Bienvenido, verano

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[3 meses transcurrieron desde la última vez que Albedo y Xingqiu se vieron en persona. Durante todo ese tiempo, el escritor mantuvo su promesa y le enviaba cartas periódicamente al alquimista, si bien el rubio nunca supo darle una respuesta. Sacarosa se sorprendía cada vez que veía alguno de aquellos sobres llegar, pues Albedo detenía lo que estaba haciendo y se ponía a leer con tranquilidad aquellos papeles. A la alquimista no se le escapaba cómo él sonreía cada vez que llegaba aquello a sus manos. De hecho, se lo comentó un día a Timaeus y ambos empezaron a teorizar al respecto]

-O es parte de una investigación que no conocemos o es alguien quien le hace ponerse así. [le dijo Timaeus a Sacarosa aprovechando un día que Albedo no estaba] Porque siempre llegan esas cartas cuando traen el cargamento de Liyue.

-Ciertamente el señor Albedo parece muy feliz cada vez que recibe una de esas misivas. [expresó Sacarosa, pensativa] De hecho, ni siquiera las destruye. Simplemente las guarda en una caja.

-¿Las guarda, dices? [preguntó con curiosidad el joven] Eso no lo sabía. Tienen que ser muy importantes si se las queda.

-Pero si son tan importantes y se las envía alguna persona... ¿Por qué nunca le responde?

-Eso es bastante raro ahora que lo mencionas.

-Seguramente sea un experimento del que no tenemos conocimiento y nos estemos precipitando con las conclusiones.

[Aquella conversación terminó con muchos interrogantes, por lo que ambos acordaron simplemente observar a Albedo cada vez que otra carta llegara. Así quizás averiguaban lo que estaba pasando. Todo esto no se movía por la simple necesidad de cotillear, sino más bien por temor a que el mentor de ambos estuviera involucrado en algo peligroso y no lo estuviera compartiendo. Por tanto, tanto Timaeus como Sacarosa compartían sus opiniones cada vez que aquellos eventos sucedían. Cuál fue la sorpresa de ambos al ver que un día Albedo los reunía para hablarles]

-Sacarosa... Timaeus... La sutileza no es un fuerte de ninguno de los dos. [fue lo primero que dijo Albedo. Estaba serio y cruzado de brazos] Si bien mejoráis en la alquimia, os falta entrenar más si queréis que vuestro objeto de estudio no sospeche que es eso, vuestro conejillo de indias. [el rubio vio a sus dos ayudantes tensarse] No estoy molesto, sino más bien sorprendido por el repentino interés que mostráis en mi persona. ¿Qué he hecho que os ha resultado tan interesante? Porque, honestamente, nunca os habíais distraído tanto y cometido tantos errores en vuestras notas como habéis estado haciendo últimamente.

[Los dos cómplices intercambiaron una mirada. Sacarosa fue la que se atrevió a hablar primero]

-Señor Albedo... [Albedo se preguntó cuando dejaría la formalidad y empezaría a tutearlo] Timaeus y yo sentíamos curiosidad porque... Usted cambia la expresión del rostro cada vez que recibe una carta de esas, las que traen con el cargamento de Liyue. No hemos podido evitar tratar de adivinar cual es la razón de su súbita alegría cada vez que lee el contenido de esos sobres. Lamentamos mucho haberlo incomodado con nuestro comportamiento.

-Perdone, señor Albedo. [la secundó Timaeus]

-Ya veo... Así que es por las cartas. [Albedo estaba pensativo] Bueno, no se trata de ningún experimento que esté llevando a cabo sin contaros al respecto. [notó como sus asistentes se sorprendían, señal de que aquella era una de sus hipótesis] Es simplemente que voy a publicar un nuevo libro con... [hizo una breve pausa] ...un conocido. Y supongo que me entusiasma la idea de ver que uno de mis hobbies está dando sus frutos. Eso es todo.

[Si bien lo que había dicho era cierto, no era toda la verdad. Aquellas cartas contenían mensajes ocultos que le recordaban el amor que Xingqiu le profesaba, así como descripciones de lo que su amante hacía mientras ambos estaban separados. A Albedo le consolaba el hecho de que, si alguno de sus ayudantes era tentado y curioseaba las misivas, no entendería absolutamente nada debido a que la caligrafía del escritor se tornaba aún más ilegible si estaba emocionado]

Cristales en la PenumbraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora