Labios voluminosos.

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- ¡Jade cielo! ¿Estás lista? -pregunta mi madre al otro lado de la puerta. Yo me miro una vez más al espejo para comprobar que el vestido nude ceñido que me regaló mi madre la semana pasada me quede perfecto.

- Sí mamá, ya voy. -Me pongo brillo sobre mis voluminosos labios y tomo el bolso de mano que voy a llevar para encaminarme al salón, donde mi padre se fuma un puro mientras que mi madre le arregla la corbata a mi hermano.

- Vaya, estás preciosa hija -dice mi padre con una sonrisa cálida, esa que siempre pone cuando se dirige a mí y me hace sentir la niña más mimada del mundo. Me acerco a él para darle un beso y un abrazo antes de salir, sé que siempre he sido su favorita. Tenemos un vínculo que nos une de forma única, y eso es innegable.

-Gracias papá.

-Bien. Si ya estamos todos, nos vamos.

Mi padre no espera la respuesta de nadie, como siempre. Él simplemente sale por la puerta de la casa con su traje gris de tres piezas de la mano de mi madre, quien lleva un vestido igual de largo que el mío, liso y rojo, haciendo que su recogido resalte. Mamá siempre decía que el rojo era para las rubias y el blanco para las morenas, y esta noche parecía que no se equivocaba.

- Papá, Jade y yo nos vamos en mi coche por si después queremos volver antes que vosotros.

- Claro hijo, como quieras.

-Vamos Jad -me dice mi hermano tomándome del brazo mientras observo como el chofer sonríe y toca a mi madre mientras le ayuda a subir a la parte trasera del auto, donde ya se encuentran mis padres.

- ¿Quién es? ¿Y desde cuando trabaja para nosotros? -le pregunto a mi hermano mientras le indico con la cabeza que me refiero al chofer. No me hace ninguna gracia, puedo oler a lo lejos cuando algo en mi familia se sale de lo "normal".

- ¿Ben? Empezó la semana pasada, mamá lo contrató en cuanto lo vio. Dice que es muy trabajador y noble o yo que sé... ya sabes cómo es contratando al servicio.

No. No lo sabía y él mucho menos. ¿A quién quería engañar? Nuestra madre era una mujer que de lo único que se encargaba era de alimentarse a base de matcha y quedar bien ante los empresarios que negociaban con papá, y sus respectivas familias.

- Ben... -susurro- ¿Y a papá le ha parecido bien? ¿No es demasiado joven?

- No lo es Jade, y no empieces con el tema. Ben es solo un trabajador.

Y ahí me di cuenta de que lo más seguro era que mi madre estuviera teniendo un idilio con el tal Ben, y que Jacob ya se hubiera dado cuenta de ello. Pero por alguna extraña razón, él seguía negándose a asumir que nuestra familia no era perfecta. Que yo no era ninguna santa, que nuestros padres eran infieles mutuamente y que a él todo esto se le escapaba de las manos.

- Buenas noches señorito y señorita Hamilton, les esperan dentro. Sus padres acaban de llegar - nos anuncia el hombre que lleva la lista de invitados a esta enorme casa.

-Gracias -dice mi hermano dejándole las lleves de su Mercedes al aparca coches antes de tomarme de la cintura y entrar conmigo a lo que parece ser mucho más que una fiesta.

- Jacob, creía que veníamos a una cena. ¿Has visto lo que es esta casa? - susurro asombrada.

- Es una mansión Jad, ahora a puédate a mi lado y déjame hablar a mí hasta que nos dejen pasar al comedor. -No digo una sola palabra más, me quedo pegada a él todo el rato mientras le escucho hablar de la empresa de nuestro padre como si fuera el mayor regalo del mundo. Yo sin embargo, me limito a agradecer todos y cada uno de los cumplidos que me hacen los distintos socios de papá. Hasta que...

- Por fin alguien conocido, ¿qué pasa tío? - mi corazón se para cuando escucho esa voz. Mi hermano me suelta para darle uno de esos típicos abrazos de hombres a Luca, y yo aprieto mis muslos cuando siento como un escalofrío recorre mi cuerpo.

- Joder Luca, menos mal que tú sí has llegado pronto. ¿Y tú familia?

- Allí- dice señalando a su madre y a su padrastro. ¿Dónde estaba la pequeña de los Rizzo? - Hola Jade.

- Buenas noches - le digo con la mejor de mis sonrisas. Y me encanta, me encanta porque puedo ver en sus ojos el destello de deseo hacia mí cuando me recorre con la mirada de arriba abajo. A Luca siempre le habían gustado verme vestida de satén, decía que tocar mis vestidos de satén era casi igual de satisfactorio que deshacerse de ellos.

- Estás preciosa - dice como el caballero que siempre aparenta ser. Mi hermano se detiene a obsérvale unos segundos, pero estoy seguro de que viniendo de Luca, está mucho más que tranquilo con lo que a mí respecta.

- Ahora vengo, mi padre me necesita - dice señalando a papá, quien le está haciendo un gesto para que se acerque a él. - Cuídamela, que hay mucho salido por aquí.

-Claro hermano, no te preocupes -responde Luca golpeándole la espalda en plan colega. ¿Como puede tener tanta cara?

-No soy ninguna pequeña, sé cuidarme yo solita perfectamente. -Pero mi hermano ya se ha marchado, y ahora solo quedamos Luca y yo, y la enorme tensión sexual que nos rodea.

- ¿Quieres dar un paseo por el jardín antes de cenar?- pregunta mientras me extiende la mano como todo un caballero. Yo sé la acepto sin dejar de mirarle a los ojos. Saltan chispas entre nosotros.

- Mira, creo que esa es tu hermana - le digo cuando nada más salir al jardín veo a tres niños corriendo y riendo.

- Sí, por lo menos Fiore se lo pasa bien aquí. -Y enseguida entiendo lo que me quiere decir con eso, pero no estoy dispuesta a comportarme así con mi familia tan cerca. Confío en mí, pero no soy una cualquiera.

- No Luca, está noche no va a pasar nada entre tú y yo -le digo posándome en la cristalera a modo de balcón que rodea todo el jardín. Mejor no miro hacia abajo o me marearé. ¿Como de alta estaba esta casa del resto de la ciudad? ¿Tanto habíamos subido en coche?

- ¿Porqué no? -me pregunta desafiante. No le ha gustado nada lo que le he dicho.

- Porque nuestras familias también están aquí y pueden vernos. -Pero él parece no escucharme cuando pega su cuerpo al mi espalda y susurra en mi oído.

- ¿Y a quien le importa eso nena? - su mano se posa en mi hombligo y se desliza lentamente hacia abajo hasta cubrir todo mi monte venus por encima del vestido y darle un apretón.

- A mí.

-Ya. Y por eso no traes nada debajo.

VENENO EN LOS LABIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora