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LENA POV:

Como era de prever, al día siguiente Miranda firmó el trato. Y James Miller me confirmó como Alexander lo firmó inmediatamente.

Al enterarme de esa noticia mi corazón se aceleró, porque me hizo feliz ver cómo tenía una forma de poder devolverle la vida a Jack. Por mi culpa acabó entre rejas siendo una de las mejores personas que he conocido; así no solo va a poder volver a la libertad en la sociedad, también voy a poder pasar algo de tiempo con él hasta que la operación acabe, que por lo menos serán unos meses, pues Mustang no nos lo va a poner fácil.

La noche que me enteré que Jack formaría equipo conmigo no podía parar de recordar la noche en la que lo conocí. Mi última noche de descanso antes de que las cosas se pusieran feas, en aquel casino, cómo le encontré contando las cartas en el Black Jack, de ahí su mote, Jack. Y como después, sin saber nada el uno del otro, en aquella habitación de hotel, hicimos el amor, sus labios suaves contra mi piel y sus ojos dulces indicándome que la felicidad y serenidad tenía rostro y era el suyo.

También recordé el momento en el que me enteré que era un agente del FBI infiltrado cuando John Scottson le secuestró y me prometió que él no investigaba nada de los estafadores, que no era su departamento, dejándolo en libertad bajo el ojo crítico de Scottson.

Pero sobre todo recuerdo todos los días cuando se jugó el pescuezo por sacarme de aquella celda en esa comisaría. Siendo él más tarde arrestado por ello.

Apenas lo conozco y han pasado tantas cosas... pero solo sé que debía devolverle el favor que me hizo sacándome de ahí y que siempre le he tenido presente en mi mente, como aquella persona llena de bondad y delicadeza cuyo destino debía ser comerse el mundo. Siento que el que yo me cruzara en su camino le aurrinó la vida, aunque a mí me dio mucha felicidad y literalemente me salvó de un aprieto.

– Hace mucho calor. – se quejó Miranda.

Estábamos James, Miranda y yo, esperando en medio de una explanada, a la salida del centro penitenciario en el que se encontraba Alexander.

Una vez todos firmamos aquel trato, empezó a moverse la maquinaria y ya podríamos formar el equipo definitivo. Unos días más tarde nos recogieron a Miranda y a mí, recogeríamos ahora a Alexander, una vez los tres reunidos nos llevarían a una nueva localización en la que nos presentarían al resto de agentes del caso y nos explicarían todos los recursos que teníamos a nuestro alcance para encontrar y atrapar a Mustang. Pues mi ex jefe lleva en paradero desconocido todos los meses que yo llevo entre rejas.

– Miranda, ¿sabes hacer algo más? A parte de quejarte.– dijo James, tan trajeadísimo como siempre.

Se le resbalaba una gota de sudor de la frente del calor, pero él tenía gafas de sol. Yo me tapaba el sol con una mano en el rostro.

Miranda y yo íbamos vestidas con el uniforme penitenciario cada una diferente pues veníamos de prisiones diferentes. Yo llevaba un pantalón gris de chándal y una camiseta blanca en la que detrás ponía en letras grandes y negras "reclusa penitenciaria" mientras que Miranda vestía un mono de color amarillo muy cantoso y debajo una camiseta blanca.

– James, ¿puedes hacer que no se te note tanto tu desagrado hacia mí?– dijo ella.

Es verdad que se notaba como a James no le caía nada bien Miranda. Era de esperar, un agente súper cuadriculado y con un sentido muy fuerte de la justicia, cooperando con delincuentes y además el primer encontronazo de los dos fue muy tenso.

– Para ti soy agente Miller. – dijo mirando hacia el frente y cruzándose de brazos.

Miranda me miró, yo me encogí de hombros. Estas cosas me parecen un poco infantiles.

Lena Jennings // La segunda parte de La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora