Capitulo 7

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La hora de comer con ella había llegado, no sé si el sentirme nervioso era normal o nada más estaba exagerando. No me lo tomen a mal, pero los nervios que sentía no era de los que se imaginan, eran nervios de no saber qué iba a suceder cuando la mirara, no sé si llegaría sola al restaurante o si llegaría con gente de un hospital psiquiátrico para internarme.

Llegué al primer restaurante que me encontré en el camino. El lugar se miraba bonito y algo casual, espero que sea de su agrado. Entré y pedí mesa para dos y me dispuse a esperar mientras le mandaba un mensaje a su teléfono. Espero que no se haya arrepentido de venir.

Hola, te mando la ubicación del restaurante al que voy llegando, te espera, Peter.

Guardé el teléfono.

El tiempo transcurría lento, se me había echo una eternidad y todavía no obtenía respuesta de ella y los pensamientos me empezaban a bombardear. Incluso, asta el mismo mesero se miraba desesperado ya que se había acercado varias veces, y no ordenaba. Mire la hora en el teléfono, casi 40 min habían transcurrido y ella no aparecía, resignado le hice una señal al mesero para ordenar.

¿Ya está listo para ordenar, señor? — preguntó aún siendo amable.

Si, me gustaría ordenar esta pasta... — señalaba en el menú cuando la miré entrar por la puerta.

Yo quiero lo mismo que el señor. — dijo Sarah sonriendo avergonzada.— claro, si es que aún quieres que coma contigo.

Claro, claro. — me levanté saludándola— creí que ya no vendrías. — saqué la silla para que se sentará.

Lo sé, discúlpame. — se notaba lo apenada que estaba hasta en el hablar.— se me dificultaron las cosas, y luego mi teléfono se apagó pero alcancé a mirar el nombre del restaurante. Muy bonito por cierto.

No te preocupes, lo que importa es que ya estás aquí. — sonreí — el que estaba desesperado ya era el mesero, no sabes cuantas veces se acercó.

Ella solo sonrió.

Su sonrisa llenaba el lugar de luz y tranquilidad. Estaba seguro que ella era una persona con la que podría pasar las horas y sentirme en paz, con su presencia me olvidaba de todo, inclusive asta de Paulina y de su doloroso adiós. A su lado, olvidaba que estaba roto.

Peter, ¿cómo te sientes? — preguntó Sarah tomando de su jugo. — después de todo lo que ha pasado en tu vida recientemente...

¿Por qué preguntas eso? Estábamos pasando un rato agradable. Pensé.

Bueno, a decir verdad Sarah... — suspiré evitando su mirada. — No muy bien, no ha pasado mucho tiempo así que no muy bien. Pero... puedo decir que estoy mejor a cómo estaba esa noche que me encontraste.

Me gustaría llevarte con un psicólogo. — soltó de golpe— te ayudará muchísimo a salir de todo este caos, te ayudará a sanar y ...

No necesito de uno, siempre he solucionado mis problemas solo, y ahora no voy a empezar a necesitar un loquero. — la interrumpí ofendido, acaso ¿no cree que soy capaz de curarme solo?—

Peter... — tomó mi mano, y de nuevo ahí estaba con esa voz dulce y tenue.— Solo quiero ayudar... no me gustaría verte de nuevo así.

Bueno si ese es el problema, no te preocupes. — me levanté y saqué dinero del bolsillo de mi pantalón.— No te haré que lidies con esto — dejé el dinero sobre la mesa y salí del lugar sin mirar  atrás.

¿Grosero? Quizás si lo fui, pero si algo odiaba más que a nada es la lastima. Ella estaba sintiendo lastima por mi y no lo soportaba. En parte tengo razón en irme, ¿por qué la haría cargar con todo esto si ni siquiera conoce quién soy? No lo merece.

¿Por Qué Te Amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora