Flores de papel.

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Nos rompimos la cabeza pensando en cómo escapar del instituto ese día y saltarnos las clases, todo, para no tener que cruzarme con Luca ni una vez más. Pero teníamos un problema, y además uno bien grande, de los que cruzan los brazos y parece que te está leyendo. Si Jacob se daba cuenta de que no había entrado a clase, me metería en un lío tremendo. Y eso no es todo; sé que no pararía hasta que le contara que pasó anoche con Luca. La cosa ya estaba complicada de por sí, pero me sentía como si la vida estuviera uniendo todos los puntos necesarios para ponérmelo aún más difícil, si es que eso era posible. Cada minuto que pasaba, sentía como la presión aumentaba y las opciones de escapar se reducían, necesitaba darme un respiro yéndome de aquí sin que nadie se diese cuenta. Lo necesitaba por mí.

Pasé las tres primeras clases dándole vueltas a todo, intentando no escuchar más las opiniones de mis amigas para poder aclararme yo sola, y sabía que esta vez Luca había pasado los límites y que no estaba bien lo que había hecho... pero solo con verle en la entrada se me había puesto el corazón a mil, y sabía que no podía hacerle nada al respecto. Mi corazón era suyo, y no sabía si acabaría odiándome a mí misma por ello.

- Jad... ¡Jade!

- ¿Qué? ¿Qué pasa? - le digo a Kim un poco desorientada. ¿Porqué está de pie y con sus cosas recogidas? ¿Es que se ha acabado la clase?

- La clase se ha acabado, vamos.

Me pongo en pie y comienzo a recoger mis cosas mientras mis amigas me esperan, con caras de preocupación. Yo no digo ni una sola palabra, solo espero que se les pase el estado de preocupación por mi igual que he hecho yo conmigo misma. Hasta el momento en el que salimos y nos dirigimos a nuestras taquillas. Sé lo que hay dentro y no sé si estoy segura de querer abrirla, de querer verlo.

- Jad, ¿qué haces? -pregunta Ari cuando me ve plantada frente a mi taquilla sin saber si abrirla o no. -Vamos a llegar tarde a la próxima clase. Y créeme, este no es uno de esos profesores enrollados que les da igual la hora que entres. -Asiento en su dirección y me armo de valor para abrir la taquilla. Y ahí están, un pequeño ramo de rosas blancas con una tarjeta al lado... no sé si quiero leer lo que hay en ella o no.

- ¡¿Jade es que no me escuchas?! ¡Vamos! -me dice mi amiga a dos metros de mí en el vacío pasillo. Todo el mundo está ya en clase.

Miro las flores una última vez con una punzada de pena en mí, y cojo el libro que estaba buscando, además de la carta. Y como era de esperarse, Aria tiene razón y somos las últimas en llegar a clase, donde el profesor ya está explicando y con la puerta cerrada. Nos echa una charla de cinco minutos, y después de advertirnos que esta será la última vez que nos deje pasar algo así, nos hace sentarnos al final de la clase. Como si eso supusiera un castigo para él.

Yo agradezco en mi interior que no haya nadie tras de mí que pueda observarme, y que el resto de la clase esté dándome la espalda. Así que en cuanto saco el libro, la libreta y el estuche, me sitúo de manera que mi compañero que está delante me tape las manos y tomo la carta en ella. Me quedo mirando el sobre casi un minuto, con las manos temblorosas y sin saber que es lo que puede decir Luca en ella. No ha firmado el sobre, tampoco ha puesto un "Para Jade" o cualquier cosa por el estilo, él iba mucho más allá de eso. Así que me armo de valor y comienzo a abrir el pequeño sobre con toda la precisión del mundo para no hacer ruido y que la gente se percate de ello.

"Sé que he cometido el mayor error de todos y que me va a costar conseguir tu perdón, pero tú y yo estamos hechos para estar juntos, Jade"

Noté al instante como caía una lágrima por mi mejilla, y agradecí mentalmente que Aria estuviese tan absorta él lo que él profesor contaba como para darse cuenta de mi estado emocional en ese momento. Fue después de la carta, que me vi con el valor suficiente como para volver a encender mi móvil, que estaba guardado en mi bolso sin ninguna función desde que salí de casa. Con el corazón a mil por hora, cogí el móvil de mi bolso y lo encendí en el absoluto silencio, levantando de vez en cuando la cabeza para que el profesor se percatase de que "estaba prestando atención". Y mi sorpresa llegó de inmediato cuando en mi móvil comenzó a llegar notificaciones como si no lo hubiese cogido en tres días, 3 llamadas perdidas de Jacob, que supongo que querría saber cuál era el verdadero motivo por el que me iba para que me fuese con él; 124 llamadas de Luca. Dios mío, debió de volverse loco esa misma noche cuando no solo no entró a mi casa, sino que tampoco respondí sus llamadas. Me tomé unos segundos para asimilarlo, encontré mensajes de algunos grupos, algunos mensajes de Aria preguntándome dónde me había metido, y otros tantos de Luca pidiéndome perdón y diciéndome lo mucho que me quería.

¿Porqué entonces no me lo había dicho cuando le confesé lo que sentía por él esa misma noche? ¿Porqué no lo había hecho?

Pasé el resto de la mañana pensando en ello. Cogí las flores y las guardé en mi bolso para que mi hermano no las viese, pero me las pensaba llevar a casa para ponerlas en mi habitación. ¿Qué culpa podrían tener unas simples flores de que su destinatario fuera un imbécil?

- Te veo más contenta que esta mañana - me dice mi hermano mientras almuerza conmigo en la cocina. Mamá llegaba tarde de su clase de yoga, y supongo que mi padre estaría por ahí con su secretaria. Aunque de eso no diría nada porque era un tema tabú en casa, o más bien frente a Jacob.

- Sí, lo estoy.

- Me alegro - es lo único que me responde. Charlamos unos cuantos minutos más mientras las muchachas de la casa nos retiran la mesa, hasta que decido marcharme a mi habitación a aclararme las ideas y estudiar un poco.

- Después vendré a molestarte un poco para que merendemos juntos -le digo dándole un beso mientras se ríe feliz.

- Después vendrá Jake a casa para que juguemos un poco al baloncesto en la cancha y nos tomemos unas cervezas. Ya sabes, cosas de hombres.

- ¡Ya me estás reemplazando! ¡Ya me estás remplazando! - le gritó feliz mientras subo las escaleras hacia la segunda planta. Camino feliz mientras oigo a mi hermano reírse, estoy seguro de que está negando con la cabeza mientras sonríe.
Y así entro yo a mi cuarto, feliz mientras sonrío. Dejo mi chaqueta en la silla y mis pendientes en el tocador. Me miro el cuello completamente maquillado en él, y me sobresalto cuando veo a algo moverse tras de mí. Me giro rápidamente para mirar hacia mi cama.

NO-PUEDE-SER.

-Luca...

VENENO EN LOS LABIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora