Peligroso

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— Jin, no pudiste protegerme. 

La débil y dolorosa voz de mi amaba retumbaba en mis oídos. Ahí estaba ella,  colgada de la pared sostenida por una cadena en cada extremidad y muy lejos del suelo; llena de sangre, los tobillos rotos, cortadas es sus manos, marcas de latigazos en sus piernas, brazos y espalda. Su bello rostro, aunque no tenía ninguna herida, denotaba restos de sangre seca y huellas de lo mucho que había llorado por el dolor.

Sunny me juzgaba con su apagada mirada, decepción e indiferencia. Volé apresuradamente a su altura para intentar liberarla, para mi mala fortuna un escudo mágico de color morado me quemó en el momento que intente tocarla. Ella ya no poseía  ninguna expresión, su alma había abandonado su cuerpo terrenal. Estaba muerta en vida, todo su brillo y luz se había desvanecido, me la habían arrebatado.

— Tu me trajiste está desgracia, tu tienes la culpa de todo…

— Sunny yo… no… L-lo siento… Sunny. — El llanto inminente no me dejaba hablar, de repente empecé a respirar más rápido, me dolía el pecho y sentí como me empezaba a faltar el aire. Caí de rodillas bajo de ella mientras el pánico corría por todo mi cuerpo. Miré a mi alrededor, todo estaba oscuro, negro, solo estabamos ella y yo pero no podía moverme, por alguna razón no podía ayudarla. 

— Por tu culpa me torturaron, por tu culpa estoy pasando por este dolor, por tu culpa mi alma murió y mi cuerpo solamente vive en constante agonía, prometiste que me protegerías. 

Sunny seguía susurrándome esas dolorosas palabras mientras yo continuaba sin la posibilidad de respirar. Mis lágrimas caían al suelo desconsoladamente, tapé mis oídos en un intento desesperado de dejar de escuchar lo que mi pequeña me decía, seguía repitiendo constantemente que todo esto era mi culpa.  

— El castigo por no cumplir tu promesa será cargar con la responsabilidad de mi muerte. 

Intentaba hablar con todas mis fuerzas pero no podía, la imposibilidad de respirar, el pánico y la culpa me detenían. En un instante el silencio se hizo presente, Sunny se detuvo. Yo seguía en el suelo con los brazos en mi cabeza. 

En un segundo me percaté de cómo empezaron a llover demasiados vilanos, los filamentos blancos pertenecientes a el diente de león, por toda la habitación. Eran tantos que todo el suelo estaba repleto de estos. 

Mi pecho se estremeció cuando escuche unas cadenas chocar contra la pared, subí mi vista desesperado. 

Sunny ya no estaba. Su cuerpo se había convertido en vilanos, es tan irónico porque el diente de león es la flor preferida de Sunny. 

Mi llanto cargado de emociones no paraba, me aferre a los filamentos blancos que yacían en el suelo mientras gritaba el nombre de mi amada con fuerza, dolor y exasperación por no poder hacer nada ante su inevitable muerte.

— Te dije que me vengaría, duque Kim Seok Jin.

Esa voz la reconocería en cualquier lugar. Estaba lejos pero percibí pasos acercarse poco a poco.

— Haré desaparecer a tu amada en un segundo, como cuando soplas un diente de león, solo haré… — Ahora estaba junto a mi oído. — ¡Puff! —

— ¡Sunny!. — Me desperté de esa tormentosa pesadilla asustado. Busqué con la mirada a la chica que amo inmediatamente. Afortunadamente ella yacía con total tranquilidad a mi lado, seguía en sueño profundo.

Me senté en mi cama mientras mi pecho subía y bajaba como respuesta a la agonía que sentí en ese calvario que mi mente creo. Me recosté en la cabecera para calmarme. Voltee a ver a Sun. Es tan hermosa. Acaricié su pómulo unos segundos sin dejar de apreciarla, no obstante, sin darme cuenta mi dedo pulgar se escapó de mi control para acariciar sus labios lentamente.

La obsesión de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora