Esa noche cambió todo.

1.6K 125 11
                                    


Avanzo hasta llegar de nuevo a la sala sin mirar atrás, sin siquiera percatarme de sí Luca viene tras de mí o no. La gente que antes estaba sentada en las mesas tomando la cena, ahora están de pie hablando entre ellos mientras toman champán, negocian y escuchan la música soul en directo. Y por más que trato de integrarme entre la multitud y hacer como si nada acabase de pasar, estoy enfadada, estoy muy cabreada en este momento.

- ¡Hija! - grita mi madre felizmente cuanto me ve. - ¿A dónde vas cielo? ¿No quieres una copa?

- No mamá, gracias. Ahora vengo, necesito ir al baño.

-Pero hija... -Tarde. Ya me había ido. Me había ido escaleras arriba a buscar el baño o cualquier otro lugar donde poder estar sola cinco minutos, solo pedía cinco miseros minutos.

- ¡Jade! ¡Por fin te encuentro! -escucho decir cuando ya estoy en la segunda planta.

-Ari -digo suspirando de alivio. Menos mal que mi amiga está aquí.

- ¡Dios mío estás preciosa! ¿Quien te ha arreglado el pelo? -pregunta entusiasmada mientras desliza su mano por mi cabello.

- Yo misma. Y tú también estás preciosa- respondo sonriendo con cariño. Realmente lo estaba, mi amiga era un pibón en toda regla y lo sabía.

- Acabó de ver a tu hermano Jad, ¡Dios mío que bien le queda el traje de chaqueta! -exclama con gestos exagerados que consiguen hacerme reír.

-Oye, voy al baño. Ahora nos vemos.

- Vale, yo voy a saludar al socio de mi madre. ¡Te espero abajo! -grita antes de perderse entre el barullo de gente. ¿De verdad toda esta gente eran empresarios?. Da igual, a quien le importa, lo que necesito ahora es despejarme aunque sea cinco Maldita minutos y dejar de escuchar música de fondo. Aire fresco.

-Perdón -le digo a una mujer cuando casi me choco con ella.

-Sin problema, querida -responde antes de marcharse por mi lado. Podría decir que no se ni como es su cara, todo lo que he visto ha sido un collar de diamantes colgado en su pecho, que seguramente pese lo mismo que ella.

Sigo caminando hasta los baños, y cuando llego lo único que me encuentro es una cola de mil demonios con jovencitas esperando para retocarse el maquillaje, y señoras adultas de la edad de mis padres, que seguramente no puedan esperar mucho más. Así que decido dar media vuelta y buscar otro sitio más tranquilo, hasta que el destino me pone por delante una escalera hacia lo que supongo que será la terraza. ¿Qué hago? ¿Subo? ¿Porqué no hay nadie aquí?

- Por fin te encuentro -dice una voz detrás de mí haciéndome estremecer. -Vamos.

No digo nada, soy incapaz de decir algo en este momento porque la fuerza a abandonado mi cuerpo e increíblemente, lo único que me apetece en este momento es que haya dejado sus celos de lado y que quiera estar conmigo. Nada más.
Es algo que no puedo evitar desde el día en que le conocí, la conexión, la fuerza magnética que existe entre Lucas y yo es tan fuerte que podría ser... incluso destructiva.

-Luca -susurro cuando veo nuestras manos entrelazadas. Un sentimiento de dolor me recorre. ¿Porqué no podíamos tener esto siempre? ¿Porqué tenía que ser tan celoso si luego no quería nada más conmigo? ¿Porqué no quería tener algo serio conmigo?

La tristeza me inunda cada vez que siento que a pesar de tener en mis manos todo lo que anhelo, nunca lo he sentido más inalcanzable.

-Vamos -dice girándose hacia mí y mirándome a los ojos - No quiero discutir más contigo, vamos a hablar ¿sí?

Yo asiento, y subo tras de él con nuestras manos aún entrelazadas. Me quedo alucinando cuando  veo la amplitud de esa terraza, toda la ciudad de fondo, y Luca en primer plano con la luz de la luna en su rostro. A mi lado, de la mano y sin nadie más alrededor. ¿Existía algo en este mundo que pudiese superar el sentimiento que estaba sintiendo ahora?

- Perdóname.

- ¿Qué? -susurro sorprendida. ¿Luca Rizzo no me va a regañar por cómo me he comportado? ¿Que en vez de eso me va a pedir perdón? ¿Qué es esto?

-He sido un completo imbécil contigo esta noche.

-Lo has sido -le digo soltando nuestras manos.

-Lo sé. Y no quiero que estés mal conmigo, ni tampoco quiero que haya ningún problema entre nosotros.

-¿Porqué?

- ¿Porqué qué? -me dice confundido.

- Porqué me estás pidiendo perdón, porqué ahora. Hace unas horas te estaba diciendo que te quería de verdad y te ha importado una mierda.

-No me ha importado una mierda, Jade. Nada que tenga que ver contigo me ha importado una mierda, nunca.

BUM. Después de tanto tiempo, Lucca Rizzo finalmente estaba dejando que sus sentimientos salieran a la superficie. No lo dijo directamente, pero en su manera contraria al resto de mortales
, me estaba confesando que me quería. Lo sé, porque lo conozco mejor que a nadie. Este momento significaba mucho más que un simple paso entre nosotros; era un salto abismal.

-¿Eso significa que tú también me quieres?- susurré mientras mi mano rozaba suavemente su mejilla. Nuestros ojos se encontraron en un silencio lleno de emociones.

- Significa que jamás permitiría que te ocurriera algo malo, especialmente si yo fuera el responsable. Me odiaría el resto de mi vida.

Me abrazó con fuerza, presionando mi cuerpo contra su pecho con una necesidad palpable. Pero mientras me aferraba a él, luchaba por contener las lágrimas de frustración que ardían en mis ojos.

Esa no era la respuesta que necesitaba escuchar, y el lo sabía.

-Creo que mejor me voy, me están esperando abajo -le digo acordándome de Aria. Necesito hablar con ella.

- ¿Otra vez te vas con ese tío? ¿De verdad te ha gustado tanto? - pregunta Luca refiriéndose a Felipe con todo el despareció con el que una persona puede hablar.

- ¿Perdona? -digo para ver si rectifica lo que acaba de decir.

- Haz lo que quieras Jade, esta vez no voy a ir a salvarte de ningún apuro.

- ¿Qué? ¿Qué dices? -pregunto sin dar crédito a lo que estoy escuchando.

- Lo que oyes - contesta fríamente, antes de darse media vuelta y darme la espalda sin más.

- ¡Yo me lo estaba pasando bien, Luca! ¡Por un momento en esta noche de mierda me lo estaba pasando bien!

- ¿Sí? ¿De verdad crees que te lo estabas pasando bien con él? - dice firmemente mientras se da media vuelta para acercarse a mí.

- ¡Sí, Luca! ¡Sí! ¡Me lo estaba pasando de puta madre con Felipe! ¡Me parece un tío maravilloso y divertido! ¡Y que además sabe valorarme y tratarme bien!

- ¿Eso crees? ¡¿Eso crees?! ¡¿Qué te trata mejor que yo?! ¡Vuelve a repetirlo! -me grita a la cara mientras lleva su mano alrededor de mi cuello. Sus ojos, mis ojos.

A partir de ahí, esa noche cambió todo.

VENENO EN LOS LABIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora