Sería un placer.

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#JADE

-Perdón la interrupción -escucho an mis espaldas mientras me llevo la copa de vido a los labios - ¿Sería usted tan amable de concederme esta pieza?

Me giro para ver de quién se trata. Y de repente, me doy cuenta de que no tengo ni la más mínima idea de quién es ese chico ni de dónde a salido, pero desde luego que no voy a desaprovechar la oportunidad de alejarme de Luca y de ese plato lleno de comida. Así que, lanzando la mejor de mis sonrisas y con el gesto más angelical que puedo poner, le tomo la mano que tiene extendida hacia mí y me levanto de mi sitio hasta ponerme frente a él.

-Por supuesto, sería un placer. - En ese momento ya puedo ver por el rabillo del ojo como mi madre tiene toda su atención puesta en nosotros. Estoy segura de que ver cómo me relaciono con personas de tal status social, le hace mucho más que feliz.

- Magnífico. Me llamo Felipe.

- Yo soy Jade, encantada -digo extendiendo mi mano hacia él, que la toma con suma delicadeza para dejar un suave beso sobre ella. No aparta sus ojos de los míos en ningún momento, y enseguida siento como algo recorre mi piel. ¿Qué es esto? ¿Y quién es el? ¿Es que acaso el destino está castigando a Luca haciéndole presenciar la escena? ¿Estará escuchándonos? ¡Dios mío! ¡¿Porqué no podía dejar de pensar en él aunque sea por un momento?!

- Encantado yo también Felipe - dice mi hermano poniéndose en pie y extendiendo su mano para saludarle - pero mi hermana no ha terminado su cena.

- Jacob -susurro regañándole. No es lugar y momento para que me ponga en vergüenza tratándome como a una niña pequeña.

-Oh, perdóname Jade, no pretendía interrumpir tu cena. Simplemente te he visto y no he podido evitar acercarme a ti -me dice de una manera tan magnética, que siento como todos mis sentidos están puestos sobre él.

- Sí, después podréis bailar y hablar cuanto queráis. Ahora Jade necesita terminar su cena.

-Por supuesto - responde Felipe sin dirigirle una mínima mirada a mi hermano. -Por si me necesitas, estaré allí sentado.

-Claro -susurro ligeramente hipnotizada.

- Que aproveche tu cena, Jade.

-Gracias -respondo con una sonrisa.

-Y por cierto -dice antes de marcharse hacia su mesa. - Gracias por haber querido hablar conmigo, seguramente acabe de hablar con la mujer más increíble de toda la sala.

Tras esto se marcha sin más, dejándome allí de pie observando cómo poco a poco se va camuflando con el resto de las personas. De hecho, estoy completamente segura de que muchos de ellos han tenido que escuchar lo que acaba de decirme. Y no le ha dado vergüenza. No le ha importado en lo más mínimo. Y hablando de importar... creo que a Luca sí que le ha importado lo que acaba de presenciar, pues ni siquiera es capaz de mirarme a la cara. Está enfadado, está mucho más que enfadado, y lo sé porque la vena de la frente parece que le va a estallar. Y ciertamente, por enfermizo que pueda parecer, un atisbo de felicidad recurre todo mi ser al saber que está así por mí. Al saber que está celoso, que esto le ha molestado. Espero que esto haya sido un leve toque de realidad, para que se de cuenta de que si reniega lo que le doy, siempre va a ver otra persona que sepa apreciarlo.

- Siéntate y comete por lo menos el postre Jade, te lo pido por favor.

-Vale Jay, no te enfades conmigo. Voy a intentarlo - susurro en su oído antes de dejarle un beso rápido en la mejilla.

- Vaya, te ha gustado -dice mi hermano mirándome con curiosidad.

- ¿Quién? ¿Felipe? -Jacob asiente en mi dirección- No lo sé. Quiero decir, es guapo, rico y simpático. Tampoco es que no pueda gustarme. ¿No?

-Ya -dice Jacob antes de volver a poner su atención en el plato. Yo despego la mirada de la de mi hermano para encontrarme con los ojos de Luca escupiendo fuego hacia mí. Y es en ese momento cuando me doy cuenta de que no solo está molesto o enfadado, además está intentando hacerme sentir mal. Lo sé, le conozco lo suficientemente como para saber que está intentando decirme mediante gestos, lo desacuerdo que está con el comportamiento que acabo de tener, con la escena que ha presenciado, no le ha gustado ni un pelo. Está.... castigándome.

- No puedo más Jacob, te juro que no puedo más - le digo a mi hermano cinco minutos después. Él mira con resignación mi postre casi intacto y suspira.

- Está bien, no pienso obligarte más. Pero si después te entra hambre, come, te llevaré a Mcdonals a por unas patatas si es necesario.

-Ni de broma -le digo riéndome.

- Además, gírate un poco, hay alguien que ha terminado hace mucho y que parece estar esperándote. - Giro mi cabeza para mirar en la misma dirección que mi hermano, sé que Luca también está mirando, sé que le está aniquilando con la mirada. Pero aun así, decido tomar mi bolso, asegurarme a través del espejo de que mi maquillaje está intacto y de que me veo lo suficientemente perfecta como para darle una lección de vida a Luca Rizzo.

-Ahora nos vemos -le digo a mi hermano antes de dejarle atrás para comenzar mi camino hacia Felipe.
A medida que me acerco a él me entretengo en analizarle. Es alto y tiene el pelo de color rubio platino, algo así como Leonardo Dicaprio en Titanic. Bastante guapo y fornido, esperando junto a su mesa a que yo llegue. Y me gusta, me gusta lo que me está haciendo sentir.

-Aquí estás -dice cuando me sitúo frente a él. Sus ojos recorren cada facción de mi cara, recordándome a... él.

- ¿Damos una vuelta por los jardines?- me atrevo a preguntar.

-Claro -contestó anonadada por su tono de voz. Sonrió cuando él me sonríe, y me estremezco cuando posa su mano sobre él satén que cubre mis caderas.
Avanza con su mano en mi cuerpo durante todo el camino hasta los jardines. A penas hace caso a su familia o a su mesa, pero en la mía hay un motivo de peso por el que muero ver reaccionar. Así que no lo dudo, y giro mi cabeza suavemente hacia donde estaba antes sentada. Luca ya no está, se ha ido.

VENENO EN LOS LABIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora