo su perfume. No podía decirle aquello a nadie o se metería en más problemas, porque Jisoo estaba loca y si había golpeado a Ryujin, seguramente haría que despidieran a la profesora Moonbyul.

—No sé, yo solo...

—Seguro la profesora se la folló en el escritorio —bromeó la morena.

—¡Claro que no! —Rosé chilló de inmediato para defenderse de la acusación—. Tal vez nos acorralamos la una a la otra y casi pensé que iba a besarme, pero...

Ante eso, la corredora tomó a su novia por el cuello de su camiseta y chilló:

—¡¿Qué?!

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˗ˏˋ𝐒𝐭𝐨𝐥𝐞𝐧 𝐊𝐢𝐬𝐬𝐞𝐬ˎˊ˗ 〔 Jenlisa 〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora