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JACK POV:

James, Miri y Lena se fueron en un coche y Rufus y yo en otro.

Lena pidió por favor conducir ella hacia el Centro de Control, pero Miller se negó rotundamente; ella se quejó alegando que sabe que está controlada, no va a hacer nada que quebrante el trato y que ella es la persona que se conoce la manera más rápida de llegar, pero James Miller aún así se negó.

Nosotros dos íbamos detrás del otro coche, simplemente siguiéndolos por la carretera.

La verdad es que a pesar de yo haber sido agente del FBI como Miller, Peterson y Paulov a ninguno de los tres los conocía personalmente con anterioridad, salvando a Miller que hablé con él rápidamente antes de ayudar a la Carterista escapar.

Rufus Peterson es un hombre bastante más mayor que yo y a pesar de no tener un físico deslumbrante se le ve agil y fuerte; además de que parece una persona en la que confiar y fácil de llevar, no muy exigente.

Miller sin embargo se ve tan maniático y perfeccionista. Se le ve un hombre solitario a pesar de ser tan atractivo y tener tanto éxito profesional.

– Alexander, ¿te puedo hacer una pregunta?.–me preguntó Rufus mientras conducía.

–Adelante Rufus, aunque prefiero que me llames Jack somos compañeros.–dije.

–No quiero ser impertinente pero ¿por qué? ¿por qué lo hiciste? ¿por qué decidiste ayudar a La Carterista y echar al traste toda tu vida?–me preguntó.

Suspiré y negué con la cabeza. Estoy tan cansado de siempre lo mismo, "los buenos", las personas que están del lado de la legalidad siempre me miran con ojos de pena, como si fuera un desecho social que lo ha perdido todo en su vida, pero no entienden que me liberé de todo lo que no tenía sentido en mi vida...

– ¿Sabes por qué prefiero que ahora la gente me llame Jack?–dije. Rufus se quedó callado y negó con la cabeza.– Mi vida antes de encontrarme con la Carterista en mi camino se basaba en querer complacer al resto de personas. Siempre fui el hijo que mis padres querían, siguiendo el camino que ellos creían el mejor, dedicándome a algo que no me daba la felicidad, formando parte de algo en lo que yo personalmente no creía; pues sigo creyendo que a día de hoy para salvar a la sociedad la solución no es ser policía.–hice una pausa y apoyé la cabeza contra el la ventana del coche.– Todos los días me levantaba sabiendo que tenía que hacer lo que se esperaba de mí, sin rechistar, porque era lo correcto. Día tras día, formando parte de algo en lo que no me identificaba, algo en lo que veía que está podrido por dentro... una vida llena de papeleo, horas extras y nunca tiempo para mí, nunca tiempo para tener un ser querido a mi lado.Mi vida se basaba en una rutina infeliz, perdía mi vida en ser lo que el resto querían que yo fuera. Aunque todo eso lo intentaba ocultar con una sonrisa la verdad es que era tremendamente triste... siempre hacía lo que se esperaba de mí y jamás lo que a mí me apetecía.

Tomé aire. Rufus se estaba tensando mucho ante mis palabras, estoy seguro de que por una parte está de acuerdo conmigo, por otra no quiere escuchar mis palabras porque sabe que su vida es igual, prefiere seguir viviendo con esa mentira de felicidad y deber social que se habrá montado en su cabeza, pues es más o menos lo que yo hice cuando era agente para poder levantarme de la cama todos los días.

–La primera noche que realmente hice lo que realmente me apetecía la conocí a ella; a Lena. Yo solo me fui a un casino, quería hacer algo que nunca había hecho, sin tener que darle explicaciones a nadie. Para darle algo de adrenalina a mi vida me puse a contar cartas jugando al Black Jack, ya ves tú, una tontería, pero me daba ese subidón de estar haciendo algo ilegal ; y cuando ella apareció susurrándome al oído que me había pillado, fue la primera vez en toda mi vida que me sentí emocionado, ¿qué extraño, no te parece?–pregunté retóricamente. – Después estuvimos juntos y ella me dio el mote de Jack, me parecía tan irónico que la primera vez que me sintiera yo mismo era de hecho con una identidad que no era real y con una persona totalmente desconocida. Era la primera vez que mantuve una conversación sin miedo a la hora de hablar por no decir lo que no se esperaba de mí; la primera vez que no tenía que mirar el reloj pensando en las ganas que tenía de irme de esa situación; la primera vez que podía sentir que mi corazón bombeaba, que mi cuerpo respiraba, que mi vida tenía algo de sentido, porque el simple hecho de que yo había elegido estar esa noche en esa situación y no me había dejado ser una marioneta otra noche más. Me sentí feliz pero lo más importante, me sentí libre.

Lena Jennings // La segunda parte de La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora