Tres Encuentros

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Han pasado 2 semanas desde que Jin se fue de urgencia al palacio de la emperatriz. 2 semanas sin encuentros obligados e incómodos, lo malo es que he tenido que mantener mi teléfono apagado para que la batería no se agote. Realmente no me es muy útil en este lado del universo pero siento que en alguna emergencia podría llegar a necesitarlo.

Si se preguntan cómo me he entretenido en este gigantesco castillo. Bueno, por fin he terminado de recorrerlo todo. Cada día que he salido a dar un paseo camino por diferentes rutas para memorizar todas las posibles formas de escape en cuanto tenga la oportunidad de largarme de aquí. Aún tengo que averiguar la forma de poder regresar a mi mundo, así que no voy a precipitarme.

Otra cosa que me ha ayudado a distraerme es la reconexión con mi viejo hobbie. La moda. Todos los días me he vestido por mi misma y cada vez me siento más contenta conmigo misma.

Desde siempre amé el ámbito de la moda y la belleza, pero así como mi amor por ello ha sido longevo también lo es mi inseguridad. No recuerdo con exactitud cuándo fue que empecé a despreciarme y sentirme inferior, solo sé que tomé conciencia de ello en la adolescencia. Desconozco si alguna vez me he amado a mí misma.

A pesar de ello arreglarme era como si cada día me pusiera una armadura mágica que me protegía contra mi autodesprecio, me hacía sentir menos miserable y olvidarme de lo mucho que no me amaba. Me hacía feliz. Pensaba que me veía más bonita. No obstante seguía siendo solo una capa protectora que algún día se desgastaría.

Ese día fue cuando entré a la universidad. Tenía que usar uniforme médico para las clases, nada de maquillaje y peinado recogido. Así fue como todos los días frente al espejo me veía a mi misma sin nada que resaltará las pocas partes que me agradaban de mi. No me gustaba lo que el espejo me mostraba, lo odiaba, me enojaba y repetirmelo todos los días acabó conmigo. Me hizo recordar que no importaba el esfuerzo que realizará para ser bonita, eso jamás sucedería porque no lo era. Y así fue como inició mi punto de quiebre.

Cuando estaba en la escuela no pensaba para nada en mi apariencia debido a lo ocupada que estaba, por lo cual me sentía bien. Lo malo pasaba cuando salía de vacaciones, ya que solo había una cosa acaparando mis pensamientos, el reflejo de mi rostro y mis defectos en el espejo.

Con el paso del tiempo deje de vestirme como me gustaba. “¿De qué te sirve tanta ropa hermosa si siempre seguirás siendo fea?.” “Es un outfit bastante lindo, te hace ver menos horrible.” “Si me hago fleco mi rostro no se verá tanto.”  Era lo único que había en mi cabeza. En un ataque de rabia rompí todos los espejos de mi casa, solo dejé intactos los del baño porque eran necesarios, no los usaba con el objetivo de juzgar mi apariencia. También decidí guardar cada una de mis fotos, en mi casa no hay ni una sola imagen a la vista de mí.

Intenté ir a terapia pero mis padres no son personas a los que se les pueda tocar tales temas, no tenía dinero ni tiempo. eferí mantenerme ocupada con los estudios, eso me ayudó a alejarme de mi obsesión por la belleza, mi baja autoestima y autodesprecio por bastante tiempo.

Ahora que estoy aquí tenía miedo de que mi obsesión por ser bella me volviera loca, pero debo decir que he podido autoreflexionar. Ya que no tengo ninguna preocupación ni responsabilidad, ya que nadie me recuerda y mis padres no me necesitan, tengo la oportunidad de concentrarme únicamente en mi.

El tema empezó el día después de que Jin se fuera. Gracias a mi aburrimiento la curiosidad por ver todo mi guardarropa me hizo descolgar cada uno de los vestidos. Entre más los veía más resurgía mi amor por la ropa. Después de dejar cada uno de los vestidos expandidos en la alfombra de la habitación fui a donde estaban los zapatos. Me los probé todos. Luego fui a los joyeros y me coloque todo lo brillante en dónde pudiera.

La obsesión de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora